William R. y Carlos A. son los primeros supremacistas blancos españoles que se sientan en el banquillo por prepararse para una “guerra racial”. Parapetados en una masía remota de un pueblo de Lleida, los dos hombres, de 30 años, se habían radicalizado y fantaseaban con cometer atentados a la manera de dos de sus ídolos: Brenton Tarrant, que mató a 51 personas en dos mezquitas de Christchurch (Nueva Zelanda), y Anders Breivik, autor del mayor atentado terrorista (77 víctimas mortales) en la historia de Noruega. William y Carlos elaboraron un manifiesto racista y difundieron su ideología en grupos de Telegram antes de decidir instalarse en una masía con la voluntad de formar una “milicia”.
La Fiscalía pide seis años de cárcel para William por un delito incitación al odio y otro por tráfico de drogas, ya que en la masía cultivaron cannabis como presunta fórmula para financiar a una comunidad rural blanca. La petición para su compañero Carlos se eleva hasta los 11 años de cárcel porque era el propietario de las armas prohibidas que los Mossos d’Esquadra encontraron en la masía cuando la registraron, en septiembre de 2020: un revólver, una espada y dos machetes, entre otros. Los investigadores intentaron que el caso fuera investigado como enaltecimiento del terrorismo por la Audiencia Nacional, pero finalmente se quedó en un juzgado de Lleida: a pesar de manifestar sus deseos de sangre en internet, no llegaron a idear ni a preparar ninguna acción violenta en particular. La detención la precipitó un incidente de otra naturaleza: la policía supo que William pretendía suministrar sustancias químicas a una mujer para agredirla sexualmente.
William y Carlos se conocieron en internet. William, de padre norteamericano, había redactado un manifiesto que tituló Iron Pills: un proyecto de vida heroico, en el que defendía “materializar acciones” que culminarían con la “guerra racial” entre los blancos y las etnias que consideraba “inferiores”. El plan tenía como primer paso congregar a los blancos en pequeñas comunidades del ámbito rural, donde serían autosuficientes mediante el tráfico de drogas y, llegado el momento, empuñarían las armas para frenar la supuesta invasión de extranjeros a Europa.
El texto lo difundieron ambos en un portal de internet (burbuja.info), pero también en grupos de Telegram donde William se hacía llamar Licurgo —el legislador espartano al que se atribuye haber introducido conceptos eugenésicos— que llegaron a tener casi un millar de miembros. El manifiesto alude a una teoría conspirativa de la extrema derecha conocida como “la gran sustitución”: “Ya existen suficientes no blancos con un ritmo demográfico trepidante como para reemplazarnos en nuestro propio territorio. La solución tiene que ser aquella que envíe a los no blancos de vuelta a sus continentes de origen”. William invitaba a blancos “mayores de edad, en un estado de salud óptimo y dispuestos a comprometerse con todas las consecuencias” a unirse a comunidades rurales que serían “similares a una milicia”.
En Telegram, los dos acusados difundieron mensajes en vídeos e imágenes que “atentaban contra la dignidad”, pero también “contra la integridad física y la vida” de determinados colectivos, como “Kill all niggers for climate” (”mata a todos los negros por el clima”, en inglés) o “a los judíos traidores ya les llegará su hora y se les colgará en la plaza pública”. En esos canales aprovechaban para difundir también fotos de sus ídolos, en particular de Brendon Tarrant, el autor de la masacre de Nueva Zelanda. “Hay un Tarrant en cada uno de nosotros”, escribió en mayo de 2019 William, que también destilaba su odio en el foro de burbuja.info, donde deseaba “la muerte más infame” para mujeres que mantenían relaciones sexuales con hombres de otras etnias. “Qué malo era Hitler. Menos mal que lo derrotaron y así podemos vivir en la Cataluña de los maricones, tullidos, criminalidad, moronegrada y demás bendiciones”.
William y Carlos crearon un canal privado para compartir, con un grupo más reducido de seguidores, acciones que buscaban hacer realidad el manifiesto. Captaron presuntamente a dos personas: J. E. y M. J. N., que también se sentarán en el banquillo de los acusados este jueves, en el juicio que se celebrará en la Audiencia de Lleida. Los cuatro “convinieron crear un pequeño núcleo residencial en el ámbito rural con vocación de ampliarse” y desarrollar allí “un sistema de cultivo de cannabis”, según la acusación de la Fiscalía. M. J. N. fue el encargado de comprar la finca, una pequeña masía de piedra en La Pobla de Cérvoles (200 habitantes), en la comarca de Les Garrigues, y la alquiló a William y Carlos. Por su parte, J. E. se encargó de asesorarles para cultivar unas 150 plantas de cannabis.
La aventura supremacista se acabó el 12 de septiembre de 2020, cuando los Mossos irrumpieron en la pequeña construcción de piedra, en una zona aislada y remota, y detuvieron a William y a Carlos. Además de las armas, encontraron multitud de libros de ideología nacionalsocialista. Aunque el terrorismo yihadista sigue siendo la principal amenaza para los Mossos, el supremacismo blanco preocupa cada vez más. De las cerca de 200 alertas sobre posibles casos de radicalización violenta en Cataluña, el 12,5% están relacionadas con la extrema derecha.
La Fiscalía pide seis años de cárcel para William por un delito incitación al odio y otro por tráfico de drogas, ya que en la masía cultivaron cannabis como presunta fórmula para financiar a una comunidad rural blanca. La petición para su compañero Carlos se eleva hasta los 11 años de cárcel porque era el propietario de las armas prohibidas que los Mossos d’Esquadra encontraron en la masía cuando la registraron, en septiembre de 2020: un revólver, una espada y dos machetes, entre otros. Los investigadores intentaron que el caso fuera investigado como enaltecimiento del terrorismo por la Audiencia Nacional, pero finalmente se quedó en un juzgado de Lleida: a pesar de manifestar sus deseos de sangre en internet, no llegaron a idear ni a preparar ninguna acción violenta en particular. La detención la precipitó un incidente de otra naturaleza: la policía supo que William pretendía suministrar sustancias químicas a una mujer para agredirla sexualmente.
William y Carlos se conocieron en internet. William, de padre norteamericano, había redactado un manifiesto que tituló Iron Pills: un proyecto de vida heroico, en el que defendía “materializar acciones” que culminarían con la “guerra racial” entre los blancos y las etnias que consideraba “inferiores”. El plan tenía como primer paso congregar a los blancos en pequeñas comunidades del ámbito rural, donde serían autosuficientes mediante el tráfico de drogas y, llegado el momento, empuñarían las armas para frenar la supuesta invasión de extranjeros a Europa.
El texto lo difundieron ambos en un portal de internet (burbuja.info), pero también en grupos de Telegram donde William se hacía llamar Licurgo —el legislador espartano al que se atribuye haber introducido conceptos eugenésicos— que llegaron a tener casi un millar de miembros. El manifiesto alude a una teoría conspirativa de la extrema derecha conocida como “la gran sustitución”: “Ya existen suficientes no blancos con un ritmo demográfico trepidante como para reemplazarnos en nuestro propio territorio. La solución tiene que ser aquella que envíe a los no blancos de vuelta a sus continentes de origen”. William invitaba a blancos “mayores de edad, en un estado de salud óptimo y dispuestos a comprometerse con todas las consecuencias” a unirse a comunidades rurales que serían “similares a una milicia”.
En Telegram, los dos acusados difundieron mensajes en vídeos e imágenes que “atentaban contra la dignidad”, pero también “contra la integridad física y la vida” de determinados colectivos, como “Kill all niggers for climate” (”mata a todos los negros por el clima”, en inglés) o “a los judíos traidores ya les llegará su hora y se les colgará en la plaza pública”. En esos canales aprovechaban para difundir también fotos de sus ídolos, en particular de Brendon Tarrant, el autor de la masacre de Nueva Zelanda. “Hay un Tarrant en cada uno de nosotros”, escribió en mayo de 2019 William, que también destilaba su odio en el foro de burbuja.info, donde deseaba “la muerte más infame” para mujeres que mantenían relaciones sexuales con hombres de otras etnias. “Qué malo era Hitler. Menos mal que lo derrotaron y así podemos vivir en la Cataluña de los maricones, tullidos, criminalidad, moronegrada y demás bendiciones”.
William y Carlos crearon un canal privado para compartir, con un grupo más reducido de seguidores, acciones que buscaban hacer realidad el manifiesto. Captaron presuntamente a dos personas: J. E. y M. J. N., que también se sentarán en el banquillo de los acusados este jueves, en el juicio que se celebrará en la Audiencia de Lleida. Los cuatro “convinieron crear un pequeño núcleo residencial en el ámbito rural con vocación de ampliarse” y desarrollar allí “un sistema de cultivo de cannabis”, según la acusación de la Fiscalía. M. J. N. fue el encargado de comprar la finca, una pequeña masía de piedra en La Pobla de Cérvoles (200 habitantes), en la comarca de Les Garrigues, y la alquiló a William y Carlos. Por su parte, J. E. se encargó de asesorarles para cultivar unas 150 plantas de cannabis.
La aventura supremacista se acabó el 12 de septiembre de 2020, cuando los Mossos irrumpieron en la pequeña construcción de piedra, en una zona aislada y remota, y detuvieron a William y a Carlos. Además de las armas, encontraron multitud de libros de ideología nacionalsocialista. Aunque el terrorismo yihadista sigue siendo la principal amenaza para los Mossos, el supremacismo blanco preocupa cada vez más. De las cerca de 200 alertas sobre posibles casos de radicalización violenta en Cataluña, el 12,5% están relacionadas con la extrema derecha.
*