#5 No es lloriqueo kamarada juanda. Como buenos demócratas que somos, que estamos a favor de lo bueno y en contra de lo malo, tenemos que marcar con una estrella de david a los que nosotros consideremos que son fascistas de extrema derecha, y en casos extremos poder fusilarlos en la tapia del cementerio, para así salvar nuestra democracia.
#6 No creo que el fusilamiento sea el camino ¿En qué diferenciaría entonces una democracia a una dictadura asesina?... justamente la democracia da la libertad de ideología. Si algo hay que abordar para que la gente comprende qué es la ultraderecha y el fascismo es la educación y los medios de comunicación, pero sobre todo la educación. En una sociedad crítica y educada no se atrevería a salir un personaje como Abascal o Alvise por que simplemente los tomarían como payasos.
#7 Tienes razón kamarada juanga. Fusilar está feo, es algo más propio del SXX, pero no del SXXI. La solución será fusilarlos mediáticamente, ridiculizándoles e insultándoles desde los medios afines, haciendo calar en las mentes más débiles que son fascistas de extrema de derecha, para que asocien a los fascistas de extrema derecha del SXX.
Si, ya sé kamarada juanga, que en el fondo no dejan de ser otros paritdos democráticos más, y que en un juego democrático limipio no se deberían tolerar estas prácticas, pero piensa que estamos luchando contra lo que nosotros consideramos fascismo, y como nosotros estamos a favor de lo bueno y en contra de lo malo, tenemos la potestad moral de adoptar nuestras propias reglas en lo que consideramos juego democrático.
0k 19
Hemos deshabilitado la autenticación con Facebook. Si entras a Mediatize con una cuenta de Facebook, lee esto.
Si, ya sé kamarada juanga, que en el fondo no dejan de ser otros paritdos democráticos más, y que en un juego democrático limipio no se deberían tolerar estas prácticas, pero piensa que estamos luchando contra lo que nosotros consideramos fascismo, y como nosotros estamos a favor de lo bueno y en contra de lo malo, tenemos la potestad moral de adoptar nuestras propias reglas en lo que consideramos juego democrático.