#3#2 Hitler parece que era un enfermo mental o por lo menos con algunas taras.
Deberiamos replantarnos nuestras democracias que hace que un individuo, como poco no apto para dirigir un pais, llegue a ganar las elecciones.
Sin llegar a tanto, vemos que nuestros politicos que llegan a los partidos con mas representación no son ni medio competentnes.
Nuestras democracias no seleccionan a los mas capaces, sino puede que todo lo contrario y a veces a gente tan dañina como hitler.
Bueno... Hitler no parece que tuviese una enfermedad mental como tal. Al menos hasta que, tras 1944, se fue convirtiendo en una ruina humana, sumido en la depresión y la desconfianza hacia todo el mundo. Expertos en Salud Mental han dicho que tenía una "identificación hipertrófica con el pueblo alemán y, hasta cierto punto, megalomanía"; en plata, que se veía como depositario, representante y guía enviado por la Providencia (Führer) para llevar al Pueblo Ario a la cabeza del Nuevo Orden Mundial. Eso dudosamente puede ser considerado una enfermedad mental; sobre todo porque este juicio está muy mediatizado por los aposteriorismos (sabemos lo que hizo) y por la propaganda de sus enemigos.
Tenemos un ejemplo: sus famosos berrinches. Es conocido que Hitler ensayaba sus gestos, sus discursos, sus aparentes raptos de ira, para impactar mejor sobre sus oyentes y apabullar a los que debatían con él: tal hizo al presidente de Austria, al de Checoslovaquia, a Mussolini, muchos generales... Y no era tanto un rapto de ira como una rápida y, aparentemente, inacabable sucesión de datos (Hitler tenía una memoria increíble) amenazas, etc que no dejaban meter baza al otro. Pero tras avasallar a sus oponentes, era capaz de pasar en un segundo a bromear con sus subalternos y enorgullecerse de la claudicación del rival.
La historia de que "se arrojaba al suelo echando espuma y mordía las alfombras" es también falsa. Surge de una expresión alemana ("se come las alfombras") que se traduce en español por "se sube por las paredes". Se lo dijo un subordinado alemán a un periodista inglés o americano (antes de la guerra); el periodista lo entendió mal, o lo quiso entender mal... Y ahí surgió la leyenda.
Hitler es, sobre todo, un producto de su tiempo: sus reivindicaciones (el Sarre, el Ruhr, los Sudetes, el Anschluss, Memel e incluso Danzig y el Corredor polaco) eran reivindicaciones finales de todos los políticos de la República de Weimar, desde socialdemócratas a la derecha (los comunistas querían otra cosa... No precisamente menos sangrienta); la diferencia es que el método de socialdemócratas era pacífico (ir recuperando la primacía económica alemana en Europa, llegar a acuerdos no violentos con sus vecinos, y Hitler despreciaba a sus vecinos y buscaba lo mismo con la amenaza y los faroles: durante seis años le fue bien.
Comparen con Stalin. Sin ser un enfermo mental, tenía un carácter con bastantes rasgos de paranoia. Pero él tenía otra estrategia. La astucia. Se sentaba, escuchaba, se mostraba de acuerdo, daba opiniones con una voz suave, nunca olvidaba tampoco un dato... Y llegado el momento establecía alianzas con uno u otro. Así se cargó a los que le hacían sombra a la sucesión de Lenin (que consideraban a Stalin un palurdo montaraz) y así participó en las Conferencias de Yalta, Teherán y Postdam, saliéndose con la suya (aunque no tanto como dice la propaganda occidental)
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Deberiamos replantarnos nuestras democracias que hace que un individuo, como poco no apto para dirigir un pais, llegue a ganar las elecciones.
Sin llegar a tanto, vemos que nuestros politicos que llegan a los partidos con mas representación no son ni medio competentnes.
Nuestras democracias no seleccionan a los mas capaces, sino puede que todo lo contrario y a veces a gente tan dañina como hitler.
Bueno... Hitler no parece que tuviese una enfermedad mental como tal. Al menos hasta que, tras 1944, se fue convirtiendo en una ruina humana, sumido en la depresión y la desconfianza hacia todo el mundo. Expertos en Salud Mental han dicho que tenía una "identificación hipertrófica con el pueblo alemán y, hasta cierto punto, megalomanía"; en plata, que se veía como depositario, representante y guía enviado por la Providencia (Führer) para llevar al Pueblo Ario a la cabeza del Nuevo Orden Mundial. Eso dudosamente puede ser considerado una enfermedad mental; sobre todo porque este juicio está muy mediatizado por los aposteriorismos (sabemos lo que hizo) y por la propaganda de sus enemigos.
Tenemos un ejemplo: sus famosos berrinches. Es conocido que Hitler ensayaba sus gestos, sus discursos, sus aparentes raptos de ira, para impactar mejor sobre sus oyentes y apabullar a los que debatían con él: tal hizo al presidente de Austria, al de Checoslovaquia, a Mussolini, muchos generales... Y no era tanto un rapto de ira como una rápida y, aparentemente, inacabable sucesión de datos (Hitler tenía una memoria increíble) amenazas, etc que no dejaban meter baza al otro. Pero tras avasallar a sus oponentes, era capaz de pasar en un segundo a bromear con sus subalternos y enorgullecerse de la claudicación del rival.
La historia de que "se arrojaba al suelo echando espuma y mordía las alfombras" es también falsa. Surge de una expresión alemana ("se come las alfombras") que se traduce en español por "se sube por las paredes". Se lo dijo un subordinado alemán a un periodista inglés o americano (antes de la guerra); el periodista lo entendió mal, o lo quiso entender mal... Y ahí surgió la leyenda.
Hitler es, sobre todo, un producto de su tiempo: sus reivindicaciones (el Sarre, el Ruhr, los Sudetes, el Anschluss, Memel e incluso Danzig y el Corredor polaco) eran reivindicaciones finales de todos los políticos de la República de Weimar, desde socialdemócratas a la derecha (los comunistas querían otra cosa... No precisamente menos sangrienta); la diferencia es que el método de socialdemócratas era pacífico (ir recuperando la primacía económica alemana en Europa, llegar a acuerdos no violentos con sus vecinos, y Hitler despreciaba a sus vecinos y buscaba lo mismo con la amenaza y los faroles: durante seis años le fue bien.
Comparen con Stalin. Sin ser un enfermo mental, tenía un carácter con bastantes rasgos de paranoia. Pero él tenía otra estrategia. La astucia. Se sentaba, escuchaba, se mostraba de acuerdo, daba opiniones con una voz suave, nunca olvidaba tampoco un dato... Y llegado el momento establecía alianzas con uno u otro. Así se cargó a los que le hacían sombra a la sucesión de Lenin (que consideraban a Stalin un palurdo montaraz) y así participó en las Conferencias de Yalta, Teherán y Postdam, saliéndose con la suya (aunque no tanto como dice la propaganda occidental)