Cada vez se abusa más del sufijo -fóbico (como en transfobia, hobofobia, etc) para señalar a la persona que expresa algún reparo contra los dogmas dominantes en la Nueva Realidad Identitaria.

Usar esta categoría para descalificar y desestimar al adversario (o como en Menéame, para banear y estriquear al sector rebelde) no es casual: categoriza en blanco o negro, bien o mal, y evita lo que puede ser un debate enriquecedor con argumentos que, oye, hay gente que no anda sobrada de ellos, mejor insultamos y señalamos como fascista, que siempre habrá hordas de seguidores cuya biblioteca no llega ni a Diccionario Iter-Sopena, para afilar horcas y encender antorchas.

Como dijo un clásico (Unamuno o Valle-Inclán, creo): "A mi no me gusta el conejo ¿soy por eso conejofóbico?"

Personalmente, no estaría de acuerdo con que a los homosexuales (ni a los heterosexuales) se les adjudicasen paguicas por el hecho de serlo. Pero no por ello tengo un "miedo irracional, irreductible al razonamiento, a los homosexuales". En mi comunidad (Aragón) las personas transexuales gozan de preferencia en las Oposiciones Públicas. A mi no me parece bien. Pero cuando veo un transexual no huyo aterrorizado dando grititos con las manos en la cabeza. No soy un transfóbico.