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El Golpe de Estado de Casado (I): ¿Quería Negrín resistir hasta que estallase la Guerra Mundial?

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Entre los episodios de la Guerra Civil española, uno de los más desconocidos para la opinión pública (pese a existir bibliografía abundante) es el Golpe de Estado del coronel Segismundo Casado [Imagen en Notas] a principios de Marzo de 1939, que trajo como consecuencia el hundimiento de la resistencia republicana y el fin del conflicto.

La mitología franquista (continuada por autores como Ricardo de la Cierva y, más recientes, Pío Moa o José María Zavala; incluso gente con tanto prestigio como Stanley G. Payne) ha presentado siempre estos hechos como una movilización preventiva de comandantes militares republicanos, anarquistas y socialistas moderados (facción de Julián Besteiro) para evitar la toma del poder -mediante un Golpe de Estado- por el Gobierno de Juan Negrín y los comunistas, cuya intención sería prolongar la guerra de manera insensata. Juan Negrín (que, no lo olvidemos, era del PSOE) y el PCE, según estos autores, obedecían órdenes de la URSS y el Komintern, que trataban -a cambio de desangrar España- de obtener mejores bazas de cara a un futuro conflicto europeo.

Así se presentaba una curiosa simetría: el principio y el final de la Guerra Civil fueron protagonizados por un militar que daba un paso adelante para salvar a España de un Golpe de Estado comunista. Y a esta agradecida interpretación se apuntaron también los que apoyaron a Casado: otros militares profesionales, los anarquistas, los socialistas antinegrinistas y la facción de Besteiro. En parte para congraciarse con el vencedor, en parte por autojustificación y por odio al comunismo, sus memorias y escritos abundan en esta explicación.

En el otro extremo, también hay quien dice (menos frecuentemente, y en general por gente que no vivió personalmente los hechos, al menos desde una posición donde pudiese estar bien informado) que Negrín, con su famoso lema “resistir es vencer” preveía la cercanía del conflicto europeo entre el nazifascismo, por un lado, y la URSS y las democracias occidentales por otro, lo que haría que el conflicto español quedase sumergido en el otro y la II República recibiese el auxilio de los Aliados. Desde el punto de vista de quien sostiene estas teorías, Negrín tenía razón, y si no hubiese sido por el Golpe de Estado de Casado la República bien hubiese podido resistir hasta el estallido de la guerra europea.

Veremos todo esto (y más) en esta serie de capítulos que empieza hoy.

Negrín ha sido uno de los personajes más injustamente vilipendiados de la España Contemporánea. Desde el “robo del oro de Moscú” (cuando fue con acuerdo unánime del Consejo de Ministros del que él era titular de Hacienda como se pactó su envío a la Unión Soviética; y se hizo así porque su depósito en Francia, Reino Unido o EEUU hubiera hecho imposible su uso para comprar material de guerra por el bloqueo decretado a ambos contendientes; sin el “oro de Moscú”, la República hubiese perdido la guerra antes de final de 1936) o el supuesto servilismo a los comunistas (falso, como veremos), hasta su presunta sujeción a los planes de Moscú de alargar la guerra sin sentido (también falso). Negrín ha recibido invectivas de franquistas y no franquistas; cuando, con seguridad, es el hombre cuyo trabajo (aún con errores, por supuesto) permitió alargar la resistencia del Gobierno republicano, contra todo pronóstico, casi treinta y tres meses.

Para iluminar los últimos días de la República, empecemos respondiendo a la última pregunta:

1.- ¿Podría haber resistido la II República hasta la entrada en guerra de los Aliados con el Eje?

Reformulemos. En realidad, deberíamos preguntarnos: ¿pretendía Negrín aguantar hasta que una guerra generalizada salvase a la República? Y la respuesta es, rotundamente, NO.

Negrín, en realidad, sabía que la guerra estaba perdida desde, al menos, Octubre de 1938 (otros dirigentes republicanos, como Azaña, lo venían anunciando desde 1936, así que no puede decirse que fuese derrotista en exceso); no debido a la evolución de la Batalla del Ebro, sino a que Francia e Inglaterra, en los Acuerdos de Munich, habían decidido ceder a las pretensiones de Hitler sobre Checoslovaquia y, de paso, mostraban que, si no estaban dispuestos a ir a la guerra por los centroeuropeos, tampoco se atreverían a provocar a Hitler y Mussolini evitando la victoria de Franco - que de hecho buena parte de la opinión pública de esos países veía deseable - que los gobiernos francés e inglés daban ya por descontada. Además, por ese tiempo se decidió la retirada de las tropas internacionales que permanecían en España ayudando a uno u otro lado; y, aunque no se cumpliera del todo, reforzó aún más la seguridad de Negrin de que las Democracias Occidentales no les iban a ayudar: no lo habían hecho cuando había decenas de miles de italianos y alemanes en España... ¿cómo lo iban a hacer ahora?

Las democracias occidentales, desde el principio de la guerra, habían dejado sola a la II República frente a la decisiva ayuda italoalemana (por eso tuvo que recurrir a la ayuda soviética, no por filocomunismo); así que Negrín no podía esperar absolutamente nada de ellos. Pero lo peor aún estaba por llegar.

Durante la Ofensiva de Cataluña (23 de Diciembre de 1938 a 10 de Febrero de 1939) la superioridad en material (blindados, artillería, aviación) de los franquistas era abrumadora (no tanto en hombres) y la moral del Ejército Popular era muy baja; pero en Francia había material comprado por el Gobierno de la República que, de haber llegado a manos de sus destinatarios a tiempo, podría haber, si no evitado la debacle, al menos retrasado el hundimiento. Pero no se hizo así; la frontera se abrió para dejar pasar el material el día 20 de Enero, cuando las tropas franquistas estaban ya a 20 km de Barcelona, y no sirvió para nada útil. Barcelona cayó seis días después, y el 11 de Febrero los sublevados ocuparon el último pueblo catalán. La mayor parte del Grupo de Ejércitos de la Región Oriental y las autoridades republicanas pudieron ponerse a salvo, pasando la frontera.

El 1 de Febrero, las Cortes republicanas y el Gobierno celebraron una última reunión en Figueras, antes de pasar a Francia; tras ella, Negrín publicó un Manifiesto con los “Tres Puntos de Negrín”, innegociables para firmar la paz.1 Excepto el segundo, coincidían con lo que había dicho en repetidas ocasiones el propio Franco, aunque el Caudillo tenía otro concepto de lo que era “independencia de influencias extranjeras” y “persecución y represalia”.

Negrín sabía que su propuesta no tenía ninguna posibilidad de ser aprobada; si Franco no aceptaba otra cosa que la rendición incondicional desde el inicio de la guerra ¿cómo iba a cambiar de opinión ahora que tenía la victoria al alcance y que Gran Bretaña y Francia estaban a punto de reconocer al Gobierno de Burgos (lo hicieron el 26 de Febrero)? Sin embargo, publicó los Tres Puntos por la misma razón por la que, tras pasar a Francia, volvió al territorio controlado por el Gobierno Republicano, acompañado de varios ministros (Manuel Azaña se negó a volver, lo que hizo un daño inmenso a la credibilidad de la República) y mandos militares: ganar todo el tiempo posible. Pero ¿cuánto tiempo pensaba ganar?

La creencia en que, más tarde o más temprano, estallaría una guerra abierta en Europa era lugar común en la época de entreguerras. También entre la izquierda española, por lo que es lógico pensar que, en la época de la derrota republicana, subsistiese una pequeña esperanza de que una Guerra Europea salvase a la República. Sin embargo, una cosa es pensar que un conflicto puede estallar; otra muy distinta es saber cuándo, o confiar en un próximo estallido y, desde luego, es irresponsable fiar tu estrategia a una quimera.

En Febrero, nada hacía pensar que la guerra europea estallaría a tiempo para salvar a la República. Tras los Acuerdos de Munich, la paz en Europa parecía garantizada. Fue en Marzo cuando la situación de lo que quedaba del Estado Checo-Eslovaco hizo crisis y el Führer instauró un Protectorado en Bohemia-Moravia.2 En el Reino Unido se consideró que Hitler había faltado a su palabra, engullendo otro país; y la opinión pública, la oposición parlamentaria, incluso parte de su propio Partido Conservador cargó contra Neville Chamberlain, que pasó de "salvador de la paz" a "tonto claudicante" en pocos meses. Alocadamente, el 31 de Marzo Chamberlain anunció unilateralmente una garantía franco-británica a Polonia si sus fronteras eran violadas. Es lo que llevó, en Septiembre, a la guerra; pero en Febrero, como he dicho, nadie podía asegurar cuándo estallaría el conflicto.

Por otro lado, los ingleses (a los franceses no se les consultó para meterlos en la pomada) no pensaron en defender ni a los checos ni a la España republicana. Sólo dieron garantía a Polonia. El Gobierno de la República hubiese tenido que aguantar hasta Septiembre; y, como mucho, con las tropas y armas de que se disponía, y suponiendo que Negrín y los comunistas hubiesen superado la baja moral de muchas de sus unidades, hubiese podido resistir dos, como mucho tres meses.

¿Qué pretendía, pues, Negrín?

Pues la documentación primaria encontrada (diarios, telegramas, comunicaciones escritas, etc) permiten asegurar que lo que pretendía era: A) primero, resistir todo lo posible para realizar una evacuación ordenada, al menos de los republicanos que, sin distinción de partidos, corrían más peligro si caían en manos de Franco por estar más comprometidos con la República; B) segundo, preparar el paso hacia la clandestinidad (organizar y formar células; preparar pisos francos, escondites para armas y emisoras; prever la infiltración entre los sindicatos y organizaciones franquistas, etc) y c) tercero, organizar la ayuda a los exiliados.

¿En qué consistía, en líneas generales, el plan? Pues en que las tropas en los frentes resistieran lo posible para permitir su repliegue escalonado hasta un gran arco de tierra entre Valencia y Cartagena, donde la flota (protegida por la aviación leal) procedería a la evacuación del mayor número de personas posibles hacia la Argelia francesa. Franco había dicho que “nada tienen que temer quienes no tengan manchadas las manos de sangre”; pero Negrín no se fiaba, pues sabía cómo se las gastaba su enemigo.3 El ejemplo a imitar era la evacuación de Cataluña, donde se logró que las tropas y las autoridades llegasen a Francia. En la zona Centro-Sur Negrín pensaba hacer algo parecido, pero contaba con que los Frentes de primera línea aguantarían lo posible para la retirada ordenada; y, como no podían retroceder hasta una frontera terrestre, era esencial la lealtad de la Flota. Su defección, como veremos, selló el destino de miles de republicanos, que cayeron en manos de Franco.

¿Lo sabía Casado y quienes se sublevaron en Marzo? Rotundamente, SÍ. Obviamente, el Presidente del Gobierno no podía salir y decir públicamente que sólo pretendían resistir mientras organizaban la evacuación, porque está claro que esto hubiera causado un caos y un pánico desastrosos. Sus comunicados hablaron siempre de “resistir” sin dar plazos, pero informó de sus planes a los ministros, al presidente Azaña, a los embajadores en París y Londres, a las autoridades de los puntos estratégicos para la evacuación… Y, lo que es más importante: informó de su estrategia de evacuación, en una reunión en la Base Aérea de Los Llanos (Albacete) celebrada el 16 de Febrero, a los Mandos Militares de los Ejércitos de Tierra, la Aviación y la Flota. Incluyendo a los que luego dirigirían la traición (que lo fue) de Marzo: Segismundo Casado, Jefe del Ejército del Centro, y Miguel Buiza, Almirante Jefe de la Flota. Incluso, a través de Casado, recibió la información Cipriano Mera, anarquista y Comandante del IV Cuerpo de Ejército, que se unió al Golpe de Casado y garantizó su éxito.

Lo más sangrante es que tanto Manuel Azaña (que se negó a secundar a Negrín tras la derrota en Cataluña, perjudicando el prestigio republicano en la diplomacia exterior) como Casado y casi todos los golpistas decían pretender lo mismo: conseguir la evacuación de la mayor parte de republicanos posibles. De modo que, ya de entrada, el Golpe de Casado era perfectamente inútil.

Pero eso lo veremos en otros episodios. Para empezar, en el siguiente artículo veremos los argumentos de los golpistas: la subordinación de Negrín a los comunistas y el inminente golpe comunista.

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