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L’Affaire Dreyfus (X): El Asunto explota: muerte de Henry

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1898 es el año en que explota definitivamente el “Affaire Dreyfus”. Pero vayamos por orden.

El proceso y la condena de Zola había provocado mucho revuelo nacional e internacional pero, como en Mayo de 1898 se celebraban elecciones legislativas en Francia (con dos vueltas, 8 y 22 de dicho mes), el asunto Dreyfus pasó durante la campaña a un segundo plano. Aunque el antisemitismo sí constituyó un ariete favorito de los ultramontanos, la culpabilidad de Dreyfus (y de Zola) se debatió poco durante esas semanas.

Hagamos un inciso para contar que el 5 de marzo se celebró un duelo "a primera sangre" entre Henry y Picquart [imagen]. El enfrentamiento, muy sonado en los círculos militares y en la Prensa, terminó cuando Picquart hirió dos veces a Henry en el brazo derecho y los médicos pararon la pelea, porque el comandante no podía sostener bien el sable.1

Suele decirse que las elecciones de 1898 supusieron un fracaso del campo dreyfusista, porque destacados socialistas como Jean Jaurès o Jules Guesde perdieron su escaño. Sin embargo, no es exactamente así. Los "Républicains Progressistes" (pese a su nombre, el ala más conservadora de los republicanos) ganaron las elecciones, pero perdieron la mayoría absoluta y tuvieron que contar con los monárquicos para conformar una mayoría estable. Por su parte, los socialistas y radicales mejoraron resultados y consiguieron una importante minoría.2

El nuevo Gobierno, presidido por Henry Brisson, incluía como Ministro de Guerra a Godefroy Cavaignac, político conservador ligado a la Association Nationale Républicaine. Cavaignac era honrado, y creía en la culpabilidad de Dreyfus, pero también en la de Esterhazy, en quien veía un cómplice suyo.

El Ministerio se puso manos a la obra para cerrar definitivamente el caso, que en el Parlamento recién elegido amenazaba con convertirse en fuente de conflicto.

Un diputado nacionalista llamado André Castelin había anunciado, ya en la legislatura anterior (septiembre de 1896; pero, por lo que fuera, no se concretó hasta 1898), que plantearía una cuestión parlamentaria sobre el caso Dreyfus. Recordemos que esa interpelación es la que se citaba en la carta falsificada que se llamó "Faux Henry", de la que hablaremos ahora.

El 7 de Julio, a pregunta de Castelin, Cavaignac lee, ante la Cámara de Diputados, tres documentos que (según él) muestran de manera “incontestable” la culpabilidad de Dreyfus. Además, insiste en la "Leyenda de la Confesión" (Capítulo V, nota 6 de esta serie) que sólo los antidreyfusards furibundos creían.

A) La primera de ellas era una nota del agregado italiano Panizzardi a un colaborador de Schwarzkoppen que decía, originalmente:

"Ayer por la noche terminé llamando al médico, que me prohibió salir. Dado que no puedo ir a tu casa mañana, ven a la mía por la mañana, porque P... me ha traído muchas cosas interesantes, y hay que compartir el trabajo, ya que tenemos solo diez días de tiempo."

Como se demostró luego, el comandante Henry borró la P., inicial de la persona que "había traído muchas cosas", y la sustituyó por una D., para incriminar a Dreyfus. Además cambió la fecha de entrada del documento en el SR de Septiembre de 1896 (fecha real, pero para entonces Dreyfus estaba ya en su islote y, por lo tanto, no le inculpaba) a Marzo de 1894.

B) La segunda era la nota que ya conocemos, de "Ce canaille de D..." (ver Cap. IV, nota 7, de esta serie), que en realidad tampoco se refería a Dreyfus.

C) El más importante de los documentos (porque, como dijo triunfalmente Cavaignac, "citaba a Dreyfus con todas sus letras") era el "Faux Henry". La noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre de 1896, siguiendo al anuncio de Castelin, Henry fabricó un documento con el encabezamiento y la despedida de una carta auténtica de Panizzardi a Schwartzkoppen e, imitando la letra de Panizzardi, incluyó en el cuerpo un texto que incriminaba a Dreyfus. El texto final decía:

Querido amigo:

He leído que un diputado va a interpelar sobre Dreyfus. Si piden nuevas explicaciones a Roma, diré que nunca he tenido relaciones con ese judío. Si te preguntan, di lo mismo, porque nadie debe saber nunca lo que ocurrió con él.

Alexandrine
”.3

El discurso de Cavaignac, que además se acompañó de mucha llamada al patrioterismo, fue aclamado por la Cámara de manera casi unánime: se planteó una moción de confianza al ministro, que se aprobó con sólo 16 abstenciones y un voto en contra.4

La prensa partidaria de Dreyfus, pese a que parecía haber sufrido una derrota total, estaba sin embargo exultante: aunque insistiendo en la culpabilidad del condenado, Cavaignac se había basado para afirmarlo sólo en documentos que ellos sabían falsos y en la “cosa juzgada”. Pero se había demostrado que nada justificaba el haber celebrado el juicio a “puerta cerrada” y, por lo tanto, la injusticia del procedimiento. Por si fuera poco, Cavaignac no había hecho mención del “Bordereau” entre las pruebas de la culpabilidad de Dreyfus, con lo que demostraba que tenía dudas razonables sobre su autoría. En definitiva, para los partidarios de Dreyfus se imponía la revisión del proceso. Sus adversarios la negaban, pero no oponían otras razones más que la “Cosa Juzgada” y la “Honorabilidad del Ejército”.

Los hechos se precipitaron. Cavaignac había anunciado una investigación sobre Esterhazy (a quien, como hemos dicho, creía cómplice de Dreyfus); el traidor se asustó y, de arrogante pocos días atrás,5 pasó a servil, suplicando ayuda a todo el mundo (Du Paty, Pellieux) para evitar la catástrofe que preveía. Obviamente, esto dejó muy mala impresión entre quienes hasta ahora le habían apoyado y, por supuesto, llegó a oídos del ministro.

También Picquart escribió una carta al Jefe del Gobierno, Brisson, en la que decía: “Habiendo leído el Ministro de Guerra en la Cámara de los Diputados tres de esos documentos (que, según él, demostraban la culpabilidad de Dreyfus) considero mi deber poner en su conocimiento que estoy en condiciones de probar, ante cualquier jurisdicción competente, que los dos documentos fechados en 1894 no son aplicables a Dreyfus, y el que lleva fecha de 1896 tiene todo el aspecto de una falsificación”.

Cavaignac, indignado, hizo arrestar a Picquart (“ese hombre que trata de falsificación un documento que reconoce no haber visto ni ahora ni nunca”), el 14 de Julio; el día 13 había sido arrestado también Esterhazy, en su caso por falsificación.

Por otro lado, Cavaignac, para cerrar definitivamente el caso, quiso hacer autentificar los documentos que había presentado, sobre todo aquel en que citaba a Dreyfus con todas las letras.

Y allí se produjo la catástrofe (para los falsarios): el capitán Louis Cuignet, y luego su superior el general Gaudérique Roget, a quien consulta, comprueban que, al trasluz, se advierte claramente que la cuadrícula de la parte central del documento que se conocerá como “Faux Henry” no concuerda con la del encabezado y la despedida. No sólo eso, sino que la letra del texto añadido no es de Panizzardi; es contrahecha, y Cuignet ha reconocido la letra de un amigo suyo, la de Hubert Henry.

Honroso es decir que, pese a ser contrarios a la revisión del proceso de Dreyfus, los dos oficiales no dudan en ir a ver a Cavaignac y denunciar los hechos; el propio ministro tampoco falta a su deber: convoca a Henry, y le interpela (30 de Agosto). Henry niega los hechos en un primer momento, pero al final se hunde y reconoce la falsificación.

La confesión fue escuchada “con estupefacción dolorosa” por el Ministro Cavaignac, Cuignet, Roget, y por el Jefe del Estado Mayor, Raoul Boisdeffre y su adjunto Charles Gonse, a quienes se había citado para el interrogatorio.

Por mucho que sus interrogadores siguieran creyendo que Dreyfus era culpable, la falsificación de pruebas contra él seguía siendo un delito gravísimo, e incompatible con el honor militar.6 Henry fue enviado a la prisión militar de Mont Valérien, a la espera de juicio y, previsiblemente, su degradación y expulsión del Ejército. Por la tarde del 31 de Agosto escribió cartas a su superior Gonse (pidiendo que viniera a verle) y a su esposa. No hace mención al suicidio, pero sí muestra un estado mental confuso.

El caso es que, al día siguiente, 1 de septiembre, el ordenanza de la prisión que le traía el desayuno le encontró muerto, con la garganta cortada por su propia navaja de afeitar.7

Este hecho trajo importantes consecuencias, que desarrollaremos en el siguiente episodio.8

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