1.- Así, Plutarco escribe como una especie de edificante “Enciclopedia Álvarez” de la Antigüedad, por lo que quita todo aspecto que pueda dar una mala imagen de sus héroes.
Pero, por el contrario, casi todos los historiadores que fueron influidos por la Academia Ateniense expresan un sutil (o no tanto) desprecio por los bárbaros macedonios y nostalgia por la libertad de las polis griegas. Algunas fuentes antiguas que conservamos de la época romana (Diodoro Sículo, Rufo Quinto Curcio) censuraban en Alejandro la supuesta “corrupción por el poder”, como un "Hombre de Paja" que sustituía a los primeros emperadores romanos.
Otra fuente posterior de la antigüedad, Marco Justino (que resume a un historiador más antiguo llamado Pompeyo Trogo) es aún más hostil a Alejandro, llegando a la "disparatología" y a "inventología" para demostrar que "el poder corrompe", pero no sabemos lo que es de Justino y lo que es de Trogo.
Por último, Flavio Arriano, que tuvo acceso al diario de Ptolomeo, general de Alejandro y primer faraón de la última dinastía egipcia, es una fuente muy valiosa… pero sesgada por la autojustificación de Ptolomeo.
2.- Me encanta la utilización eufemística que hacen los historiadores de “deshacerse de”. Aunque, por supuesto, Macedonia era como Juego de Tronos. O te deshacías, o te deshacían.
3.- En los últimos años ha nacido una corriente femirevisionista de la Historia que pretende lavar la “Leyenda Negra” de cualquier mujer que haya sido acusada por los historiadores de cualquier maldad, desde Hathseput hasta cualquiera de las mujeres gobernantes actuales, pasando por Lucrecia Borgia, María Antonia (no Antonieta) de Francia, Charlotte Corday... Centrándonos en Olimpia, si bien fue objeto de la propaganda negativa de Casandro, hijo de Antípatro y su sucesor en Macedonia, todas las fuentes de la antigüedad (menos Justino, especialmente interesado en contar que Alejandro era muy bueno, y se corrompió por el poder) citan su personalidad difícil y su peligrosidad. Incluso su hijo (que la amó tiernamente) se quejaba de su carácter en sus cartas.
4.- Aun así, resulta muy dudoso que Alejandro creyese en su divinidad como la entendemos ahora, como un ser superior a los seres humanos y con poderes sobrenaturales. Alejandro no empezó a considerar la idea de su divinidad hasta su conquista de Egipto, donde al parecer procuró que el Oráculo de Shiva le declarase Hijo de Zeus y Amón. Personalmente opino que no fue más que una argucia de Alejandro para asegurarse la fidelidad de los súbditos del Gran Rey de Persia (que estaban acostumbrados a ver a sus reyes como enviados o encarnaciones de Mazda); y, de hecho, Alejandro trató siempre de que sus compañeros macedonios aceptaran ésto como una estratagema política.
5.- Filipo tuvo seis (o siete, si consideramos la posibilidad de que la madre de Arrideo fuese una princesa tesalia, y no una prostituta) esposas; pero, en el momento de su muerte, sólo había tenido dos descendientes masculinos (quizás tres, si creemos ciertas fuentes que afirman que la última mujer de Filipo había dado a luz a un bebé, Carano); en todo caso, la monarquía macedonia no era hereditaria, sensu propio, y el Ejército y la nobleza macedonios jamás hubieran aceptado un rey deficiente mental o un recién nacido (a no ser que un regente poderoso se hiciese con la regencia, como hizo el propio Filipo) así que Filipo consideró a Alejandro como su heredero, con toda seguridad.
6.- “Con tal de no estar ocioso, redujo a los rebeldes maedos” dice Plutarco, como si Alejandro, aburrido, se hubiese apuntado a un escape-room; pero es evidente que, tanto por la distancia desde Macedonia, como por la dureza de las tribus ilirias, no se trató de un entretenimiento; y el ejército tenía que confiar mucho en el liderazgo del joven (de 16 años) para seguirle sin rechistar.
7.- El escándalo no estaría en las relaciones homoeróticas, muy aceptadas en la sociedad griega, sino en la humillación que un noble macedonio había tomado sobre otro, haciéndole azotar y violar por sus esclavos.
8.- Personalmente, creo poco probable esta última variante: cuando supuestamente se produjo el intento de desacreditar a Atalo hacía al menos quince años que había muerto, y nadie se acordaba de él; por otro lado, nadie puso en cuestión, en la violenta sociedad macedonia, la necesidad de deshacerse de Atalo para evitar un claro peligro de guerra civil. Más bien creo que la Academia ateniense, siempre deseosa de encontrar chismes que reprochar a Alejandro para empañar su gloria, introdujo ese matiz de los “malvados historiadores macedonios” intentando difamar a Atalo.
9.- En aquella sociedad, ni el incesto tenía el carácter de tabú actual, ni se extendía a ciertos parentescos, como actualmente. Recordemos que las leyes morales de la cultura occidental se estrecharon mucho tras el contacto con el judaísmo, muchos años después.
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Pero, por el contrario, casi todos los historiadores que fueron influidos por la Academia Ateniense expresan un sutil (o no tanto) desprecio por los bárbaros macedonios y nostalgia por la libertad de las polis griegas. Algunas fuentes antiguas que conservamos de la época romana (Diodoro Sículo, Rufo Quinto Curcio) censuraban en Alejandro la supuesta “corrupción por el poder”, como un "Hombre de Paja" que sustituía a los primeros emperadores romanos.
Otra fuente posterior de la antigüedad, Marco Justino (que resume a un historiador más antiguo llamado Pompeyo Trogo) es aún más hostil a Alejandro, llegando a la "disparatología" y a "inventología" para demostrar que "el poder corrompe", pero no sabemos lo que es de Justino y lo que es de Trogo.
Por último, Flavio Arriano, que tuvo acceso al diario de Ptolomeo, general de Alejandro y primer faraón de la última dinastía egipcia, es una fuente muy valiosa… pero sesgada por la autojustificación de Ptolomeo.
2.- Me encanta la utilización eufemística que hacen los historiadores de “deshacerse de”. Aunque, por supuesto, Macedonia era como Juego de Tronos. O te deshacías, o te deshacían.
3.- En los últimos años ha nacido una corriente femirevisionista de la Historia que pretende lavar la “Leyenda Negra” de cualquier mujer que haya sido acusada por los historiadores de cualquier maldad, desde Hathseput hasta cualquiera de las mujeres gobernantes actuales, pasando por Lucrecia Borgia, María Antonia (no Antonieta) de Francia, Charlotte Corday... Centrándonos en Olimpia, si bien fue objeto de la propaganda negativa de Casandro, hijo de Antípatro y su sucesor en Macedonia, todas las fuentes de la antigüedad (menos Justino, especialmente interesado en contar que Alejandro era muy bueno, y se corrompió por el poder) citan su personalidad difícil y su peligrosidad. Incluso su hijo (que la amó tiernamente) se quejaba de su carácter en sus cartas.
4.- Aun así, resulta muy dudoso que Alejandro creyese en su divinidad como la entendemos ahora, como un ser superior a los seres humanos y con poderes sobrenaturales. Alejandro no empezó a considerar la idea de su divinidad hasta su conquista de Egipto, donde al parecer procuró que el Oráculo de Shiva le declarase Hijo de Zeus y Amón. Personalmente opino que no fue más que una argucia de Alejandro para asegurarse la fidelidad de los súbditos del Gran Rey de Persia (que estaban acostumbrados a ver a sus reyes como enviados o encarnaciones de Mazda); y, de hecho, Alejandro trató siempre de que sus compañeros macedonios aceptaran ésto como una estratagema política.
5.- Filipo tuvo seis (o siete, si consideramos la posibilidad de que la madre de Arrideo fuese una princesa tesalia, y no una prostituta) esposas; pero, en el momento de su muerte, sólo había tenido dos descendientes masculinos (quizás tres, si creemos ciertas fuentes que afirman que la última mujer de Filipo había dado a luz a un bebé, Carano); en todo caso, la monarquía macedonia no era hereditaria, sensu propio, y el Ejército y la nobleza macedonios jamás hubieran aceptado un rey deficiente mental o un recién nacido (a no ser que un regente poderoso se hiciese con la regencia, como hizo el propio Filipo) así que Filipo consideró a Alejandro como su heredero, con toda seguridad.
6.- “Con tal de no estar ocioso, redujo a los rebeldes maedos” dice Plutarco, como si Alejandro, aburrido, se hubiese apuntado a un escape-room; pero es evidente que, tanto por la distancia desde Macedonia, como por la dureza de las tribus ilirias, no se trató de un entretenimiento; y el ejército tenía que confiar mucho en el liderazgo del joven (de 16 años) para seguirle sin rechistar.
7.- El escándalo no estaría en las relaciones homoeróticas, muy aceptadas en la sociedad griega, sino en la humillación que un noble macedonio había tomado sobre otro, haciéndole azotar y violar por sus esclavos.
8.- Personalmente, creo poco probable esta última variante: cuando supuestamente se produjo el intento de desacreditar a Atalo hacía al menos quince años que había muerto, y nadie se acordaba de él; por otro lado, nadie puso en cuestión, en la violenta sociedad macedonia, la necesidad de deshacerse de Atalo para evitar un claro peligro de guerra civil. Más bien creo que la Academia ateniense, siempre deseosa de encontrar chismes que reprochar a Alejandro para empañar su gloria, introdujo ese matiz de los “malvados historiadores macedonios” intentando difamar a Atalo.
9.- En aquella sociedad, ni el incesto tenía el carácter de tabú actual, ni se extendía a ciertos parentescos, como actualmente. Recordemos que las leyes morales de la cultura occidental se estrecharon mucho tras el contacto con el judaísmo, muchos años después.