Esto ha sido una constante en toda la pandemia: actuar en base a previsiones que luego no se cumplían, pero nunca rectificar, siempre adelante, aunque el camino sea equivocado.

Oiga, que la vacuna no previene el contagiar a otros. Es igual, sigamos vacunando.
Oiga, que la vacuna se ha de poner en tejido muscular, no en vena. Es igual, sigamos vacunando sin aspiración.
Oiga, que el ARNm debería desaparecer al cabo de dos semanas pero hay gente que sigue generando proteínas spike al cabo de meses. Es igual, sigamos vacunando.
Oiga, que la propia proteína spike se sabe que es tóxica. Es igual, sigamos vacunando.
Oiga, que hay tratamientos preventivos y tempranos que pueden ayudar. Es igual, sigamos vendiendo la moto de que la única solución es la vacuna y no hay nada más.
Oiga, que ya he pasado la enfermedad, tengo inmunidad natural. Es igual, vaya a vacunarse.
Oiga, que la variante delta y luego la ómicron apenas generan casos graves, ¿sale a cuenta vacunarse teniendo en cuenta la probabilidad de sufrir efectos adversos? Es igual, vaya a vacunarse.
Oiga, que los países con mayor grado vacunación han tenido los mayores brotes de COVID-19. Es igual, sigamos vacunando.
Oiga, que en los países más vacunados hay un exceso de fallecimientos no explicado. Es igual, la vacuna no es la causa.

Y más que me dejo.