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Rob_Ben_Gebler
NOTAS:

1.- En español en el original (N. del T.)

2.- Según las averiguaciones de Watson, que detalla en un manuscrito aparte, los participantes en las investigaciones fueron recompensados con ascensos o promociones (los funcionarios) y con generosas recompensas, a cambio de firmar un acuerdo de silencio sobre un caso que podía suponer una revuelta popular de alcance inimaginable, dada la implicación en el asunto de políticos, empresarios, eclesiásticos, aristócratas…

3.- La llamada CHUPI, siglas que, según algunos, corresponden a “Cofradía de la Hermandad de la Unidad en la Palabra de las Iglesias”, y según otros, a “Cofradía de la Hermandad de Unidas Podemas de Iglesias”. En todo caso, una banda de peligrosos desalmados.

4.- Se ignora lo que fue de Reinaldo Gila. El juicio posterior no lo dejó claro, y no se le pudo localizar para que compareciese como testigo. Hay gente que le cree retirado en un castillo, rodeado de fuertes medidas de seguridad; otros creen que sufrió el mismo destino que muchos de los mendigos a los que quiso beneficiar.

5.- Según la mayoría de historiadores, en 1885 -en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII- los líderes de las principales corrientes de la política española, Cánovas del Castillo (conservador) y Práxedes Mateo Sagasta (liberal) establecieron algún tipo de acuerdo para favorecer la alternancia del poder pacífica entre ambos partidos. En 1888 gobernaban los liberales (lo hicieron hasta 1890) y, sin duda, el conocimiento por la opinión pública del “Caso de los Meneantes” hubiera supuesto una catástrofe para el “Turno Pacífico” de la Restauración española.

6.- Durante el siglo XIX y principios del XX, varios asesinos en serie fueron acusados de crímenes en los que los cadáveres de las personas a quienes asesinaban (muchas veces niños o adolescentes de ambos sexos, vírgenes) eran destripados y sus órganos internos, o su grasa, eran aprovechados para fabricar ungüentos rejuvenecedores o curativos. Los más conocidos son Juan Díaz de Garayo; Francisco Leona; Enriqueta Martí Ripollés, o Manuel Blanco Romasanta, que dieron orígenes a mitos como el "Sacamantecas" o el "Tío Saín". Más allá de la veracidad de las acusaciones, o de la eficacia de las brujerías (absolutamente nula), se probó que había un floreciente mercado de los despojos de cadáveres, que alcanzaban un precio exorbitante. Por supuesto, era un coste sólo al alcance de nobles, ricos y poderosos.

Otros restos cadavéricos, como la "Mano de gloria", que se creía que permitía a quien la portaba entrar en casa ajena y robar o asesinar a sus dueños, gracias al sopor en que sumía a todo hombre o animal que estuviese en la casa; o los órganos sexuales, muy buscados para filtros de amor o contra la impotencia; o cerebros, corazón, etc, que también podían ser usados por los asesinos para aprovecharse de los crédulos –y no por ello menos culpables- ricos que no querían envejecer.
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