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L’Affaire Dreyfus (VI): Picquart cambia de bando

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Mientras Alfred Dreyfus viajaba a la Isla del Diablo, nadie, entre políticos, periodistas ni opinión pública, se atrevía a tomar su defensa.1

Sólo su familia (sus hermanos y su esposa Lucie) creyeron siempre en él. Lucie le escribió y respondió, siempre con confianza en su honor y confortándole; y su hermano Mathieu no paró en medios (económicos o de investigación) para encontrar quien pudiese demostrar su inocencia.

Mathieu llegó a contactar con una vidente, (Léonie) a través de un reputado médico, el Dr. Gibert, de Le Havre, que creía en la inocencia del capitán. Según Mathieu, la vidente fue la primera que le habló de un “Dossier” secreto. Su existencia fue confirmada (el 20 de Febrero) a Gibert nada menos que por el Presidente de la República, Félix Faure (antiguo paciente y amigo personal suyo).2

Con renovado convencimiento, Mathieu visita a todos los personajes que le parece que puedan ayudar a su hermano: el instructor del caso (Du Paty); el nuevo Ministro de la Guerra Émile Zurlinden (que había sustituido a Mercier); los expertos que habían examinado el “Bordereau”... y, además, dos personajes que se convencerán y trabajarán por la inocencia de Dreyfus: el periodista libertario judío Bernard Lazare3 y el senador alsaciano (Vicepresidente del Senado, por entonces) Auguste Scheurer-Koestner.4

Pero, mientras Mathieu daba vueltas, con poco éxito por ahora, se produce, en Julio de 1895, un relevo clave a la cabeza del SR (Contraespionaje): el Coronel (desde Abril) Jean Sandherr, afectado por una Parálisis General Progresiva (sífilis 3ª) y en situación terminal, se retira. Posiblemente Hubert Henry (quien con Sandherr había urdido la trama contra Dreyfus) esperaba su puesto, pero las autoridades eligieron a un candidato más joven y mucho más brillante, Georges Picquart.5

Picquart emprendió una serie de reformas en el SR, que se había convertido con Sandherr y Henry en un nido de cotillas, vagos y soplones. Paulatinamente fue exigiendo mayor control sobre sus subordinados; en Marzo de 1896, ordena que todos los documentos conseguidos en la Embajada de Alemania pasen por sus manos, y muchas veces va a buscarlos él personalmente.

Es así como descubre un documento crucial: un borrador de un “petit bleu” (o carta neumática)6 que, aunque nunca había sido enviada, mostraba que había un segundo traidor en relaciones con Alemania.

Sin embargo, en este caso el borrador, escrito por el propio agregado von Schwartzkoppen en persona, daba el nombre del sospechoso, y aún su dirección: el comandante Ferdinand Esterhazy [en la imagen]. Picquart, antes de ventear el asunto y que se convirtiera en otro escándalo, decidió averiguar todo lo posible sobre él; y, contrariamente a Dreyfus, que era de conducta intachable, descubrió que era un golfo, lleno de deudas, mujeriego, y desleal.7 Además, había trabajado con Henry en 1877-80 en el “Deuxième Bureau” (Información Militar). Cuando informó a sus superiores, los generales Charles-Arthur Gonse (Subjefe de Estado Mayor); Raoul Boisdeffre (Jefe de Estado Mayor) y Jean-Baptiste Billot, (nuevo Ministro de la Guerra) le ordenaron seguir su investigación en secreto, para expulsar al nuevo traidor sin crear un nuevo “Affaire Dreyfus”.

Pero lo más importante que descubrió era que la letra de Esterhazy era la del “Bordereau”; por lo menos, se parecía mucho más que la de Dreyfus. De hecho, Picquart llevó una muestra de la letra de Esterhazy a Bertillon, el superexperto que había servido para incriminar a Dreyfus. Bertillon, sin dudar, creyendo que la muestra era de Dreyfus, dijo que era idéntica a la del "Bordereau"; pero cuando se le informó que era un escrito reciente de otra persona, y por tanto Dreyfus era inocente, tuvo el cuajo de decir que "Sin duda los judíos han entrenado a alguien, quizás ese Esterhazy, para imitar la escritura de Dreyfus".8

Picquart exigió a sus subordinados el “Dossier secreto” y se sorprendió de la absoluta falta de pruebas que contenía.9 Convencido ya de la inocencia de Dreyfus, se entrevistó o hizo llegar su informe a sus superiores (los ya citados Gonse, Boisdeffre y Billot) que le prohibieron relacionar el "caso Esterhazy" con el "caso Dreyfus". Es decir, pasase lo que pasase Dreyfus era ya "cosa juzgada" y debía quedar para siempre como culpable.10

La negativa de Picquart a callar hizo que sus superiores arruinasen su prometedora carrera militar (o eso pareció), destinándole a un obscuro puesto en el Magreb -donde esperaban que acabase sus días, y entiéndase lo que se quiera- y luego (como siguió sin ceder) deteniéndole y condenándole por traición.

Pero no nos adelantemos: veamos qué hacía Mathieu Dreyfus mientras tanto.

comentarios (1)
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Rob_Ben_Gebler
1.- Sólo algunos periodistas, en privado (nadie se atrevía a otra cosa) como Fernand de Rodays (Le Figaro); Hippolyte Marinoni (Le Petit Journal); Jean Dupuys (Le Petit Parisien), o Victor Simond (Le Radical) se atrevieron a expresar dudas sobre la posibilidad de haber sido encaminados en una dirección. Pero, por supuesto, al no ser publicadas, estas opiniones de nada sirvieron.

2.- Así refiere los hechos Mathieu Dreyfus en “El Caso según lo viví”. Sin embargo, el propio Mathieu dice…

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