si yo tuviera un pequeño yate y una pequeña mansión no me importaría la cantidad de yate de Armancio, si lo criticara por el yate, quizá podríamos hablar de que tengo envidia, esa pasión que manejan de forma tan peyorativa los liberales cristianoides, y que a mí no me parece particularmente problemática (es en muchos casos motor de la competitividad). Pero si lo que critico es que Armancio tiene un yate y mis vecinos tienen que estar pendientes de si les dan las monedas para comprar una sandía y se gastan medio sueldo en alquilar un nicho, ahí creo yo hablamos de una crítica justa sobre la desigualdad.
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