Este es mi segundo artículo al alimón con chatGPT. Esta vez chatGPT funcionó sin problemas y, al contrario que en el artículo del “Cuidado del conejo”, no tuve que recurrir al playground de Openais, así que me ahorré unos céntimos. La parte problemática es que ChatGPT no me hacía ficción con este animal prehistórico. Me decía las características del ornithosuchus, me las resumía para que no tuviera que molestarme en escarbar en la Wikipedia, pero se negaba a contarme las aventuras de la ornithosuchus. Según su enfoque estamos escribiendo sobre un animal de carne y hueso con el que no se puede hacer ficción. ¿Me tenía entonces que inventar las aventuras de ornithosuchus usando mi propia red neuronal (esa que consume CocaCola y Cheetos)? Por supuesto que no. Una IA no tiene sentido sí sólo vamos a emplearla como una sofisticada enciclopedia. Las IAs deben imaginar lo que les pedimos que imaginen e incluso imaginar qué queremos imaginar.