Teniendo internet y conociendo uno de los idiomas más hablados del mundo, es complicado encerrar la mente de los chavales en el mundo limitado y sectario del prusesismo, la endogamia pueblerina y la secta del odio lingüístico.
Lo intentan en las madrasas, pero en general cada vez tienen menos éxito.
Lo intentan en las madrasas, pero en general cada vez tienen menos éxito.