Como curiosidad curiosa, en aquella época en la que no había radares y que la radio era para hablar y no para guiarse por no haberla en muchos lugares, la navegación oceánica con destino a islas era muy complicada, y una de las cosas que se solían hacer para garantizar (un poco) el llegar a esa piedra perdida en medio del océano era el error inducido, que consiste en desviarse a propósito hacia un lado, no volar hacia el objetivo en línea recta. Si vuelas en línea recta y el viento te desvía sin que te des cuenta, no sabrás si la isla está a la derecha o a la izquierda, pero sí fuerzas el irte a un lado a propósito, cuando alcances la distancia a la que se estima que está la isla en millas, solo tienes que girar en ángulo recto y es más probable que la acabes encontrando; no es infalible pero al menos sabrás hacia qué lado cae y no perderás combustible dando vueltas.
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