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Hitler y los errores de la batalla de Stalingrado (III): Operación Trueno y el escape del "Kessel"

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Hala, pues ya tenemos al 6º Ejército alemán y algunas otras unidades (del 4º Ejército Panzer alemán, algunas destrozadas divisiones rumanas, y hasta un regimiento croata) encerradas en un “Kessel” (caldera, en alemán, término coloquial que usaban los alemanes para los cercos) con una vaga forma de rombo, de unos 50 km por 40 km (unos 1000 - 1200 Km2, poco más o menos).

El anillo se había cerrado en torno a Kalach, a unos 80 Km de Stalingrado, el 22-23 de Noviembre.1 Dentro del cerco quedaban 20 divisiones alemanas, dos rumanas, y tropas desperdigadas; lo que ha llevado a los diferentes autores a elevar el total a 23 divisiones [Imagen]. Disponían de unos 100 tanques, 2000 piezas de artillería, y unos 10000 camiones, pero poco combustible (lo veremos enseguida). Los soviéticos habían movilizado (aparte los que permanecían luchando en Stalingrado) hasta once ejércitos; si bien la Operación Urano, en sí, fue llevada a cabo por los ejércitos 5º de Tanques, 21º y 25º de Infantería, por el norte, y por el sur por los ejércitos 51º y 57º, con los cuerpos Mecanizados 4º y 13ª. Los demás estaban de reserva o para cubrir los flancos y actuar ante eventuales contraataques alemanes.2

Sexto error (dudoso): ¿Debería el Alto Mando alemán - Hitler, sus Estados Mayores Centrales (OKW y OKH), y el Grupo de Ejércitos B - haber permitido a Paulus libertad de acción: esto es, tratar de romper el cerco? No hacerlo ¿fue un error de Hitler que, después de todo, centralizaba todo el mando?

En primer lugar, hay que recordar que, durante los primeros días de la Ofensiva, ni el 6º Ejército, ni el Grupo de Ejércitos B, ni Hitler, en su residencia del Berghof, en los Alpes Bávaros, donde estaba descansando,3 se dieron cuenta de lo que se les veía encima; para empezar porque no creían a los soviéticos capaces de organizar una "ratonera" tan compleja. El 21 de Noviembre por la mañana (48 horas tras iniciarse la ofensiva) Paulus despachó un mensaje “no desfavorable” de la situación al Grupo de Ejércitos B, creyendo aún que se trataban de ataques locales que se podían contener con contraataques de sus (pocas) unidades de reserva, o retirando unidades de Stalingrado para afrontar los ataques enemigos.

Ese mismo día, el Grupo de Ejércitos B le abrió los ojos informándole del rápido avance de la pinza soviética del Sur, pero al mismo tiempo prohibiéndole, por orden del Führer, retirarse de Stalingrado.4 Aún así, durante varios días, tanto los alemanes del “Kessel” como los que debían planear su auxilio continuaron creyendo que el círculo formado por los soviéticos era débil y podía ser roto con una penetración enérgica de algunas tropas Panzer; y, lo que es peor, siguieron creyendo que el Ejército Rojo no disponía de las reservas suficientes para echar a perder los intentos de romper el cerco.5

También hay que tener en cuenta que los ejércitos no pueden iniciar una operación de un día para otro. Erich Von Manstein fue llamado al Cuartel General del Führer el 23 de Noviembre, recibió el encargo de iniciar una operación para romper el cerco de Stalingrado y llevarle socorro (“Operación Tormenta de Invierno”); planear la estrategia le llevó unos días, y no pudo iniciar el ataque hasta el día 12 de Diciembre.

En el mejor de los casos, Paulus no podría haber iniciado su maniobra de ataque hacia el Sudoeste (la dirección más factible para romper el cerco) antes de una semana. Y, ojo, no se trataría de un simple desplazamiento por las heladas carreteras del "Kessel"; se trataba de un intento de romper las líneas hacia el Sudoeste, mientras se hubiesen tenido que defender de ataques incesantes de los ejércitos soviéticos de Stalingrado (62º, 64º y 66º) y del resto de ejércitos que Zhúkov y Vasilevski habían dejado para cubrir esta y otras posibilidades.6

Y si hubiera recibido “libertad de acción” y hubiese decidido romper el cerco ¿en qué condiciones hubiese sido hecho el intento?

Desmintamos, para empezar, el mito (creado por muchos historiadores a lo largo de los años) de que todo el 6º Ejército deseaba atacar para huir del “Kessel”. Esta opinión, cierto, predominaba entre los mandos superiores (Jefes de los Cuerpos de Ejército, Estado Mayor) pero ni mucho menos estaba tan claro entre los comandantes de regimientos y batallones y entre los soldados rasos, sobre todo los que ya disponían de búnkeres de invierno. Para ellos, la idea de abandonar sus alojamientos, abandonando los almacenes y armamento pesado, para salir a luchar al descubierto contra los rusos, era un suicidio. Además, contaban con la promesa de un contrataque ordenado por el propio Führer que los sacaría de allí.7 Por lo tanto, no es nada seguro que un ataque en esos momentos hubiese sido realizado con una alta moral de combate.

Y, suponiendo que se hubiese producido la ofensiva ¿con qué medios contaba Paulus para escapar del cerco?

Ya hemos dicho que un buen número de caballos habían sido enviados a retaguardia para descansar: se suponía que se establecería un sistema de turnos para hacer descansar a todos los caballos. Esto fue crucial para el 6º Ejército; porque, pese al mito que se creó luego, la Wehrmacht no estaba completamente mecanizada, ni mucho menos. Al inicio del ataque a la URSS, dependía de unos 600000 caballos, que usaba para remolcar ambulancias, artillería, carros de repuestos… Al principio del cerco, el 6º Ejército disponía en el "Kessel", quizá, de unos 10000 caballos de los 25000 que tenía asignados.

Pero el problema más descorazonador era la falta de combustible. El golpe de los soviéticos estaba magistralmente ideado: el anillo se cerraría lo suficientemente lejos de las unidades que combatían en Stalingrado como para que no pudiesen, simplemente, darse la vuelta y acudir a taponar la brecha ni colocarse entre ambas pinzas e impedir su conjunción. Y lo suficientemente cerca como para que el perímetro no fuese tan grande que las tropas que lo formaban fuesen tan débiles que no pudiesen evitar un intento de ruptura. Y, una vez cerrado el “Kessel”, el pasillo que formaban entre las fuerzas cercadas y el resto de los ejércitos alemanes no dejó de crecer día tras día. No sabemos exactamente cuántas reservas de combustible tenía el 6º Ejército al iniciarse el cerco (Paulus dio la orden de centralizar todo unos días después, cuando se dio cuenta de su situación) pero, al inicio de la Operación “Tormenta de Invierno”, cuando Manstein se acercaba al rescate, disponía de unos 150 m3 de combustible, suficiente sólo para avanzar unos 25 km (sin duda mucho menos si, además tenían que combatir contra las fuerzas que les hubiesen atacados por todos los lados). Esa cifra hacía imposible la unión con Manstein, que sólo consiguió llegar al río Mishkova, a unos 55 km del borde del “Kessel”.8

Así que, en mi opinión, el 6º Ejército no tenía ninguna posibilidad de ser rescatado por tierra, al menos con las reservas con las que contaba el Grupo de Ejércitos B; recordemos que no se podía contar con el apoyo del Grupo de Ejércitos Centro, enredado en la “Operación Marte”. Salvo alguna otra brillante estrategia, las tropas de Paulus estaban condenadas.

Entonces ¿por qué se montó la “Operación Tormenta de Invierno”? ¿No se dio cuenta Manstein?

Conociendo a este general, el más brillante –según muchos- de la Segunda Guerra Mundial, es casi imposible que no se diera cuenta de un vistazo de que la operación de rescate estaba destinada al fracaso.9 Pero necesitaba montar un paripé para conseguir que las tropas del “Kessel” resistiesen lo más posible, para dar lugar al Grupo de Ejércitos A a retirarse del Cáucaso sin que fuesen, a su vez, cercados y aniquilados. Es cruel, pero Manstein se vio obligado a dar esperanzas a Paulus para evitar que se rindieran antes de tiempo, o intentaran una ruptura del cerco que les hubiese llevado a una destrucción total en Diciembre, y no en Febrero.

¿Y Hitler? Como Comandante Supremo la última responsabilidad es suya, desde luego, pero cabe decir que, en mi opinión, en este caso acertó. Permitir a Paulus romper el cerco hubiese sido un suicidio y hubiese condenado al Grupo de Ejércitos A al mismo destino que las tropas de Stalingrado. Si ese acierto tuvo su origen en la cabezonería inherente al Führer y su obsesión por no retirarse (ayudado por los errores de Hermann Göering y Hans Jeschoneck, como veremos en el siguiente capítulo), o en su intuición y su sorprendente memoria y facilidad para captar los detalles (que aún conservaba en 1942 y le servía para apabullar a sus oponentes), no lo sabremos nunca.

En mi opinión, Hitler captó desde el principio que el 6º Ejército estaba perdido. Pero, además de la cuestión del rescate de las tropas del Cáucaso, no podía presentarse ante su país sin hacer todo lo posible para rescatarlo; por eso llamó a Manstein para encargarle una operación que sabía inútil, y por eso tras el fracaso de su intento nombró en los últimos días (13 de Enero) un “Estado Mayor Especial” bajo las órdenes del Mariscal Erdhart Milch, de la Luftwaffe, para “ayudar a la Fortaleza Stalingrado” a resistir, cuando ya era inútil (los últimos aeródromos utilizables del “Kessel” cayeron el 16 y el 22).10

Hasta aquí este capítulo: en el siguiente, veremos el "Puente Aéreo"; por qué estaba condenado al fracaso, y por qué, en mi opinión, Hitler lo permitió.

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