1.- Se elegían unos 81000 concejales, y las candidaturas monárquicas consiguieron 41000 (incluyendo carlistas, que triunfaron en Vitoria y Pamplona), frente a unos 40000 de los anti monárquicos (republicanos, socialistas, comunistas, etc). Sin embargo, la Ley Electoral establecía que, en los lugares donde el número de candidatos fuese el mismo que el de puestos a cubrir, no se celebrarían elecciones y se proclamaría concejales a los candidatos. Un gran número de concejales elegidos por este sistema (monárquicos en su mayoría) correspondieron a núcleos rurales y pueblos pequeños (que además elegían proporcionalmente más concejales) donde el caciquismo impidió que se votase. No se conoce el número de votos de cada tendencia a nivel nacional, pero se sabe que en las grandes ciudades el triunfo republicano fue arrollador (en Barcelona, unos 91000 votos de diferentes candidaturas republicanas por 28000 monárquicas; en Madrid, un resultado muy similar: 90000 frente a 31000). De las 50 capitales, los republicanos obtuvieron entre 38 y 43 alcaldías.
2.- En España (y sobre todo en Madrid) la “campechanía” ha supuesto un plus para la aceptación de los reyes entre el pueblo: Isabel II, “la Reina Castiza”; Alfonso XII, “el Pacificador”; Alfonso XIII, al que sus aduladores llamaban durante un tiempo “el Africano”; incluso Don Juan de Borbón, personalidad “chaquetera”, “sablista” profesional y con problemas de alcoholismo, fue blanqueado durante la Transición de una manera innoble por los "tiralevitas" de los medios de comunicación. Bueno, y ¿qué decir de “Campechano Iº”?
3.- Primo de Rivera cayó sobre todo a causa de haber decepcionado a todos quienes le apoyaron. Los nacionalismos periféricos, que esperaban una descentralización que no se produjo; los empresarios, que consideraron peligrosos y onerosos para ellos los modestos avances sociales y los Comités Paritarios (inspirados en el Corporativismo de Mussolini) que debían regular las relaciones patronos-trabajadores; los obreros (sobre todo los de inspiración anarquista y comunista), que no consideraban suficiente el progreso alcanzado, y veían que la represión contra ellos aumentaba; los intelectuales, a los que el dictador despreciaba, pero que arrastraron contra él a los estudiantes, y a la burguesía, cada vez más informada por los medios de comunicación; hasta los militares (los "africanistas" porque, terminada la Guerra de Marruecos, veían alejarse sus ascensos y promociones; los "peninsulares" porque se consideraban discriminados respecto a los otros), todos fueron poniéndose en contra de Primo de Rivera y, con él, del Rey. Además, las malas condiciones económicas (ya antes de la Gran Depresión, las “Ideas de Bombero” de José Calvo Sotelo, el “protomártir de la Cruzada”, habían conducido a una virtual bancarrota) y la errática política exterior habían empeorado el descrédito del régimen.
4.- Contraviniendo todas las enseñanzas militares e incluso las instrucciones de sus superiores, el general Manuel Fernández Silvestre se había internado desde Annual hacia Alhucemas [Imagen: sacada de Ildefonso Ruiz-Tapiador) sin dejar tropas de cobertura en retaguardia (un menosprecio suicida hacia el enemigo); estirando en exceso sus líneas de abastecimiento, y sin asegurar la lealtad de las tribus rifeñas que había sobornado. Tras la catástrofe, todos los mentideros culparon al Rey: se dijo que había animado a Fernández Silvestre a desobedecer las recomendaciones de prudencia del Alto Comisionado Dámaso Berenguer; se rumoreaba (y quedó para siempre en la memoria de los españoles) que se había cruzado una apuesta entre el Rey y Fernández Silvestre sobre si el general llegaría a tomar champán en Alhucemas antes del 25 de Julio, Día de Santiago, o del 1 de Agosto, santo del Rey; a ello se supone que el Rey respondió con un telegrama que decía: “Ole ahí por tus cojones, Silvestre” o algo parecido. También se comentaba que, cuando Abd-el-Qrim pidió por los prisioneros españoles (fueron liberados unos 350 soldados de los 650 capturados; los demás murieron de malos tratos) un rescate de 4270000 pesetas, Alfonso XIII se opuso, diciendo: “¡Qué cara se ha puesto la carne de gallina!” Seguramente no sea cierto, pero nos sirve para comprender el sentimiento antimonárquico que iba aumentando.
5.- Unas coplillas de Luis de Tapia en el periódico “La Libertad”, en septiembre de 1921, ya apuntaban a la culpabilidad del monarca y a la posibilidad de que se “echase tierra”:
"Si en telegramas o cables
oís decir que Picasso
va a encontrar responsables...
no hagáis caso...
Los errores fueron ciertos;
pero en asuntos de guerra,
a las causas y a los muertos
se les echa tierra...
¡La plancha será no chica
si en buscar en lo alto da!
Si Picasso en lo alto pica,
marrará."
6.- "Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra los que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia colectiva. Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real reconociéndola como única señora de sus destinos.
También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor de la Patria. Pido a Dios que también como yo lo sientan y lo cumplan todos los españoles.-
Alfonso, Rey."
7.- Sólo tres ministros (Juan de la Cierva, Gabino Bugallal, y Manuel García Prieto) apoyaban la resistencia. El resto, incluidas personalidades tan influyentes como Romanones o Gabriel Maura - el hijo de Antonio Maura y hermano del miembro del "Comité Revolucionario" Miguel Maura- daban la situación por perdida para la Monarquía. Lo que era peor para él, el Ministro de la Guerra Dámaso Berenguer (sí, el antiguo Alto Comisionado) había enviado un telegrama a los Capitanes Generales de las Regiones Militares instándoles a “seguir el curso que imponga la suprema voluntad nacional” y ninguno se había mostrado muy entusiasta de “jugársela por el Rey”. Hasta el antiguo médico personal de Su Majestad, Gregorio Marañón, era ahora republicano.
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2.- En España (y sobre todo en Madrid) la “campechanía” ha supuesto un plus para la aceptación de los reyes entre el pueblo: Isabel II, “la Reina Castiza”; Alfonso XII, “el Pacificador”; Alfonso XIII, al que sus aduladores llamaban durante un tiempo “el Africano”; incluso Don Juan de Borbón, personalidad “chaquetera”, “sablista” profesional y con problemas de alcoholismo, fue blanqueado durante la Transición de una manera innoble por los "tiralevitas" de los medios de comunicación. Bueno, y ¿qué decir de “Campechano Iº”?
3.- Primo de Rivera cayó sobre todo a causa de haber decepcionado a todos quienes le apoyaron. Los nacionalismos periféricos, que esperaban una descentralización que no se produjo; los empresarios, que consideraron peligrosos y onerosos para ellos los modestos avances sociales y los Comités Paritarios (inspirados en el Corporativismo de Mussolini) que debían regular las relaciones patronos-trabajadores; los obreros (sobre todo los de inspiración anarquista y comunista), que no consideraban suficiente el progreso alcanzado, y veían que la represión contra ellos aumentaba; los intelectuales, a los que el dictador despreciaba, pero que arrastraron contra él a los estudiantes, y a la burguesía, cada vez más informada por los medios de comunicación; hasta los militares (los "africanistas" porque, terminada la Guerra de Marruecos, veían alejarse sus ascensos y promociones; los "peninsulares" porque se consideraban discriminados respecto a los otros), todos fueron poniéndose en contra de Primo de Rivera y, con él, del Rey. Además, las malas condiciones económicas (ya antes de la Gran Depresión, las “Ideas de Bombero” de José Calvo Sotelo, el “protomártir de la Cruzada”, habían conducido a una virtual bancarrota) y la errática política exterior habían empeorado el descrédito del régimen.
4.- Contraviniendo todas las enseñanzas militares e incluso las instrucciones de sus superiores, el general Manuel Fernández Silvestre se había internado desde Annual hacia Alhucemas [Imagen: sacada de Ildefonso Ruiz-Tapiador) sin dejar tropas de cobertura en retaguardia (un menosprecio suicida hacia el enemigo); estirando en exceso sus líneas de abastecimiento, y sin asegurar la lealtad de las tribus rifeñas que había sobornado. Tras la catástrofe, todos los mentideros culparon al Rey: se dijo que había animado a Fernández Silvestre a desobedecer las recomendaciones de prudencia del Alto Comisionado Dámaso Berenguer; se rumoreaba (y quedó para siempre en la memoria de los españoles) que se había cruzado una apuesta entre el Rey y Fernández Silvestre sobre si el general llegaría a tomar champán en Alhucemas antes del 25 de Julio, Día de Santiago, o del 1 de Agosto, santo del Rey; a ello se supone que el Rey respondió con un telegrama que decía: “Ole ahí por tus cojones, Silvestre” o algo parecido. También se comentaba que, cuando Abd-el-Qrim pidió por los prisioneros españoles (fueron liberados unos 350 soldados de los 650 capturados; los demás murieron de malos tratos) un rescate de 4270000 pesetas, Alfonso XIII se opuso, diciendo: “¡Qué cara se ha puesto la carne de gallina!” Seguramente no sea cierto, pero nos sirve para comprender el sentimiento antimonárquico que iba aumentando.
5.- Unas coplillas de Luis de Tapia en el periódico “La Libertad”, en septiembre de 1921, ya apuntaban a la culpabilidad del monarca y a la posibilidad de que se “echase tierra”:
"Si en telegramas o cables
oís decir que Picasso
va a encontrar responsables...
no hagáis caso...
Los errores fueron ciertos;
pero en asuntos de guerra,
a las causas y a los muertos
se les echa tierra...
¡La plancha será no chica
si en buscar en lo alto da!
Si Picasso en lo alto pica,
marrará."
6.- "Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra los que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia colectiva. Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real reconociéndola como única señora de sus destinos.
También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor de la Patria. Pido a Dios que también como yo lo sientan y lo cumplan todos los españoles.-
Alfonso, Rey."
7.- Sólo tres ministros (Juan de la Cierva, Gabino Bugallal, y Manuel García Prieto) apoyaban la resistencia. El resto, incluidas personalidades tan influyentes como Romanones o Gabriel Maura - el hijo de Antonio Maura y hermano del miembro del "Comité Revolucionario" Miguel Maura- daban la situación por perdida para la Monarquía. Lo que era peor para él, el Ministro de la Guerra Dámaso Berenguer (sí, el antiguo Alto Comisionado) había enviado un telegrama a los Capitanes Generales de las Regiones Militares instándoles a “seguir el curso que imponga la suprema voluntad nacional” y ninguno se había mostrado muy entusiasta de “jugársela por el Rey”. Hasta el antiguo médico personal de Su Majestad, Gregorio Marañón, era ahora republicano.