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L’Affaire Dreyfus (VII): Dreyfus con grilletes

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Septiembre de 1896. Como hemos visto, Mathieu Dreyfus [imagen] había logrado averiguar desde hacía un año (a través del ex-presidente Faure) que se había utilizado un “Dossier Secreto” para inculpar a su hermano. Esto era manifiestamente ilegal, pero ¿cómo demostrarlo?

Desde el verano de 1895, Bernard Lazare, a petición de Mathieu, tenía escrita una Memoria desmontando punto por punto la acusación, demostrando las irregularidades cometidas (incluido el Dossier) y pidiendo la revisión del caso.

Sin embargo, dado el tiempo transcurrido, el caso estaba medio olvidado para la población. Mathieu Dreyfus consideró necesario recordarlo a la opinión pública. El 3 de Septiembre el "Daily Chronicle" de Londres anunció la evasión de Dreyfus de su prisión. Citaba una noticia que, supuestamente, había publicado el 2 de Septiembre un periódico local galés, el "South Wales Argus".1

La noticia fue fácilmente desmentida (bastó con que el gobierno francés cablegrafiase a la Guayana) pero sirvió para reactivar el interés sobre el caso… en sentido contrario al deseado por los Dreyfus. Los periódicos antisemitas ("La Libre Parole", "L’Intransigeant", etc) acusaron al gobierno de dejarse comprar por los judíos y, como resultado, el Ministro de Colonias (André Lebon) ordenó que Dreyfus fuese sometido a mayores restricciones: se construyó una doble empalizada de 2,5 m. de alto y 16x40 m. [imagen en la nota 1 del capítulo V de esta serie] que Dreyfus no podía intentar traspasar bajo pena de muerte; y, mientras se construía, el condenado fue sometido a la medida del “double boucle”.2

La empalizada se construyó entre el 7 de Septiembre y el 12 de Noviembre, dos meses durante los que Dreyfus tuvo prohibido salir de su choza, bajo pena de muerte. Además, estuvo sometido a la “double boucle” por las noches entre el 6 de Septiembre y el 12 de Octubre.3 Obviamente, este maltrato no merecido tuvo un pernicioso efecto sobre su salud; incluso tras la construcción de la doble empalizada, Dreyfus estaba condenado a no ver nunca más el mar.

Sin embargo, la mentira sobre su evasión también despertó entre los enemigos de Dreyfus la sensación de que el caso no estaba enterrado del todo, y que había que acallarlo. Con esa intención, el diario “L’Éclair” publicó dos artículos (10 y 14 de septiembre) que trataban de dejar bien sentada, de una vez por todas, la culpabilidad del condenado.4

Pero “L’Éclair” comete un error que resulta funesto para sus objetivos: dice que va a “difundir a la luz del día la prueba que no ha podido ser presentada, ni siquiera en la discreción del día de la Audiencia”. "Era importante que el traidor no pudiera escapar de su castigo [...] se estipuló que, incluso obtenidos legalmente, [los documentos del Dossier Secreto] no se presentarían a los debates. Por lo tanto, se comunicaron a los jueces solo en la sala de deliberaciones; esto terminó de decidir sus sentimientos"

El Ministro de la Guerra Billot y el resto de autoridades no se atrevieron a publicar un desmentido (máxime cuando sabían que Picquart había descubierto la existencia del Dossier y era consciente de la ilegalidad) y la familia Dreyfus aprovechó para montar un poco de bulla: a partir del 6 de septiembre de 1896, Lucía Dreyfus escribió varias cartas a la Cámara de Diputados, al Zar, incluso al Papa, exponiendo la injusticia; los periódicos recogieron su contenido y, lentamente, los medios de izquierda y la oposición política empezaron a hacerse eco de que, culpable o no, Dreyfus no había tenido un juicio justo.5

Los antidreyfusistas tenían que hacer frente, pues, a dos amenazas: la interna, con Picquart (que insistía cada vez más en la culpabilidad de Esterhazy y la inocencia de Dreyfus); y la externa, con la familia del condenado ganando credibilidad pública.

Los militares quisieron obligar a Picquart a llevar una encuesta separada sobre Esterhazy, sin volver sobre la “cosa juzgada”. La negativa de Picquart a aceptarlo hizo que sus superiores le apartaran del caso y le destinaran a Tunicia, como veremos en el siguiente capítulo.

Y con respecto al Dossier, cuya existencia se había pregonado, y que presentaba una inconsistencia amenazadora para quienes acusaban a Dreyfus, el Ministerio de Guerra y el SR (Espionaje) trataron de: primero, acallar las voces de quienes pedían su publicación (aludiendo a los “Secretos de Estado”; después, asegurando que la culpabilidad del condenado no ofrecía dudas “sin necesidad del Dossier”.

Pero ahí no quedó todo. Hubert Henry, que se había tomado el caso como algo personal, quiso reforzar las pruebas añadiendo por su cuenta un documento falsificado; descubierta la superchería tiempo después, supuso otro vuelco en el caso. Se llamó "Le Faux Henry", y lo veremos más adelante.6

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