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La guerra licuada

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Alemania importa prácticamente todo el gas que consume y, puesto que la mitad proviene de Rusia, las facilidades que permitirá el gasoducto Nord Stream 2 a través del mar Báltico son esperadas en Berlín con anhelo. Sin embargo, esta creciente relación de conveniencia provoca el recelo de Polonia y los países bálticos, los cuales señalan la dependencia de Rusia como una seria amenaza a la seguridad energética de la Unión Europea. Ucrania, por su parte, apunta al gran perjuicio económico que le supondrá el nuevo gasoducto.

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