Hay mucha gente empeñada en que la clave está en poner a las personas adecuadas en la política. O que hay que invertir más en la fiscalía anticorrupción, en hacienda y en las unidades de delincuencia económica. O que si hay que poner un programa de protección de testigos, o que si hay que prohibir el dinero en efectivo, o cosas de lo más variopinto.
Todo eso está muy bien, pero el sistema es el que es, y produce lo que produce. Si quieres acabar con el problema de raíz, no tienes que perseguir al constructor que soborna con un maletín al concejal de urbanismo. Sencillamente tienes que eliminar el incentivo del constructor, y el problema se soluciona solo. O dicho de otra manera, si el político no puede prohibirte construir vivienda en su término municipal, el constructor no tiene por qué sobornarle.
Lo mismo pasa con las redes clientelares. Si los políticos no pudieran dar subvenciones, las asociaciones no tendrían incentivo alguno para vincularse con los partidos, como groseramente sucede a nivel local, autonómico y estatal. No hay puertas rotatorias a menos que la empresa quiera devolverle el favor a un regulador amistoso. Si el político no regula, no hay favores ni captación.
Al final la solución es muy simple: Estado pequeño, corrupción pequeña.
0k 9
Hemos deshabilitado la autenticación con Facebook. Si entras a Mediatize con una cuenta de Facebook, lee esto.
*
Hay mucha gente empeñada en que la clave está en poner a las personas adecuadas en la política. O que hay que invertir más en la fiscalía anticorrupción, en hacienda y en las unidades de delincuencia económica. O que si hay que poner un programa de protección de testigos, o que si hay que prohibir el dinero en efectivo, o cosas de lo más variopinto.
Todo eso está muy bien, pero el sistema es el que es, y produce lo que produce. Si quieres acabar con el problema de raíz, no tienes que perseguir al constructor que soborna con un maletín al concejal de urbanismo. Sencillamente tienes que eliminar el incentivo del constructor, y el problema se soluciona solo. O dicho de otra manera, si el político no puede prohibirte construir vivienda en su término municipal, el constructor no tiene por qué sobornarle.
Lo mismo pasa con las redes clientelares. Si los políticos no pudieran dar subvenciones, las asociaciones no tendrían incentivo alguno para vincularse con los partidos, como groseramente sucede a nivel local, autonómico y estatal. No hay puertas rotatorias a menos que la empresa quiera devolverle el favor a un regulador amistoso. Si el político no regula, no hay favores ni captación.
Al final la solución es muy simple: Estado pequeño, corrupción pequeña.