El Golpe de Estado de Casado (y V): "Roma traditoribus non praemiat"
Según cuenta la leyenda, tres emisarios de Viriato, llamados Áudax, Minuros y Ditalcos, fueron sobornados por el cónsul Marco Popilio Lenas (otros dicen que Quinto Servilio Cepión) para que asesinaran a Viriato mientras dormía, clavándole un puñal en la garganta. Cuando los tres traidores volvieron ante los romanos - para recoger el premio prometido - fueron ejecutados por el cónsul, que pronunció la frase: "Roma traditoribus non praemiat"
Pero no se emocionen, porque todo hace pensar que dicha frase fue un invento posterior de los historiadores de Roma, para dejar a los futuros estudiosos la idea de que los virtuosos romanos no permitían el innoble trato con traidores para que asesinaran a un enemigo al que no podían derrotar.
Sirva esta introducción para presentar el último capítulo de mi serie sobre el Golpe de Estado de Casado, donde comprobaremos que el Generalísimo Franco no fue precisamente generoso con aquellos que traicionaron al gobierno republicano y le facilitaron las cosas. Quizás la influencia de los golpistas no fue importante en cuanto al triunfo militar, que daba por descontado hasta Negrín y la Dirección del PCE, pero sí enterró las posibilidades de evacuación.
Al lío:
Segismundo Casado: el Director del golpe logró salir de Madrid, con otros miembros del Consejo Nacional de Defensa (CND); al parecer, con la vista gorda (hay quien dice que incluso la ayuda) de los franquistas. Casado se dirigió a Valencia, y de allí a Gandía, donde embarcó en un buque británico con dirección a Marsella. Más tarde vivió en el Reino Unido hasta 1951, cuando se trasladó a Sudamérica (donde se reunió con su familia). En 1961 volvió a España, fue juzgado por un Tribunal Militar y absuelto, aunque no logró que se le reconociera el grado militar. El resto de sus días vivió en malas relaciones tanto con sus antiguos camaradas republicanos como con los militares franquistas, que le despreciaban. Murió en 1968, a los 75 años.
Cipriano de Mera: el anarquista que dirigía el IV Cuerpo de Ejército - y cuyas tropas aseguraron la victoria de Casado - fue marginado por el entorno de Casado en las negociaciones con Franco (aunque tampoco los casadistas tuvieron mucho que decir, rendirse y gracias) y se trasladó a Valencia, desde donde huyó a Orán. En 1942 fue entregado por el gobierno de Vichy a los franquistas, que lo juzgaron y condenaron a muerte, aunque le fue conmutada la pena por la de 30 años de prisión. En 1946 (tras el final de la guerra mundial) fue indultado y se fue a Francia, donde trabajó de albañil. Murió en 1975 (78 años) en un hospital cerca de Paris.
Wenceslao Carrillo Alonso-Forjador: Consejero de Gobernación en el CND; su apoyo a Casado hizo que riñera con su hijo Santiago. Consiguió huir de España justo antes de la entrada en Madrid de los franquistas; se instaló en Reino Unido y luego en Bélgica. Fue máximo dirigente de la UGT en el exilio durante 4 años. Murió en Charleroi en 1963 (74 años). Durante sus últimos días recibió la visita de su hijo Santiago y se reconciliaron.
Julián Besteiro: Fue el único miembro del CND que permaneció en Madrid tras su caída. Se encontraba enfermo, demasiado cansado para huir, y no creía que su socialismo moderado mereciera castigo; máxime cuando había sido la cabeza civil visible del Golpe de Casado. Pero los franquistas no concedieron cuartel. Detenido y juzgado en un Consejo de Guerra, fue condenado a cadena perpetua.1 La condena fue conmutada por 30 años de reclusión. Pero, cada vez en peores condiciones de salud, terminó falleciendo en Septiembre de 1940, a los 70 años. Según algunos autores, una petición dirigida por el general Varela (Ministro del Ejército) y otros militares con el fin de lograr una medida de gracia, fue rechazada por el propio Caudillo. La Clemencia del Generalísimo.
Miguel San Andrés Castro: Diputado de Izquierda Republicana por el Frente Popular, durante la guerra ocupó cargos políticos (como la dirección del diario “Política”) y no relacionados con las armas o la represión. En el CND iba a ser Consejero de Justicia. Escapó de Madrid antes de su caída pero, enfermo, fue detenido en Valencia. Juzgado por rebelión militar, fue condenado a muerte, aunque fue indultado y condenado a cadena perpetua. Poca gracia fue, pues – como Besteiro - murió en prisión en 1940. La Gracia del Caudillo. Ja-Ja
José Miaja Menant: el que era destinado a ser presidente del CND (aunque en la práctica no ejerció, y resulta dudosa incluso su verdadera implicación en el Golpe) abandonó España, con sus ayudantes y su secretario y sobrino,2 en un avión que partió de Alicante rumbo a Orán. De allí, el general y su sobrino continuaron viaje a Marsella, donde se reunieron con el resto de la familia.3 Falleció en México en 1958, a los 80 años.
Manuel Matallana Gómez: el que quizás fuera principal colaborador de la conspiración de Casado fue detenido en Valencia, el 29 de Marzo, y juzgado en Consejo de Guerra el 9 de Agosto. Pese a su colaboración y su confianza en la “benevolencia” de Franco, fue condenado a 30 años de cárcel (aunque la pena fue reducida posteriormente a 12 años y, desde 1941 obtuvo la prisión atenuada).4 Tras salir de la cárcel, intentó sin éxito que se le reintegrara al Ejército y, al no conseguirlo, pasó sus últimos años entre estrecheces y penurias, hasta su muerte en 1952, a los 58 años. La Benevolencia del Nuevo Régimen.
Leopoldo Menéndez López: otro de los generales que participó en el Golpe de Estado; salió con Casado el 30 de Marzo con destino al Reino Unido, luego a Francia, y a finales de 1939 se dirigió a Colombia, donde permaneció hasta 1945. Tras el final de la Guerra Mundial volvió a París, colaborando con el Gobierno de la República en el exilio. Cuando quedó claro que el Gobierno de Franco no caería rápidamente, volvió a partir - ahora hacia México – donde falleció en 1960 (69 años).
Toribio Martínez Cabrera: En Marzo de 1939 era general, y Comandante Militar de Madrid. Se sumó al Golpe de Casado y, antes de la caída de Madrid, escapó a Valencia, donde fue detenido por los franquistas, juzgado y fusilado, en Junio de 1939.5
Entre el resto de comandantes de los Cuerpos de Ejército, dos de ellos que, inicialmente, apoyaron al Gobierno, pero finalmente se inclinaron a Casado, también sufrieron el rigor de los vencedores: el Jefe del Ejército de Extremadura, Antonio Escobar Huerta, (con quien los franquistas tenían cuentas pendientes por haber decidido el destino de Barcelona en Julio de 1936) fue fusilado en Monjuic en Febrero de 1940, pese a la intercesión de personalidades franquistas como el general Juan Yagüe Blanco o el propio cardenal Pedro Segura y Sáenz.6 Y, por otro lado, el Jefe del Ejército de Andalucía, Domingo Moriones Larraga; no obstante su apoyo a Casado, fue destituido por éste unos pocos días después y, detenido por los franquistas, fue condenado a muerte, aunque la pena fue conmutada por 30 años de reclusión. Peor suerte tuvo su sustituto, Francisco Menoyo Baños que, pese a ponerse al lado de Casado y entregar las tropas de Andalucía, fue fusilado por los franquistas en Granada el 14 de Agosto.
Miguel Buiza Fernández-Palacios: el almirante (aunque su rango militar fue el de Capitán de Navío) Buiza, que con su huida de la tropa fue uno de los principales culpables de la falta de solución para miles de republicanos que cayeron en manos de Franco, ingresó en la Legión Extranjera francesa, donde alcanzó el grado de comandante y fue condecorado. Posteriormente fue reclutado por la Haganah como comandante de uno de los barcos que trataban de introducir judíos en Palestina burlando el bloqueo británico. Más adelante volvió a Orán y, tras la independencia de Argelia, a Marsella, donde murió en 1963, a los 65 años de edad.
Carlos Bernal García: el que era Comandante de la Base Naval de Cartagena, y cuyo relevo por Francisco Galán precipitó la sublevación de la ciudad, no estaba comprometido claramente con Casado; sin embargo, se adhirió a él cuando triunfó y fue nombrado Gobernador Militar de Madrid. Pese a colaborar con la entrega de la capital a las tropas de Franco, fue detenido y encarcelado. Murió sin llegar a ser juzgado, en 1940 (51 años).
Arturo Espa Ruiz, el Teniente Coronel que sublevó las baterías de la costa contra la república para facilitar la sublevación de los franquistas de la ciudad, apenas si recibió mejor trato. Fue requerido por las nuevas autoridades para que explicara por qué no se había sublevado en Julio de 1936 o por qué no se había “pasado” a los nacionalistas. Pese a testimonios favorables que confirmaban su colaboración con la Quinta Columna, fue sometido a un Consejo de Guerra y condenado a diez años de prisión con expulsión del Ejército,7 aunque no llegó a cumplir la condena (fue indultado en 1940) y fue recolocado en una empresa estatal del INI. Murió en Cartagena en 1976 (70 años).
Fernando Oliva Llamusí era un marino muy capacitado (se le consideraba el que hundió el crucero "Baleares", un año antes), que al parecer tenía convicciones anticomunistas y pro-franquistas. Ostentaba el grado de Teniente de Navío en Marzo de 1939. Se unió a los quintacolumnistas, deteniendo a Galán cuando llegó para tomar posesión de su destino, y participando en el intento de la toma de la ciudad por los franquistas. Como Espa Ruiz, estaba bien relacionado, y logró un puesto como ingeniero en lo que luego llegaría a ser Bazán. También como él, había sido expulsado del ejército y no logró el reingreso.
Joaquín Pérez Salas: Militar de gran capacidad (fue incluso alabado por Queipo de Llano) era Teniente Coronel cuando, el 9 de Marzo, fue nombrado por los casadistas Comandante de la Base Naval de Cartagena. Convencido de no haber hecho nada malo, se negó a huir, incluso teniendo posibilidad de embarcar en el petrolero “Campillo”. Como “recompensa”, fue detenido, juzgado y fusilado el 4 de Agosto, a los 53 años.
Por no alargarme ya más, voy a cerrar recordando el destino de uno de los militares más dignos que aceptó rendirse a los franquistas: Manuel Cascón Briega, el último Jefe de la Aviación. Tenía 44 años y el grado de Coronel cuando fue nombrado por el CND Jefe de la Aviación Militar Republicana; su cometido era ya, únicamente, entregar la flota aérea a los vencedores. Pundonoroso, se esforzó por cumplir con su misión e, incluso, realizó inventario de todo el material entregado a los vencedores. Dejó a sus subordinados la libertad de huir; pero él, personalmente, se negó a hacerlo, considerando su obligación permanecer en su puesto en Los Llanos (Albacete).8 Fue arrestado y, con los demás subordinados que habían rechazado la huida, trasladados a Valencia para ser juzgados. Cascón fue condenado a muerte por “rebelión”9 y fusilado el 3 de Agosto en Paterna.
Bien, ya hemos visto la “generosidad” con la que se comportaron los vencedores de la Guerra Civil; una vez engañados sus interlocutores con palabras de “benevolencia” y prometer buen trato para aquellos que no tuvieran delitos de sangre, se entregaron una represión fría y cruel.
Como hemos visto, los únicos de entre sus antiguos adversarios que salieron bien librados fueron los que escaparon de España. Entre los que cayeron en manos del bando vencedor, incluso los casadistas, que por cansancio de la guerra o, a veces, por cálculos personales, habían arruinado las últimas opciones de la República, fueron condenados a duras penas de prisión (muchos murieron sin volver a ser libres) o incluso fusilados. Muchos de ellos, seguramente, se plantearon en algún momento "¿Mereció la pena?"