En mi pueblo también se promocionaron unos pisos allá por el año dos mil seis por parte del Ayuntamiento. Se repartieron por sorteo y la gente lloraba de alegría cuando le tocaba uno. Cuando estaban casi terminados vino la crisis de 2008. Muchos renunciaron porque perdieron su trabajo y ya no tenían para pagarlo, o por la incertidumbre económica. A otros porque vieron que en pocos meses encontrarían chalets por lo que les costaba ese piso. El caso es que han pasado ya 15 años y la mitad de los pisos sí que abandonados y sin terminar.
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