-- Adelante, abogado defensor.
-- Con la venia, Señoría. Mis dos defendidos, don Mohammed y don Yusuf, son dos jóvenes inconformistas que huyendo del futuro aciago que les esperaba en su país hicieron la peligrosa travesía para al final recalar en nuestra humilde ciudad, donde contribuirán con sus despiertas mentes y sus fuertes cuerpos de la mejor manera que saben. Creo que todos estaremos de acuerdo en que hay un grado de valentía considerable en quienes realizan tal viaje. Estamos ante dos personas de una especial valía, afortunados somos de tenerlos entre nosotros --sonrió.
Se oyó un tosido en la sala. El abogado continuó.
-- Pero antes de poder trabajar de la manera más productiva llegaron a la conclusión de que debían formarse. Creo que todos estaremos de acuerdo en este punto, también. Llegó a su conocimiento que en las cercanías de su domicilio había una residencia de estudiantes, justo lo que ellos quieren hacer, estudiar, formarse, y para allá que se encaminaron. Sólo pretendían solicitar un puesto en la residencia --dijo extendiendo sus brazos a los lados.
Prosiguió.
-- Cual fue su sorpresa que al llegar no había nadie para atenderles. Hubieran podido volverse a casa y esperar al día siguiente para regresar, pero era tal la alegría y excitación de haber alcanzado ese lugar tan importante para ellos, tan deseado, que no pudieron evitar penetrar en su interior. Sólo querían encontrar las respuestas que por mucho tiempo han buscado, su futuro estaba en ese edificio--dijo fijando la mirada en el infinito.
-- Pero--continuó tras haber permanezido inmóvil un par de segundos--, una vez en su interior se encontraron confusos en un laberinto de pasillos y sin nadie a la vista, sin nadie que les aconsejara. En un momento dado se encontraron un cuchillo en el suelo y ¿qué hicieron? Lo que hubiéramos hecho cualquiera de nosotros: llamar a las puertas, a cualquier puerta, para devolverlo a su dueño o a alguien que se pudiera encargar de tal objeto. Dejarlo ahí, en el suelo, hubiera supuesto un peligro para los estudiantes de la residencia que no creo que ninguno de nosotros deséaramos.
Algunos en el público asintieron.
-- Pero entonces, cual fue su sorpresa cuando tras llamar a una de las puertas les saliera al paso un estudiante en un estado de enajenación tal --no puedo decir que fuera drogado, pero podría irlo--, que les comenzó a atacar lanzándoles todo tipo de objetos que tenía su alcance: un móvil, un ordenador portátil apple, una mochila, una cartera... Oigan, ¿ustedes han visto lo afilados que son los móviles hoy en día? ¿Y esos ordenadores apple air? Oigan, no quieran ustedes recibir toda la fuerza de un golpe de canto realizado con uno de esos aparatos infernales. ¿Qué hicieron mis defendidos? Pues defenderse de la lluvia de objetos como buenamente pudieron, y como el estudiante seguía fuera de sí y en actitud amenazante al final lo tuvieron que retener físicamente usando un cinturón y una sudadera, por su bien y por el de todos los que allí se econtraban.
El abogado tomó agua rápidamente antes de seguir a la carga.
-- Bien. En este momento estos dos valientes jóvenes fueron a buscar ayuda y llamaron a otra de las puertas. Incomprensiblemente la persona que allí se hospedaba, nada más verlos, se echó al suelo y les comenzó a suplicar entre sollozos: "no me hagáis nada", "tomad mi dinero", "me encanta el cuscús". Miren ustedes si no es mala suerte dar en la misma noche, no con uno, sino con dos pirados en el mismo lugar. ¿Coincidencia? Mmmhhh, no lo creo.
Algunos asistentes se mostraron pensativos.
-- Pero es igual, no es este el lugar para dirimir qué circunstancias acaso ilegales concurren en la residencia, el caso es que tuvieron que tomar los diferentes aparatos de valor que esta persona les puso en sus manos y entonces decidieron marcharse del lugar, porque todo lo que estaba ocurriendo era muy raro y temían por su integridad física, imaginen si más estudiantes enajenados salieran en ese momento de sus habitaciones, lo que podría haber ocurrido... cualquier cosa.
Tras tomar aire profundamente lanzó la última parte de su alegato.
-- ¿De verdad les van a condenar por haber tenido la desgracia de haber sido las víctimas de dos personas con problemas psíquicos, en su búsqueda de un futuro mejor?
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-- Con la venia, Señoría. Mis dos defendidos, don Mohammed y don Yusuf, son dos jóvenes inconformistas que huyendo del futuro aciago que les esperaba en su país hicieron la peligrosa travesía para al final recalar en nuestra humilde ciudad, donde contribuirán con sus despiertas mentes y sus fuertes cuerpos de la mejor manera que saben. Creo que todos estaremos de acuerdo en que hay un grado de valentía considerable en quienes realizan tal viaje. Estamos ante dos personas de una especial valía, afortunados somos de tenerlos entre nosotros --sonrió.
Se oyó un tosido en la sala. El abogado continuó.
-- Pero antes de poder trabajar de la manera más productiva llegaron a la conclusión de que debían formarse. Creo que todos estaremos de acuerdo en este punto, también. Llegó a su conocimiento que en las cercanías de su domicilio había una residencia de estudiantes, justo lo que ellos quieren hacer, estudiar, formarse, y para allá que se encaminaron. Sólo pretendían solicitar un puesto en la residencia --dijo extendiendo sus brazos a los lados.
Prosiguió.
-- Cual fue su sorpresa que al llegar no había nadie para atenderles. Hubieran podido volverse a casa y esperar al día siguiente para regresar, pero era tal la alegría y excitación de haber alcanzado ese lugar tan importante para ellos, tan deseado, que no pudieron evitar penetrar en su interior. Sólo querían encontrar las respuestas que por mucho tiempo han buscado, su futuro estaba en ese edificio--dijo fijando la mirada en el infinito.
-- Pero--continuó tras haber permanezido inmóvil un par de segundos--, una vez en su interior se encontraron confusos en un laberinto de pasillos y sin nadie a la vista, sin nadie que les aconsejara. En un momento dado se encontraron un cuchillo en el suelo y ¿qué hicieron? Lo que hubiéramos hecho cualquiera de nosotros: llamar a las puertas, a cualquier puerta, para devolverlo a su dueño o a alguien que se pudiera encargar de tal objeto. Dejarlo ahí, en el suelo, hubiera supuesto un peligro para los estudiantes de la residencia que no creo que ninguno de nosotros deséaramos.
Algunos en el público asintieron.
-- Pero entonces, cual fue su sorpresa cuando tras llamar a una de las puertas les saliera al paso un estudiante en un estado de enajenación tal --no puedo decir que fuera drogado, pero podría irlo--, que les comenzó a atacar lanzándoles todo tipo de objetos que tenía su alcance: un móvil, un ordenador portátil apple, una mochila, una cartera... Oigan, ¿ustedes han visto lo afilados que son los móviles hoy en día? ¿Y esos ordenadores apple air? Oigan, no quieran ustedes recibir toda la fuerza de un golpe de canto realizado con uno de esos aparatos infernales. ¿Qué hicieron mis defendidos? Pues defenderse de la lluvia de objetos como buenamente pudieron, y como el estudiante seguía fuera de sí y en actitud amenazante al final lo tuvieron que retener físicamente usando un cinturón y una sudadera, por su bien y por el de todos los que allí se econtraban.
El abogado tomó agua rápidamente antes de seguir a la carga.
-- Bien. En este momento estos dos valientes jóvenes fueron a buscar ayuda y llamaron a otra de las puertas. Incomprensiblemente la persona que allí se hospedaba, nada más verlos, se echó al suelo y les comenzó a suplicar entre sollozos: "no me hagáis nada", "tomad mi dinero", "me encanta el cuscús". Miren ustedes si no es mala suerte dar en la misma noche, no con uno, sino con dos pirados en el mismo lugar. ¿Coincidencia? Mmmhhh, no lo creo.
Algunos asistentes se mostraron pensativos.
-- Pero es igual, no es este el lugar para dirimir qué circunstancias acaso ilegales concurren en la residencia, el caso es que tuvieron que tomar los diferentes aparatos de valor que esta persona les puso en sus manos y entonces decidieron marcharse del lugar, porque todo lo que estaba ocurriendo era muy raro y temían por su integridad física, imaginen si más estudiantes enajenados salieran en ese momento de sus habitaciones, lo que podría haber ocurrido... cualquier cosa.
Tras tomar aire profundamente lanzó la última parte de su alegato.
-- ¿De verdad les van a condenar por haber tenido la desgracia de haber sido las víctimas de dos personas con problemas psíquicos, en su búsqueda de un futuro mejor?