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Hitler y los errores de la batalla de Stalingrado (II): Operación Urano

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Bien, pues ya tenemos a las tropas alemanas y sus aliados en Stalingrado, ciudad que han destruido mediante feroces bombardeos y que, desde Agosto, intentan tomar al asalto.

En la [imagen] acompañante, que recoge la evolución de la campaña desde el 24 de Julio al 18 de noviembre de 1942 - víspera de la Operación Urano - vemos la distribución de los ejércitos del Eje. Como podemos apreciar, forman un saliente de forma triangular, cuyo vértice, como una punta de lanza, lo forma el propio 6º Ejército, mandado por Friedrich Paulus, (no "von Paulus"), y las unidades del 4º Ejército Panzer, dirigidas por Hermann Hoth (aunque las unidades Panzer solían ser utilizadas como reservas móviles y variaban su posición con frecuencia). El flanco derecho de estas unidades lo “protegen”, por decir algo, las unidades del 4º Ejército rumano, dirigido por Constantin Constantinescu, y más allá se despliegan las unidades del Grupo de Ejércitos A. A su izquierda se encuentra el 3º Ejército rumano (Petre Dumitrescu); luego el 8º Ejército italiano (Italo Gariboldi) y, finalmente, el 2º Ejército húngaro (Gustáv Jany).1

Y vamos ya con el siguiente error.

- Quinto error: No tomar en cuenta las advertencias sobre una ofensiva rusa sobre los flancos del 6º Ejército y despreciar las capacidades del enemigo.

Sí… pero hay que matizarlo. En primer lugar, no debemos otorgar un crédito excesivo a las memorias de quienes participaron en la batalla o a los relatos personales que se recogen en libros como el de William Craig (1974) y de Anthony Beevor (1998); son muy recomendables para una lectura amena e instructiva, pero casi cada militar alemán que entrevistaron te cuenta que “él ya lo vio venir”. Paulus, en sus memorias, también insiste en que fue consciente todo el tiempo de lo que se le venía encima… pero no hizo nada cuando aún estaba a tiempo.

Lo cierto es que no hay que ser ningún experto para, echando un vistazo al mapa, y sabiendo que las unidades rumanas tenían un equipamiento muy inferior al de sus homólogas alemanas (cosa que sabían todos, incluido Hitler, que dijo por activa y pasiva que no se fiaba de que sus carísimos nuevos juguetes bélicos se entregasen a tropas no alemanas), una doble maniobra sobre ellas podía poner en serios aprietos al 6º Ejército. Veremos eso luego.

Hubo muchas advertencias, sí. Pero también las había de inminentes ataques en el sector Norte, y el Centro. Los rumanos del 3º Ejército, por ejemplo, continuamente informaban de que esperaban una ofensiva rusa en las próximas 24 horas, y aquello se transformó en el cuentecillo del pastor que gritaba “lobo”.

Los alemanes sabían de los preparativos rusos, habían detectado la formación de nuevas divisiones y su envío a zonas tranquilas del frente, pero no se imaginaban ni la magnitud de la ofensiva ni tenían claro la dirección del ataque. Reinhard Gehlen, Jefe de la Fremde Heere Ost (Inteligencia Militar del Frente Este, nada menos) informó al Führer de que los rusos planeaban una ofensiva contra el sector Centro (y efectivamente se produjo).2

Concedamos un punto positivo al Ejército Rojo, que estaba aprendiendo aceleradamente el arte de la “maskirovka” (en ruso, engaño, camuflaje, decepción) que luego le serviría magistralmente en la “Operación Bragation” de 1944.

El grave error, en estos momentos, no es pasar de los informes que predecían una ofensiva soviética. Es la creencia de Hitler (que se contagió a sus subordinados) en que los bolcheviques (término que prefería Goebbles por entonces) eran ya incapaces de sacar reservas de soldados mínimamente entrenados y, sobre todo, que no existían mandos que pudieran realizar grandes ofensivas (y menos tan complejas como la Operación Urano, con dos pinzas, al mismo tiempo que la Operación Marte, en el sector Centro). Así, le parece imposible que el 6º Ejército pueda ser rodeado, aunque es consciente de la debilidad de sus flancos; pero cuando empieza el ataque ruso, desde el Norte, el 19 de Noviembre, sus propios comandantes (Paulus, su jefe de Estado Mayor Arthur Schmidt) no se preocupan, y envían sus reservas a taponar el “agujero” que se ha creado en el sector del 3º Ejército rumano sin darse cuenta de que, con ello, harán aún más fácil el ataque desde el Sur. Lo veremos luego.

También, por ejemplo, es un error (aunque lo veamos ahora con la ventaja de saber lo que ocurrió) enviar los caballos, bueyes, incluso camellos, y las unidades de reparación, a la retaguardia, para ahorrar los trenes que aportarían el forraje y los repuestos. El 6º Ejército lo hizo siguiendo una instrucción del Cuartel General del Führer, desde luego, pero si Paulus (como afirmó luego) sospechaba una ofensiva rusa que podía cortar sus líneas de comunicación, jamás debería haberse plegado a ello, al menos sin protestar.3

Y aquí tenemos la siguiente razón para el error: la “anestesia” que se produjo en la Wehrmacht ante el Mando Supremo. La tradición del Ejército Prusiano (como la del inglés, o del soviético antes de Stalin) concedía una razonable capacidad de desobediencia basada en la capacidad de los comandantes de apreciar los peligros y las ocasiones sobrevenidos y reaccionar con rapidez. Ahora, con la manía de Hitler de controlar los movimientos del Ejército a nivel incluso de batallón, y de interferir con las órdenes, cesando a quien le parecía que “no tenía espíritu nacionalsocialista”, se produjo una apatía en los mandos superiores y medios del Ejército que disminuyó su eficacia.

El exceso de confianza que tenía Hitler en la inferioridad del Ejército Rojo se extendía a todos los cuadros de mando de la Wehrmacht. Simplemente, no creían posible que pudiesen montar un dispositivo tan complejo como la Operación Urano, atacando en dos puntos (no digamos si asumimos que la Operación Marte era una distracción de dicha operación) y con varios Ejércitos coordinados.4 Acostumbrados al desastroso papel de los soviéticos en la Guerra de Invierno contra Finlandia (1939-1940) y durante las campañas de verano de 1941-1942, consideraban la capacidad operativa del Ejército Rojo como casi nula. Incluso Sermion Timoshenko, bastante menos inútil que Budionni o Voroshilov, era muy inferior a sus rivales alemanes y fue vapuleado por éstos a placer.

Los alemanes no se dieron cuenta de que en 1941 estaba surgiendo una nueva generación de comandantes militares altamente cualificados; entre ellos destacaban Gueorgui Zhúkov, Andrey Yeryomenko y Aleksander Vasilevski; y en las Fuerzas Aéreas, Aleksander Novikov. Los tres primeros estuvieron taponando la fracasada Operación Tifón (el ataque alemán a Moscú en 1941), y en el contrataque soviético posterior (aunque Yeryomenko fue herido en Octubre, volvió al frente en Enero) pero los comandantes alemanes no fueron capaces de percibir la mejora en la planificación del Ejército Rojo;5 se conformaron con la cómoda explicación hitleriana del “General Invierno”; y, por dentro, refunfuñaron de la poca previsión del Führer y sus frecuentes interferencias en el mando, mientras Hitler por su parte culpaba a voz en cuello a sus generales de timoratos y de querer a toda costa tomar posiciones defensivas.

Por si fuera poco, las nuevas derrotas soviéticas en 1942 reafirmaron en Hitler y sus generales la pobre opinión que tenían sobre sus adversarios y su seguridad en una superioridad aplastante de la Wehrmacht y de su propia dirección de la guerra. A mi juicio, este fue el principal error de Hitler y de sus subordinados (contagiados; o, como dice Beevor, “corrompidos” por él) que condujo al desastre de Stalingrado: la autocomplacencia y el desprecio a las capacidades del adversario de aprender de sus errores y corregir sus carencias. Pero, aunque Hitler sea, por supuesto, el mayor culpable, sus generales tienen su parte, y no poca, de culpa.

Así, en las primeras horas del ataque soviético el 19 de Noviembre [imagen en Nota 1], al recibir noticias del hundimiento del frente del 3º Ejército rumano, Paulus no se preocupó lo más mínimo. Considerando que los rumanos corrían porque eran unos cobardes, o así, ordenó al XLVIII Cuerpo Panzer que se dirigiera a Kletskaia, el punto de penetración (uno de ellos, en realidad) para cerrar la brecha. Pero, a medio camino, se recibió una contraorden del propio Hitler, para que se dirigiera a Serafimovich, otro de los boquetes en el frente. Pero, para mí, lo asombroso es que, según testigos presenciales, ni Paulus ni su adjunto Schmidt estaban preocupados, pese a que debían saber que el XLVIII Cuerpo Panzer, en teoría poderoso, no contaba con más de 100 tanques operativos (el poderío de una división blindada) y era imposible que contuviesen a todo un Ejército de Tanques soviético; no digamos a todo lo que se les vino encima.

De hecho, los principales “genios” del III Reich y del 6º Ejército no se percataron del riesgo de cerco hasta el día 21 o 22, cuando ya era inevitable…

Dicho esto (y me he extendido más de lo que debiera) el próximo capítulo irá sobre ¿Se debió dejar a Paulus tratar de romper el cerco?

comentarios (6)
  1. Rob_Ben_Gebler
    1.- Hubo que interpolar a italianos entre rumanos y húngaros porque se odiaban a muerte. Tras la 1ª Guerra Mundial, el Tratado de Trianon impuso a Hungría importantes pérdidas en población y territorio, entre ellas la entrega de Transilvania a Rumanía. En 1940, el 2º Arbitraje de Viena, bajo la dirección del III Reich, obligó a Rumanía (entre otras cesiones) a devolver a Hungría la mitad norte de Transilvania, unos 43.500 km2. Este “diktat” no solucionó nada, puesto que continuó el antagonismo entre ambos aliados del III Reich, pero sí mostró quién mandaba por entonces en Centroeuropa: Hitler.

    2.- Coincidiendo con la Operación Urano [ìmagen], en el sector de Rzhev se desencadenó la Operación Marte. Rzhev era un saliente en posesión de los alemanes al oeste de Moscú, que Hitler se negaba a abandonar –como una cabeza de puente para un futuro ataque a Moscú que nunca llegó- y fue objeto de varias batallas sangrientas (los rusos la llamaron “la picadora de carne”) hasta su reconquista en Marzo de 1943.

    Existe una polémica entre historiadores. Algunos defienden que se trató de una operación independiente que se convirtió en una derrota sangrienta de los rusos (David Glantz, que la llama “La mayor derrota de Zhukov”); incluso hay quienes sugieren que se trataría de la operación principal de la ofensiva rusa del invierno de 1942, mientras que el cerco de Stalingrado sería un ataque secundario… que salió mejor que el principal. Otros, en cambio, citando cifras de la Inteligencia Militar soviética, defienden lo contrario: el ataque principal sería el de Stalingrado, el de Rzhev sería sólo una distracción (eso sí, muy costosa en vidas) para impedir que el Grupo de Ejércitos Centro destacase unidades hacia el sur. En su apoyo, citan el poco apoyo artillero (0,9 proyectiles/pieza frente a 2,5/pieza en Urano) y de planificación que Zhukov destinó a la ofensiva de Rzhev. El general Kurt von Tippelskirch, por entonces en funciones de enlace con el 8º Ejército italiano, reconoció que “tres divisiones panzer y varias de infantería” quedaron inmovilizadas en el sector Centro en lugar de ser enviadas al Sur, como estaba programado.

    Si sirve de algo mi modesta opinión, las hemerotecas de la época registran la opinión de los expertos militares que informaban a los corresponsales, y que en Noviembre (hay que leer entre líneas) informaban de graves derrotas rusas en el…

    media
    3    k 77
  2. Cyberloaf
    Mi titular: "Los aciertos que llevaron a Hitler hasta Estalingrado".
    Versión B: "Los errores de Stalin que llevaron a Hitler hasta Estalingrado".
    Versión C: "Los aciertos de Stalin en la batalla de Estalingrado".

    En esta segunda parte ni menciones a Stalin...

    Como no voy a dedicarle las cienes de horas que te ha llevado tener una opinión y exponerla, prefiero hablar del "meta": ¿qué cambio para que Estalingrado fuera el fin del principio y el principio del fin?

    Como te puedes imaginar, para un economista todo es economía...

    P.D. Prefiero hablar del "meta" ya que no voy a dedicar los cientos de horas que llevas con el tema... Solo tener que leer sobre italianos, húngaros y rumanos me quita las ganas...
    0    k 20
  3. Rob_Ben_Gebler
    #2 Cuentan que, cuando llegó De Gaulle a Stalingrado, se asomó desde un punto alto a la ciudad y dijo algo así como:

    - ¡Oh, mon Dieu!, ¡Qué pueblo más admirable!

    El guía que le habían puesto dijo:

    - ¡Ah, sí, los rusos...!

    Y De Gaulle dijo, sorprendido:

    - ¡Ah, no, yo hablaba de los alemanes! ¡Llegar hasta aquí...!
    2    k 58
  4. Cyberloaf
    #3 ¡Un digno heredero de Napoleón!
    1    k 40
  5. Cyberloaf
    Operation Uranus.

    Nuff Said!!!
    0    k 20
  6. Rob_Ben_Gebler
    Otro mapa de la Operación Urano. Tiene detalles en cuanto a las divisiones que participaron, y de la fuerza de Cuerpos de Ejército alemanes y Ejércitos soviéticos

    media
    0    k 18
comentarios cerrados
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