Hay que reconocer, por otro lado, que hay caseros y dueños muy pesados: que si te piden dinero por vivir en su casa, que si no les gusta tus plantas de maría, que si se quejan de que rompas los muebles, o de la limpieza, o de la cola de toxicómanos que vienen a tomar pastas de té, etc. Parece que todo les moleste.