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L'Affaire Dreyfus (II): a la luz pública

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Du Paty de Claim, encargado de la investigación oficial el 14 de Octubre, sabía que no había pruebas suficientes contra Dreyfus.1 Adoptó la estrategia de “susto o muerte”: recibió a Dreyfus; le explicó que sólo se trataba de inspección rutinaria; le hizo sentarse y, con la excusa que él no podía escribir por una herida en la mano, le dictó unas frases.2

De repente, Du Paty, teatralmente, interrumpe el dictado (¿cree haber reconocido pruebas de culpabilidad, o busca provocar el pánico al investigado?) y anuncia a Dreyfus su detención por delito de alta traición. Descubre una pistola que había dejado bajo una carpeta, como una obvia invitación al suicidio. Sin embargo, Dreyfus hace firmes protestas de inocencia. En realidad, aún no comprende de qué se le está acusando, puesto que ni siquiera le han explicado por qué sospechan de él.

Dreyfus, el mismo día 15, fue encarcelado en la prisión Cherche-Midi. Mientras, Du Paty se presenta en casa de Dreyfus, donde anuncia a Lucie Dreyfus que su marido ha sido encarcelado, y ordena a los oficiales de policía que le acompañan que hagan un registro completo, sin encontrar nada incriminatorio. Se llevan un montón de documentos, que examinarán durante varios días, sin resultados. Du Paty impone a Mme Dreyfus (que aún no sabe de qué ha sido acusado su marido) un silencio absoluto: “Ni una palabra, ni siquiera a sus familiares, o su marido está perdido”.

Dreyfus fue incomunicado; pero aún peor: no se permitió la visita de ningún abogado defensor, ni siquiera se informó a su familia (excepto su mujer, a quien se aterrorizó para que callara). Era una situación absolutamente ilegal, pues ninguna Legislación francesa, ni la Militar, permitía privar de asistencia jurídica al detenido, o informar a la familia de su situación.

Du Paty le interrogó día y noche; sin maltratos físicos, pero sí psicológicos: el motivo era, obviamente, forzar su confesión. Paradójicamente, el Comandante de las Prisiones Militares de París, Ferdinand Forzinetti, encargado personalmente de la incomunicación de Dreyfus, asistió a estas irregularidades y la reacción del acusado, y se convenció de la inocencia de Dreyfus. 3 Fue “el primer dreyfussard”.

Los interrogatorios no llevaban a nada; y, entonces, se produce una filtración a la prensa más antisemita.4 No se sabe quién se chivó a la Prensa; obviamente, nadie de la familia Dreyfus; pero tampoco del Gobierno, que se ve atacado implacablemente por estos medios, que piden la dimisión del Ministro de la Guerra Mercier, por “incapaz y contemporizador con los judíos”. Se ha especulado con que pudo ser algún oficial descontento con los pocos avances de la investigación y la probable retirada de las acusaciones: Henry, Du Paty de Claim…o alguien más alto en la jerarquía.

El 3 de Noviembre, el Gobernador Militar de París, general Saussier (que había recomendado prudencia en la acusación contra Dreyfus; sea porque sabía que las pruebas eran endebles, o porque sospechaba que el culpable era otro) se vio obligado por sus superiores a abrir la Instrucción a un Consejo de Guerra.

Mientras tanto, el caso pasó a ser de dominio público. El hermano mayor de Alfred, Mathieu Dreyfus, acude lo más pronto que puede a París; se entrevista con Sandherr, Du Paty, intentando conseguir una entrevista con su hermano, sin éxito. Sin rendirse, busca un abogado, Edgar Demange.

El oficial nombrado para llevar la Instrucción del caso (le rapport) ante el Consejo de Guerra, comandante Besson d’Ormescheville, se entrevista con dos docenas de testigos del caso, y con Dreyfus. Su Acta de Acusación de 3 de Diciembre es cualquier cosa menos imparcial, y sin embargo muestra una sorprendente fragilidad de pruebas.5

En medio de lo que ahora llamaríamos Juicio Paralelo6 (en la imagen, un Drummont arroja a Dreyfus -con casco alemán- a las alcantarillas, mientras dice "Franceses, hace ocho años que os lo vengo diciendo", refiriéndose a la presencia de traidores judíos en el Ejército y otros poderes de Francia), el 4 de Diciembre se termina la instrucción, se levanta el secreto de Sumario, y se fija la apertura del Consejo de Guerra para el día 19.

El abogado de Dreyfus y su familia son optimistas, viendo que, en realidad, sólo hay una prueba, ("le Bordereau"), y contestada por varios expertos.

Otro asunto para la polémica: dada la naturaleza secreta de lo que se va a tratar, es muy probable que se decrete el Consejo "à huis clos" (a puerta cerrada). Parece lógico, pero la prensa antirrepublicana y antisemita ve otra oportunidad para atizar al Gobierno: "se quiere hacer a puerta cerrada para absolver al traidor".

Cuando, el día 19, se abre el Consejo de Guerra, Dreyfus puede ser absuelto. Pero... hay gente que no puede aceptar la absolución.

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