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L’Affaire Dreyfus (VIII): Esterhazy, descubierto

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En Noviembre de 1896, mientras Dreyfus ya podía salir a pasear en su patio de la Isla del Diablo, pero cercado por una empalizada que no le dejaba ya ni ver el mar, se produjeron dos hechos que muestran que la versión de la culpabilidad de Dreyfus empieza a hacer aguas:

- Picquart, al que sus superiores habían intentado convencer de que investigase a Esterhazy todo lo que quisiese, pero sin cuestionar la culpabilidad de Dreyfus, se niega a ello. Se ha convertido en una molestia para el Ministerio de la Guerra. Por ello, el 16 de Noviembre fue enviado en misión a los Alpes (una excusa); y después a Túnez, donde esperaban que no incordiase más.

- Bernard Lazare, periodista político de origen judío, publica en Bruxelas (para evitar la censura militar) “Une erreur judiciaire. La vérité sur l'Affaire Dreyfus”, primera obra dreyfusard en ser presentada ante la opinión pública, que denuncia la ilegalidad del proceso por haber escamoteado a la defensa una prueba capital. Por el momento, este documento no tiene mucha repercusión; pero el Estado Mayor, alarmado, adquiere la convicción de que Picquart (respaldado por el “Sindicato Judío”) está detrás de la campaña pro-Dreyfus, y endurece la campaña contra él. También la prensa antisemita explota contra una supuesta “conspiración judía”.

Como vimos en el episodio anterior, el subjefe del SR (Hubert Henry) había “trabajado engordando el Dossier”; entre otros chanchullos, había falsificado una supuesta carta de Panizzardi a Schwartzkoppen, sustituyendo el contenido de la carta auténtica por un texto que incriminaba a Dreyfus, y manteniendo el encabezamiento y despedida original. Esta carta, que se llamó “Le Faux Henry”, no se publicó por el momento pero, en Julio de 1898, el entonces Ministro de Guerra (Godefroy Cavaignac), queriendo frenar los avances de los dreyfusards, presenta ante la Cámara de Diputados este documento, que lee en voz alta.2 Descubierta su falsedad, como veremos, provoca la dimisión del Ministro y la muerte de Henry.

Durante 1897 el caso parece dormido.

Picquart, en Túnez desde Enero, llega a temer por su vida 3 y le cuenta a un amigo, el abogado Louis Leblois, los hechos que conoce, para que informe a la Prensa y políticos amigos si le pasa algo. Leblois no se calla y se lo cuenta al senador Auguste Scheurer-Kestner, que se convierte en partidario de Dreyfus y se entrevista con varios importantes políticos, defendiendo su inocencia. Pero, por el momento, la cosa no trasciende.4

Mathieu Dreyfus, además de continuar con sus incansables gestiones por la inocencia de su hermano, se había provisto de un facsímil del “bordereau” (pagándolo a buen precio a Pierre Teyssonières, uno de los expertos “grafólogos” que intervinieron en el juicio de 1894), e hizo fijar copias en árboles, paredes, etc, de París, preguntando “¿conoce usted esta letra?” Además, algunos diarios lo publicaron.5

Con los pufos que había dejado Esterhazy, era cuestión de tiempo que alguien reconociera su letra; y así fue. Un banquero llamado Jacques de Castro, que compró casualmente - a finales de Octubre o principios de Noviembre de 1997 - una de las publicaciones que incluía el facsímil, reconoció la escritura de Esterhazy (que había sido cliente suyo y con el que había tenido suficientes problemas como para no olvidar su letra en la vida) y visitó a Mathieu Dreyfus.

Al fin Mathieu conocía el nombre del verdadero traidor; además, su identidad le fue confirmada por Scheurer-Kestner, y por si fuera poco pudo comparar el “Bordereau” con escritos de Esterhazy que tenía Demange (el abogado de Dreyfus). La letra era idéntica. Podía empezar su ofensiva.

El 16 de Noviembre, los periódicos publicaban una carta de Mathieu Dreyfus [imagen] denunciando a Esterhazy como el culpable del asunto de espionaje por el que se había condenado a su hermano; además, varios periódicos adjuntaban una segunda carta de Scheurer-Kestner, en la que afirmaba la inocencia de Dreyfus y la injusticia cometida con él. Por supuesto, los medios de comunicación antisemitas se despachaban con una colección de insultos tamaño familiar contra los dreyfusistas.

La sorpresa fue mayúscula entre la opinión pública. Y la cosa no paró aquí. "Le Figaro" tomó la cabeza en la campaña por la inocencia de Dreyfus; publicó cartas y artículos, entre otros de Émile Zola, y el 28 de Noviembre incluía un extracto de cartas de Esterhazy, en la que mostraba su odio y desprecio por Francia y su Ejército.6

Esterhazy ya sabía por sus superiores que Picquart sospechaba su culpabilidad; hasta entonces tenía la seguridad de que los militares le taparían, pero entró en pánico ante la denuncia pública, y exigió del Ejército que se le defendiese... o hablaría.

Lo veremos en otro episodio

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