El combustible de queroseno utilizado por los cohetes Falcon de SpaceX es una mezcla de hidrocarburos, compuesta por átomos de carbono e hidrógeno. Estos reaccionan con el oxígeno líquido para formar dióxido de carbono (CO2), vapor de agua (H2O) y partículas de carbón negro u hollín que se desprenden del escape del cohete.
El CO2 y el H2O son potentes gases de efecto invernadero, y las partículas de hollín negro son muy eficaces para absorber los rayos del sol. Esto significa que todas estas sustancias químicas contribuyen a calentar la atmósfera de la Tierra.
Los óxidos de nitrógeno (NOx), contaminantes atmosféricos reactivos, también se forman durante el lanzamiento debido a las altísimas temperaturas que provocan una reacción de unión entre las moléculas de nitrógeno y oxígeno, normalmente estables. Los NOx también se producen cuando los componentes reutilizables del cohete regresan a la Tierra, debido a las temperaturas extremas producidas por la fricción de sus escudos térmicos cuando atraviesan la mesosfera a 40-70 km.
Cuando estas partículas entran en contacto con la capa de ozono (en la estratosfera), convierten el ozono en oxígeno, agotando la frágil envoltura que protege al planeta de la dañina radiación UV del sol.
Aunque las emisiones totales de CO2 de este lanzamiento serán pequeñas en comparación con las de la industria aeronáutica mundial, las emisiones por pasajero serán unas 100 veces las de un vuelo de larga distancia.
Las emisiones de hollín también son mucho menores que las de la industria aeronáutica, pero cuando se libera en la atmósfera media y superior, el hollín tiene un efecto de calentamiento 500 veces mayor que en los niveles más cercanos a la Tierra. Esto se debe, en parte, a que normalmente no hay nubes y pocos o ningún aerosol que compita con el hollín para absorber los rayos del sol.
Un cofundador de Axiom ha comparado las posibilidades de crear redes industriales y comerciales en la órbita terrestre baja con los primeros días del desarrollo de Internet, que ahora es una tecnología de acceso casi universal.
Si ampliamos esa analogía para imaginar niveles igualmente altos de acceso a la economía de la órbita terrestre baja, es probable que los lanzamientos de cohetes sean mucho más comunes que los 146 lanzamientos logrados en 2021.
Este escenario alteraría sustancialmente el clima de la Tierra y socavaría nuestros importantes avances en la reparación de la capa de ozono. Como mínimo, se necesita urgentemente una investigación para evaluar las consecuencias de una floreciente economía de la órbita terrestre para nuestro planeta de abajo.
#1"Aunque las emisiones totales de CO2 de este lanzamiento serán pequeñas en comparación con las de la industria aeronáutica mundial, las emisiones por pasajero serán unas 100 veces las de un vuelo de larga distancia."
Estoy en contra de vuelos humanos al espacio, el retorno científico de semejante inversión en la seguridad necesaria y con dinero público es ridículo. Pero de ahí a preocuparse por lo que contaminan los menos de 150 lanzamientos mundiales de cohetes al año es ridículo. Para hacerse una idea: cada dia vuelan 12 millones de personas.
Este tipo de sandeces histéricas son los que propician que cada vez a más gente le tire para atrás cualquier cosa que se diga sobre calentamiento, contaminación, etc.
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El CO2 y el H2O son potentes gases de efecto invernadero, y las partículas de hollín negro son muy eficaces para absorber los rayos del sol. Esto significa que todas estas sustancias químicas contribuyen a calentar la atmósfera de la Tierra.
Los óxidos de nitrógeno (NOx), contaminantes atmosféricos reactivos, también se forman durante el lanzamiento debido a las altísimas temperaturas que provocan una reacción de unión entre las moléculas de nitrógeno y oxígeno, normalmente estables. Los NOx también se producen cuando los componentes reutilizables del cohete regresan a la Tierra, debido a las temperaturas extremas producidas por la fricción de sus escudos térmicos cuando atraviesan la mesosfera a 40-70 km.
Cuando estas partículas entran en contacto con la capa de ozono (en la estratosfera), convierten el ozono en oxígeno, agotando la frágil envoltura que protege al planeta de la dañina radiación UV del sol.
Aunque las emisiones totales de CO2 de este lanzamiento serán pequeñas en comparación con las de la industria aeronáutica mundial, las emisiones por pasajero serán unas 100 veces las de un vuelo de larga distancia.
Las emisiones de hollín también son mucho menores que las de la industria aeronáutica, pero cuando se libera en la atmósfera media y superior, el hollín tiene un efecto de calentamiento 500 veces mayor que en los niveles más cercanos a la Tierra. Esto se debe, en parte, a que normalmente no hay nubes y pocos o ningún aerosol que compita con el hollín para absorber los rayos del sol.
Un cofundador de Axiom ha comparado las posibilidades de crear redes industriales y comerciales en la órbita terrestre baja con los primeros días del desarrollo de Internet, que ahora es una tecnología de acceso casi universal.
Si ampliamos esa analogía para imaginar niveles igualmente altos de acceso a la economía de la órbita terrestre baja, es probable que los lanzamientos de cohetes sean mucho más comunes que los 146 lanzamientos logrados en 2021.
Este escenario alteraría sustancialmente el clima de la Tierra y socavaría nuestros importantes avances en la reparación de la capa de ozono. Como mínimo, se necesita urgentemente una investigación para evaluar las consecuencias de una floreciente economía de la órbita terrestre para nuestro planeta de abajo.
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Estoy en contra de vuelos humanos al espacio, el retorno científico de semejante inversión en la seguridad necesaria y con dinero público es ridículo. Pero de ahí a preocuparse por lo que contaminan los menos de 150 lanzamientos mundiales de cohetes al año es ridículo. Para hacerse una idea: cada dia vuelan 12 millones de personas.
Este tipo de sandeces histéricas son los que propician que cada vez a más gente le tire para atrás cualquier cosa que se diga sobre calentamiento, contaminación, etc.