Y, de acuerdo con esa Ley, cualquier persona que hubiese tomado las armas contra los golpistas de 1936, o que hubiese hecho cosas activamente a favor de las izquierdas, era reo de "Rebelión Militar" y previsiblemente condenado a muerte; y, peor aún, quien se hubiese significado tras 1934 (claro que eso incluía a todos los izquierdistas de la República), incluyendo los simples afiliados pasivos, podía ser condenado a décadas de cárcel por "auxilio a la Rebelión"
Que Casado, conociendo (como debía conocer) la represión en ciudades que habían sido siempre franquistas tras el 18-J como Burgos, Zaragoza, Navarra, etc, creyese que podía llegar a un "pacto entre caballeros" con esos energúmenos, dice mucho de su ingenuidad.
Azaña... es harina de otro costal. Pesimista, enfrentado a muchos de los republicanos, con rencores hacia varios de ellos, se negó a volver a la España republicana con Negrín; lo que es peor, dimitió, lo que causó una gravísima crisis institucional. Las Leyes Republicanas estipulaban que, ante la renuncia o incapacidad del presidente de la República, debía tomar su puesto el Presidente de las Cortes (Martínez Barrio) que lo hizo.
Pero también que Martínez Barrio debía convcar nuevas elecciones no sé si en 7 o 15 días, lo cual era absurdo en medio de un Estado de Guerra (oficialmente declarado).
Esto sirvió a los franquistas, a Francia, Reino Unido, Alemania e Italia ( y a los enemigos internos de Negrín, como el propio Casado) a denunciar la situación acéfala de España. Azaña decía querer utilizar sus contactos para que Francia y Reino Unido obligasen a Franco a pactar una paz justa, pero lo que hizo es cargar más de razones a los enemigos de Negrín. Francia y RU conocían (por espias) la intención de Azaña de dimitir, se desentendieron de su plan, y reconocieron a Franco el 27 de Febrero. Azaña dimitió el 28. Un desastre
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