#1 Somos un país de cobardes seguidistas, caudillistas, mamporreros y acomodaticios. El arrimarse al sol que más calienta es el deporte nacional y la sumisión lacaya y pesebrista un modo de vida. En los últimos 40 años, desde un "bando" y otro, han trabajado para seguir manteniendo la ilusión de una democracia postiza, impostada, con dos facciones opuestas en teoría pero complementarias en la práctica. Si unos te ahogan los otros te asfixian. Murió frasquito en su cama y nada pasó, todo siguió en su sitio. Los resortes del poder siguieron en las mismas manos y cada "bando" adoptó el rol que le correspondía en el espantajo patrio, para que nada cambiase, siendo el resultado el de un pueblo en manos de dos caciques alternantes. Las oligarquías colocaron a sus títeres para solaz del pueblo adocenado e ignorante. Brochazos gruesos de populismo, un poco de gresca de sainete para entretener al público bovino y aquí paz y después gloria. Y al que no comulgue con este escenario se le tilda de radical, de extremista, de peligroso social, como siempre se hizo, y la turba envalentonada, azuzada por el látigo del aparato de propaganda se ocupará de ellos tal como si de herejes blasfemos se tratara. La calle es mía, decía orgulloso el ministro del interior franquista Rodolfo Martín Villa (que un día se despertó demócrata y engrosó la columna vertebral de la extinta y "democrática" UCD). Veremos si la calle sigue siendo suya (de sus sucesores) o si por el contrario la calle es de todos. Próximamente en los mejores telediarios.
Un saludo compañero Falconi.
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Un saludo compañero Falconi.