José María García, como decía en mi anterior comentario, se hizo el amo del periodismo deportivo por su "estilo" irrespetuoso, insultando, poniendo motes, burlándose de la autoridad (aunque fuese deportiva); lo que, en la época de finales de los setenta y principios de los ochenta, era toda una novedad, tras un franquismo en el que no se podía decir nada que ofendiese a los mandamases.
Pero no se limitó a éso. Era dictatorial, tiránico, abusaba de los subordinados y extorsionaba y chantajeaba a tirios y troyanos, aprovechando el poder que llegó a tener.
Uno de mis amigos trabajó un tiempo en Antena 3 Zaragoza y, en cuanto pudo, se largó asqueado. Una de las anécdotas que me contó ocurrió durante la huelga de futbolistas, durante la cual García tomó partido acérrimo por los futbolistas (al menos, en sus reivindicaciones fiscales, no tenían razón, pero a Butanito quién tuviera razón le daba igual) y contra Hacienda y los directivos del fútbol (como siempre). Pues bien, Butanito dio la orden de que los futbolistas que no secundaran la huelga no fueran nombrados por su nombre, sino como "Esquirol número 4", o el número que fuese. Pues bien, un locutor de provincia (no era Zaragoza) cantó un gol de su equipo y, con la emoción, dio el nombre del jugador. García entró inmediatamente en antena, con malas formas: "¿Cómo? ¿Cómo?". El locutor, asustado, balbuceó... "Quiero decir el... el esquirol número 7 " o el que fuera. Hasta ahí se oyó en abierto. Lo que no se oyó, y me contó mi amigo, es que García aprovechó la primera pausa publicitaria para llamar al locutor por la emisora y a micrófono cerrado para los oyentes (pero abierto para los demás locutores) le metió una filípica tremenda, le amenazó con el despido inmediato... Así era García. Según mi amigo, si no le despidió es porque le "ponía palote" este tipo de escenas, con gente a la que aplastar bajo el tacón de su bota. Si el pobre locutor, en lugar de pedir perdón y llorar, le hubiese llevado la contraria, le hubiese echado sin contemplaciones.
Él echa la culpa a Aznar, porque no le apoyó durante su caída (Pedro Jota también tenía un montón de agravios contra F. González, Aznar, y Zapatero, que según él le prometían cosas que luego no cumplían) pero, en realidad, el problema de Butanito es que se hizo muchos y muy poderosos enemigos, dentro y fuera del deporte, dentro y fuera de la radio. Mientras le tuvieron miedo (a él y a sus "dossieres") pocos se atrevían con él, pero cuando De la Morena le derrotó y humilló (con sus mismas armas, De la Morena no es mucho mejor) todos los que le tenían miedo hicieron leña del árbol caído.
Hay una anécdota sobre su enfrentamiento personal con Luis del Olmo, cuando compartían trabajo en la COPE. Un año que García seguía la Vuelta a España, en muchas etapas invadía el horario del programa de Del Olmo, que venía después. A Del Olmo (que era un Peso Pesado radiofónico también) no le gustaba y se quejó, pero la emisora trataba de evitar una bronca entre los dos. Finalmente, un día en que el pelotón estaba relativamente cerca de Meta (pero aún quedaba una buena media hora para llegar) el regidor trató de devolver la conexión para que empezase el programa de Del Olmo: "José María, cortamos la conexión, volveremos para narrar el final de etapa". Pero García, con su "estilo" habitual, con malos modos, respondió: "¡No cortamos nada, compañeros! ¡No cortamos nada! ¡Seguimos en directo hasta el final de etapa". Sin embargo, el regidor había dado ya paso al estudio donde Luis del Olmo esperaba la conexión, y se oyó, antes de que se cortase, la voz de Luis del Olmo diciendo: "¡Es la última vez que ese enano cabrón me jode el programa!" (o algo así). García se había hecho un enemigo formidable en las ondas de radio...
Otra de sus características eran la amenaza y extorsión a aquellos a los que quería amedrentar: "Valdano, Valdanete, mira que tiro de Dossier..." En realidad no tenía en la mayoría de sus "Dossieres" nada delictivo ni vergonzante, sólo era una manera de advertir de que podría hacer una campaña de prensa contra quien fuese, contando aspectos ridículos (como lo de cuántos langostinos se había comido), chismes o rumores. Amenazas oscuras y emboscadas, como las de Ripio en Menéame.
En cambio, nunca contó nada de Campechano, y mira que había material... Una vez, en una entrevista, le oí decir que, aunque supiese algo de Él, no lo contaría "por lo que le debía toda España". Imagino que, por entonces, ya sabía más de una y más de cien de las gollerías de Campechano.
El artículo que he enlazado cuenta cómo obligaba a los directores de los equipos ciclistas a dejarle colocar su culo en los coches de seguimiento, y a impedir el trabajo de otros periodistas. El amigo que he contado que trabajó un tiempo en su emisora de Zaragoza me contaba que los técnicos de baloncesto que comentaban con él los partidos se callaban ante muchas de las pifias y opiniones poco documentadas (porque García, de baloncesto, entendía más bien poco) para no incurrir en las iras de Supergarcía. El problema no era que les invitara o no a su programa, sino que enemistarse con él podría costarles una campaña de ataques de los suyos.
Además era más bien hipócrita. Recuerdo que estuvo varios meses exigiendo la dimisión de nosequé directivo de un club deportivo (creo que del Barça); cuando al fin dimitió, por la noche le llamó cobarde "por huir como las ratas".
Y, ya para terminar, recuerdo que cuando el Barça fichó a Cruyff como entrenador, les puso a parir porque "mira que hay entrenadores españoles, con mucha experiencia en el banquillo". Por aquel tiempo, el Madrid contrató para el cuadro médico a Pirri, creando un puesto nuevo para él. Pues a Butanito ese fichaje le pareció muy bien, por la relación del exjugador con el club y porque, dijo, "el Madrid es una entidad privada y puede hacer con su dinero lo que quiera"... (¿El Barça no lo era?)
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José María García, como decía en mi anterior comentario, se hizo el amo del periodismo deportivo por su "estilo" irrespetuoso, insultando, poniendo motes, burlándose de la autoridad (aunque fuese deportiva); lo que, en la época de finales de los setenta y principios de los ochenta, era toda una novedad, tras un franquismo en el que no se podía decir nada que ofendiese a los mandamases.
Pero no se limitó a éso. Era dictatorial, tiránico, abusaba de los subordinados y extorsionaba y chantajeaba a tirios y troyanos, aprovechando el poder que llegó a tener.
Uno de mis amigos trabajó un tiempo en Antena 3 Zaragoza y, en cuanto pudo, se largó asqueado. Una de las anécdotas que me contó ocurrió durante la huelga de futbolistas, durante la cual García tomó partido acérrimo por los futbolistas (al menos, en sus reivindicaciones fiscales, no tenían razón, pero a Butanito quién tuviera razón le daba igual) y contra Hacienda y los directivos del fútbol (como siempre). Pues bien, Butanito dio la orden de que los futbolistas que no secundaran la huelga no fueran nombrados por su nombre, sino como "Esquirol número 4", o el número que fuese. Pues bien, un locutor de provincia (no era Zaragoza) cantó un gol de su equipo y, con la emoción, dio el nombre del jugador. García entró inmediatamente en antena, con malas formas: "¿Cómo? ¿Cómo?". El locutor, asustado, balbuceó... "Quiero decir el... el esquirol número 7 " o el que fuera. Hasta ahí se oyó en abierto. Lo que no se oyó, y me contó mi amigo, es que García aprovechó la primera pausa publicitaria para llamar al locutor por la emisora y a micrófono cerrado para los oyentes (pero abierto para los demás locutores) le metió una filípica tremenda, le amenazó con el despido inmediato... Así era García. Según mi amigo, si no le despidió es porque le "ponía palote" este tipo de escenas, con gente a la que aplastar bajo el tacón de su bota. Si el pobre locutor, en lugar de pedir perdón y llorar, le hubiese llevado la contraria, le hubiese echado sin contemplaciones.
Él echa la culpa a Aznar, porque no le apoyó durante su caída (Pedro Jota también tenía un montón de agravios contra F. González, Aznar, y Zapatero, que según él le prometían cosas que luego no cumplían) pero, en realidad, el problema de Butanito es que se hizo muchos y muy poderosos enemigos, dentro y fuera del deporte, dentro y fuera de la radio. Mientras le tuvieron miedo (a él y a sus "dossieres") pocos se atrevían con él, pero cuando De la Morena le derrotó y humilló (con sus mismas armas, De la Morena no es mucho mejor) todos los que le tenían miedo hicieron leña del árbol caído.
Hay una anécdota sobre su enfrentamiento personal con Luis del Olmo, cuando compartían trabajo en la COPE. Un año que García seguía la Vuelta a España, en muchas etapas invadía el horario del programa de Del Olmo, que venía después. A Del Olmo (que era un Peso Pesado radiofónico también) no le gustaba y se quejó, pero la emisora trataba de evitar una bronca entre los dos. Finalmente, un día en que el pelotón estaba relativamente cerca de Meta (pero aún quedaba una buena media hora para llegar) el regidor trató de devolver la conexión para que empezase el programa de Del Olmo: "José María, cortamos la conexión, volveremos para narrar el final de etapa". Pero García, con su "estilo" habitual, con malos modos, respondió: "¡No cortamos nada, compañeros! ¡No cortamos nada! ¡Seguimos en directo hasta el final de etapa". Sin embargo, el regidor había dado ya paso al estudio donde Luis del Olmo esperaba la conexión, y se oyó, antes de que se cortase, la voz de Luis del Olmo diciendo: "¡Es la última vez que ese enano cabrón me jode el programa!" (o algo así). García se había hecho un enemigo formidable en las ondas de radio...
Otra de sus características eran la amenaza y extorsión a aquellos a los que quería amedrentar: "Valdano, Valdanete, mira que tiro de Dossier..." En realidad no tenía en la mayoría de sus "Dossieres" nada delictivo ni vergonzante, sólo era una manera de advertir de que podría hacer una campaña de prensa contra quien fuese, contando aspectos ridículos (como lo de cuántos langostinos se había comido), chismes o rumores. Amenazas oscuras y emboscadas, como las de Ripio en Menéame.
En cambio, nunca contó nada de Campechano, y mira que había material... Una vez, en una entrevista, le oí decir que, aunque supiese algo de Él, no lo contaría "por lo que le debía toda España". Imagino que, por entonces, ya sabía más de una y más de cien de las gollerías de Campechano.
El artículo que he enlazado cuenta cómo obligaba a los directores de los equipos ciclistas a dejarle colocar su culo en los coches de seguimiento, y a impedir el trabajo de otros periodistas. El amigo que he contado que trabajó un tiempo en su emisora de Zaragoza me contaba que los técnicos de baloncesto que comentaban con él los partidos se callaban ante muchas de las pifias y opiniones poco documentadas (porque García, de baloncesto, entendía más bien poco) para no incurrir en las iras de Supergarcía. El problema no era que les invitara o no a su programa, sino que enemistarse con él podría costarles una campaña de ataques de los suyos.
Además era más bien hipócrita. Recuerdo que estuvo varios meses exigiendo la dimisión de nosequé directivo de un club deportivo (creo que del Barça); cuando al fin dimitió, por la noche le llamó cobarde "por huir como las ratas".
Y, ya para terminar, recuerdo que cuando el Barça fichó a Cruyff como entrenador, les puso a parir porque "mira que hay entrenadores españoles, con mucha experiencia en el banquillo". Por aquel tiempo, el Madrid contrató para el cuadro médico a Pirri, creando un puesto nuevo para él. Pues a Butanito ese fichaje le pareció muy bien, por la relación del exjugador con el club y porque, dijo, "el Madrid es una entidad privada y puede hacer con su dinero lo que quiera"... (¿El Barça no lo era?)