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Alejandro Magno y la muerte de su padre ¿culpable o inocente? (II)

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Volvamos, pues, al año 336 A.C. y al teatro de Egas (que, por cierto, corresponde a la actual localidad griega de Vergina), donde el rey acaba de ser asesinado por un oficial macedonio.

Supongo que habrán imaginado que el regicida no era otro que Pausanias, aquel joven que se consideraba gravemente ofendido por Filipo.1

Pausanias trató de huir aprovechando la confusión y que los notables, Alejandro entre ellos, no llevaban armas. Según Diodoro de Sicilia intentó escapar hacia unos viñedos, donde le esperaban unos cómplices con caballos. Evidentemente, pues, existía un plan premeditado, una conspiración para el regicidio.

Como Egas (Vergina) se encuentra en plena Macedonia Central, a más de 100 Km de Tesalia o cualquier otra frontera del reino, se especuló con la posibilidad de que Pausanias pensase esconderse en las montañas; pero, dada la caza despiadada que, sin duda, los hombres del rey hubiesen llevado a cabo, y la necesidad de la estructura de apoyo que se requiere para sobrevivir en el monte (y con la que Pausanias no contaba) las fuentes antiguas se inclinan por la posibilidad de que los cómplices hubiesen preparado caballos de repuesto, dispuestos en varias etapas, para que el fugitivo se pusiese a salvo.

Pero ninguna de las ciudades cercanas (todas bajo la influencia macedonia) le hubiese abierto las puertas, pues eso hubiese atraído sobre ellas la ira de los sucesores de Filipo.2 Solo lugares militarmente poderosos podían arriesgarse a ello. Por eso, hay fuentes antiguas que opinan que, con los caballos, Pausanias podía dirigirse a Tebas, Atenas, o tomar un barco en la costa tesalia para huir a la propia Atenas o a Persia.

En cambio, no parece que hubiese en marcha una conspiración palaciega para derrocar a Filipo; la muerte del rey de Macedonia siempre podía causar turbulencias sucesorias, pero está claro que, en este caso, no fue un golpe “desde dentro”.

Diodoro cuenta que Pausanias casi logró escapar, pero tropezó con unas viñas y cayó largo. Los primeros hombres que llegaron hasta él, Pérdicas y Leonato (dos amigos y posteriormente generales de Alejandro) lo mataron, aunque no todas las fuentes se muestran de acuerdo. Algunos cuentan que fue arrastrado de vuelta al teatro, donde fue ejecutado sumariamente por los nobles macedonios (los crímenes de traición, entre los militares macedonios, no eran juzgados por el rey, sino por el ejército). Si Pausanias no fue muerto en el momento de su detención, pudo haber una especie de juicio sumarísimo allí mismo (testigos, nacionales y extranjeros, los había a patadas) y una ejecución sin demora.

Esto sirvió para que lenguas maliciosas acusaran al hijo de la muerte del padre, y presentasen como pruebas el “Qui prodest?; ¿a quién beneficia?”, señalando la posibilidad de que los cargos obtenidos por los camaradas de Alejandro lo fueran por su colaboración en la muerte y ocultación posterior del crimen. Como vemos, nada nuevo hay bajo el sol, y ya en la Grecia clásica, los conspiracionismos pensaban de idéntica manera que ahora.

En realidad, no resulta nada extraño que, ante un regicidio, los guerreros macedonios reaccionaran brutalmente ante el crimen de Pausanias. Los historiadores que opinan que es extraña la reacción de Pérdicas y Leonato están juzgando desde el punto de vista actual, donde hay un Poder Judicial independiente; unas fuerzas policiales que se conocen la legislación al dedillo y que tienen prohibido maltratar a los detenidos; donde todos sabemos que hay que garantizar un juicio justo, etc. Pero deberían recordar que, incluso en el mundo contemporáneo, magnicidios como los de Alfonso XIII (fracasado), Francisco Fernando de Hagsburgo, o Sadat de Egipto, se saldaron con intentos de linchamiento de los autores, cuando les pudieron echar el guante las enfurecidas masas.

Con más razón, en la Edad Antigua, y en la monarquía macedonia, el asesino no podía esperar clemencia si sus compañeros, agresivos militares, entrenados para la violencia y la dureza, lo enganchaban.

Por otro lado, como queda dicho, hay versiones que apuntan a que Pérdicas y Leonato, acompañados de otros militares, llevaron hasta el teatro a Pausanias para ejecutarlo allí. Alguno de los que detuvieron a Pausanias, según estas versiones, era del mismo clan que el asesino, lo que desde luego se debería a que quisiesen manifestar su lealtad al nuevo rey ejecutando al asesino de su padre, y aporta peso a lo que decíamos antes: no había un Golpe de Estado preparado para seguir al asesinato.

En cuanto a la “recompensa” (los honores para "comprar el silencio") de quienes dan muerte a Pausanias, los que sostienen esta teoría pasan por alto el hecho de que Pérdicas y Leonato eran dos muy buenos militares, como los demás Compañeros de Alejandro, que también recibieron los mismos o más honores sin haber matado a Pausanias. De hecho, en las primeras campañas de Alejandro los Compañeros, con alguna excepción, no ostentaron grandes honores militares. Mandaban compañías, mientras que los veteranos de su padre, como Parmenión, o Filotas, tenían grados superiores. Fue posteriormente cuando el rey fue dando entrada a los mandos más jóvenes, relevando a los viejos generales de su padre. No se conoce que ascendiese a Pérdicas o Leonato, por ejemplo, por encima de sus méritos.3

Por otro lado, fijémonos en que Pausanias estuvo a punto de escapar. Si Alejandro hubiera planeado todo para asesinar a su padre, silenciando después a Pausanias, su plan hubiese sido una chapuza de época, pues sólo el tropezón del fugitivo impidió la huida.

Otro punto que casi no se ha comentado: Alejandro, todas las fuentes están de acuerdo, estaba desarmado. Si sabía que iban a asesinar a su padre; si él estaba detrás del regicidio, está claro que tras el crimen planearía dar un golpe de efecto y ser coronado rey, como ocurrió en realidad. [imagen: Coronación de Alejandro, en representación medieval] Sin embargo, fue un momento muy peligroso, en el que podría haber estallado un motín. Filipo, en realidad, había usurpado la corona de su sobrino Amintas IV. Éste, u otros primos de Alejandro, podrían haber aprovechado la muerte del rey para asesinar también a su hijo y coronarse alguno de ellos. En la violenta historia de la monarquía macedonia, no hubiera sido la primera vez que ocurría algo así...

Más motivos para dudar de la culpabilidad de Alejandro: la oportunidad del momento. Es posible que Alejandro no tuviese aprecio por su padre, y quizás anhelaba que más bien pronto le dejase el campo libre. Pero de ahí a matarlo... Y de ser así ¿hacía falta hacerlo delante de toda Macedonia, medio Epiro, y media Grecia? En muy poco tiempo, los macedonios partirían hacia Persia, a una empresa en la que pasarían más peligros que en toda su vida. Tendría mil y una posibilidades de cometer su asesinato y hacerlo pasar por un hecho de guerra.

Psicológicamente, además, el perfil de Alejandro hace casi imposible su responsabilidad en el crimen: aún suponiendo que no le creyese su padre biológico, Alejandro no fue nunca el tirano oriental, matando “conspirativamente”, que la propaganda ateniense quiso presentar, y menos lo sería a los veinte años. Las muertes achacables a Alejandro lo fueron en el calor de la batalla o de la bronca, o de manera legal, a la luz pública, en su función de rey. Nunca se le conoció ni una muerte como la de Filipo. De haberlo hecho, y viendo cómo se comportó ante otras muertes, sin duda los remordimientos le hubieran vuelto medio loco.

Habiendo visto que la probabilidad de que Alejandro estuviera complicado es, a mi juicio, baja, veremos en el último episodio quién puede ser el máximo sospechoso.

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