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La muerte de Unamuno entre dos manuscritos

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Como no puedo subir las dos fotos, os dejo el link a mi perfil para que podáis examinarlas www.facebook.com/1163807305/posts/pfbid0Xf7dhfJQmb3Chdrkqzwg2aE6oGANJP

En la primera foto podéis ver el resumen que hizo un catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Salamanca, testigo directo de los hechos, sobre la secuencia de acontecimientos que llevó a la fulminante destitución de Unamuno como rector, tras desairar a uno de los más repugnantes y sádicos carniceros franquistas, el general Millán Astray. El catedrático da fe de que , durante su intervención en mitad del acto académico, Millán Astray amenazó de muerte a Unamuno de un modo poco encubierto, diciendo que “algunos profesores morirán”.
En la segunda foto, se observa el documento original que Unamuno elaboró para escribir las notas que usó en aquel fatídico discurso. Lo escribió en el reverso de una carta que le envió la esposa de un pastor protestante, rogándole que intercediese para su liberación. El pastor fue fusilado por ser protestante y masón.

A lo largo del documental donde se exponen ambos documentos (titulado Palabras para un fin del mundo), se van hilando algunos de los discursos y reflexiones escritas más relevantes de Unamuno, unidos por el denominador común de reivindicar el espíritu crítico frente al pensamiento único que embrutece y degrada a las sociedades a la condición de rebaño. Las palabras de Unamuno dejan clara, una y otra vez, la inestimable aportación para el progreso social que representan las mentes que discurren libres pensando lo que dicen y diciendo lo que piensan.
Hubo una parte del documental que me pareció especialmente reveladora: Unamuno denuncia, en 1931, la quema de algunas iglesias y otros excesos como la censura en prensa en determinados momentos, excesos amparados (o no combatidos debidamente) por el gobierno republicano, y dice que la Republica no es eso. Azaña responde a su discurso despectivamente afirmando que algunas personas se han indignado al escucharlo, pero que si hubiesen hecho como él y no le prestasen atención, se habrían ahorrado el disgusto. Estupidez y prepotencia (y un regalo para los futuros golpistas) frente a honestidad ética e intelectual.

La gente con valor para decir lo que piensa sobre las cuestiones relevantes sin que el fanatismo, el corporativismo o la ambición les amordacen, es vital para que cualquier proyecto político salga adelante y sea útil al bien común. Porque cuando todo el mundo (en un partido, un gobierno, una asociación…) conviene que una injusticia es aceptable o incluso justa, la endogamia de los grupos acaba convirtiendo la mentira en verdad, y generando una imagen despreciable de ese grupo hacia el exterior, que sus enemigos usaran para hundirlo.

El gran error de Unamuno fue coquetear con los golpistas, que aprovecharon su debilidad para convertirlo rápidamente en su rehén. Porque el movimiento republicano, de naturaleza democrática, fue autor (o más bien casa de alguno de los autores, dado su carácter plural) de excesos puntuales antes del golpe franquista, excesos que cualquier persona honesta y comprometida con los derechos humanos tenía el deber de condenar. Pero el franquismo era un movimiento radicalmente negador de esos derechos en sí mismo, asesino del pensamiento libre, asesino de quien osase discrepar de su credo medieval, asesino de toda igualdad entre ciudadanos, asesino de cualquier participación popular en el gobierno y asesino de la dignidad humana. Y evidentemente no es lo mismo la quema de cuatro iglesias en un momento puntual por parte de exaltados contra los que el gobierno no fue lo suficientemente duro (y ello en un clima donde los atentados de la extrema derecha asesinaban a líderes políticos y sindicales de izquierdas cada semana), que la imposición de una dictadura brutal durante 40 años (dictadura que, desde un principio, era el objetivo de los golpistas).

Unamuno tenía en su naturaleza una de las cualidades que más admiro: era incapaz de no tener opinión propia sobre cualquier asunto de importancia, y simultáneamente era incapaz de callársela. Acabó sus días bajo arresto domiciliario por esa inmensa virtud que la República no supo aprovechar para identificar sus propios errores, y que ese pozo de terror que fue el franquismo consideraba el peor crimen imaginable.
Por cierto, hay dos imágenes del documental especialmente significativas. Al principio, Unamuno dirige un discurso a los niños de la República en un acto donde se regalaron miles de libros para que las futuras generaciones superasen el analfabetismo que sufrían una tercera parte de los españoles en 1930. Al final, se ven las quemas de libros en hogueras públicas que, imitando a Goebbels, organizó la Falange en las distintas ciudades que las tropas franquistas iban tomando. Entre los libros quemados, había no pocas obras de Unamuno, incluida La Tía Tula.

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