5.- Entre las alternativas examinadas, la preferida por los diplomáticos del Comité Bunsen era la de mantener un Imperio Otomano como estado federal, (con algunas escisiones territoriales); o, como segunda opción, la de zonas de influencia entre las potencias de la Entente. En las negociaciones con Rusia, los británicos y franceses habían terminado por aceptar en principio -con muchas reticencias- la posibilidad de ceder el control de Constantinopla y los Dardanelos a los rusos (un anhelo de los zares que databa de varios siglos atrás); pero, desde luego, no se mostraban dispuestos a partir el Imperio Otomano en estados árabes incapaces de defenderse (creando una zona de inestabilidad como la balcánica) y, mucho menos, sustituir el Imperio Turco por un Imperio Árabe al que hubiera que subvencionar continuamente.
6.- Ronald Storrs, en el comentario que adjunta la carta de Husayn que redirige a McMahon, puntualiza:
- "Aunque está claro que [el sherif] se esfuerza en conjugar intereses de los Árabes, podemos dar como seguro que no ha recibido ningún tipo de poder o mandato de otros gobernantes"
Storrs creía, como muchos diplomáticos y políticos occidentales (de entonces y de ahora) que las amenazas del sherif (o del Mundo Árabe actual) eran mera retórica de regateo árabe para impresionar, y que luego se avendría a razones: "Es consciente de que lo que pide, posiblemente como principio de negociación, es mucho más de lo que tiene derecho a exigir, esperar, o el poder de conseguir.[...] Probablemente cambiará su tono cuando caiga Constantinopla".
En sus memorias Storrs fue más claro aún: "[Husayn] exigía la concesión de un poder -como Rey temporal y Califa espiritual de todos los árabes- que él sabía mejor que nadie que no tenía ningún derecho a reclamar"
Quizás Storrs hubiera visto cumplida su profecía si los diplomáticos británicos hubiesen respondido con mayor firmeza (como correspondía a la nación más poderosa del planeta) poniendo en su sitio la impertinencia de Husayn. En la realidad, la creencia del Foreign Office de que quedaba por delante un larguísimo tira y afloja con los Hashemitas, junto con el masoquismo autoinculpatorio de muchos jóvenes políticos británicos del periodo entreguerras, y el antiimperialismo de moda tras la Segunda Guerra Mundial crearon el Mito de que el sherif estaba en lo justo exigiendo para sí mismo unos territorios y un poder que nunca había sido suyos.
7.- McMahon creía que "la idea de la Unidad Árabe bajo un gobernante reconocido como Líder por otros dirigentes árabes aún es inconcebible para la mentalidad árabe". Incluso T. E. Lawrence ("Lawrence de Arabia"), uno de los personajes icónicos de la "unidad e independencia árabes" apuntaba a principios de 1915 una serie de divergencias geográficas, económicas y culturales, que hacían desaconsejable la creación de un único Estado Árabe y se inclinaba por crear un país costero y otro interior, en los territorios de mayoría étnica árabe (y sólo en ellos).
8.- Aunque quienes claman que los británicos engañaron a Husayn parecen olvidarlo, ninguno de los otros príncipes árabes (Ibn Saud, el Emir de Yemen, y otros que veremos más adelante) había elegido a Husayn como portavoz; y el rechazo de los árabes a sus autoproclamados "libertadores" fue concluyente: los príncipes hashemitas fueron expulsados de Siria, Iraq, la propia Arabia, y por los pelos conservaron Jordania (gracias al dinero y las armas de los "odiosos" británicos).
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6.- Ronald Storrs, en el comentario que adjunta la carta de Husayn que redirige a McMahon, puntualiza:
- "Aunque está claro que [el sherif] se esfuerza en conjugar intereses de los Árabes, podemos dar como seguro que no ha recibido ningún tipo de poder o mandato de otros gobernantes"
Storrs creía, como muchos diplomáticos y políticos occidentales (de entonces y de ahora) que las amenazas del sherif (o del Mundo Árabe actual) eran mera retórica de regateo árabe para impresionar, y que luego se avendría a razones: "Es consciente de que lo que pide, posiblemente como principio de negociación, es mucho más de lo que tiene derecho a exigir, esperar, o el poder de conseguir.[...] Probablemente cambiará su tono cuando caiga Constantinopla".
En sus memorias Storrs fue más claro aún: "[Husayn] exigía la concesión de un poder -como Rey temporal y Califa espiritual de todos los árabes- que él sabía mejor que nadie que no tenía ningún derecho a reclamar"
Quizás Storrs hubiera visto cumplida su profecía si los diplomáticos británicos hubiesen respondido con mayor firmeza (como correspondía a la nación más poderosa del planeta) poniendo en su sitio la impertinencia de Husayn. En la realidad, la creencia del Foreign Office de que quedaba por delante un larguísimo tira y afloja con los Hashemitas, junto con el masoquismo autoinculpatorio de muchos jóvenes políticos británicos del periodo entreguerras, y el antiimperialismo de moda tras la Segunda Guerra Mundial crearon el Mito de que el sherif estaba en lo justo exigiendo para sí mismo unos territorios y un poder que nunca había sido suyos.
7.- McMahon creía que "la idea de la Unidad Árabe bajo un gobernante reconocido como Líder por otros dirigentes árabes aún es inconcebible para la mentalidad árabe". Incluso T. E. Lawrence ("Lawrence de Arabia"), uno de los personajes icónicos de la "unidad e independencia árabes" apuntaba a principios de 1915 una serie de divergencias geográficas, económicas y culturales, que hacían desaconsejable la creación de un único Estado Árabe y se inclinaba por crear un país costero y otro interior, en los territorios de mayoría étnica árabe (y sólo en ellos).
8.- Aunque quienes claman que los británicos engañaron a Husayn parecen olvidarlo, ninguno de los otros príncipes árabes (Ibn Saud, el Emir de Yemen, y otros que veremos más adelante) había elegido a Husayn como portavoz; y el rechazo de los árabes a sus autoproclamados "libertadores" fue concluyente: los príncipes hashemitas fueron expulsados de Siria, Iraq, la propia Arabia, y por los pelos conservaron Jordania (gracias al dinero y las armas de los "odiosos" británicos).
9.- www.jewishvirtuallibrary.org/the-hussein-mcmahon-correspondence-july-1 Enviada el 30 de Agosto de 1915.
10.- En la viñeta: Sir Maurice de Bunsen, británico, a pesar de su nombre.