¿Por qué deberíamos alegrarnos de que el precio de la gasolina no deje de subir?
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Si uno llega a la gasolinera y le dicen que el precio al público se ha duplicado de la noche a la mañana, probablemente sus labios esbozarán una fina línea de contrariedad. Sin embargo, a poco que analice con perspectiva la situación a corto o medio plazo, quizá los labios se arqueen en una sonrisa. Tras un análisis de las externalidades negativas que trae el consumo de gasolina, los impuestos altos por hidrocarburos pueden ser una bendición. Y no solo porque eso mejoraría el medioambiente, sino que se reducirían los accidentes y los atascos.