Del neoesclavismo y el matiz
Se empeña el personal en mezclar liberalismo económico con liberalismo social, englobándolo todo en una especie de ente maligno, génesis de todos los males de la humanidad. Hablemos del liberalismo económico, injusto donde los haya, ya que promueve que las personas que parten con ventaja, ya sea esta en forma de herencia tanto económica, inmobiliaria o simplemente que por algún avatar del destino estén bien relacionadas con las capas altas del poder, lo tengan bastante más fácil que alguien que se ha tenido que labrar su vida desde lo más bajo, desde las cloacas de la sociedad. Empezando por el ambiente poco dado a estimular la excelencia académica, pasando por una degradación de la inteligencia que supone estar siendo constantemente atacado por las frases ingeniosas y de dificil escape del vulgo y terminando en una resignación propia del esclavo que se resigna a su devenir colapsado por las circustancias que le ha tocado vivir.
Por si fuera poco, ésto estimula la competitividad hasta cotas delirantes, donde todos son enemigos de todos y donde el egoismo es la base de todo tipo de relación. Envidias, chantajes, zancadillas... todo en detrimento del propio individuo, de la propia individualidad sana. Una pelea sin fin donde todos sufren y gana el que menos empatía despliega hacia los demás seres. En definitiva, un estado de la realidad en el que se promueven las actitudes narcisistas cuando no psicopáticas directamente.
En cuanto a la individualidad y el grupo. El psicópata maneja perfectamente el grupo haciéndolo en ocasiones herramienta para sus fines espúrios; convencer a un grupo más amplio, servir de punta de lanza en contra de un individuo o colectivo que se muestra perjudicial para sus metas o su simple y llana diversión ribeteada de insanas tramas y deseos oscuros. Rompiendo una lanza a favor del individualismo bien entendido, pues soy de la opinión que es más fácil mentir y someter al grupo poco organizado que a un sólo individuo.
No cometamos el error de no defender la individualidad al compararlo con el aislamiento social. Ciertamente todos en mayor o menor medida dependemos de un grupo mas o menos coexionado que nos de apoyo (familia, amigos, entorno laboral), Pero esto en cierta medida también puede resultar limitador y axfisiante en tanto en cuanto dependamos psicológicamente de la aprobación de la tribu que ,como todo en este mundo puede que también, se equivoque.
Al fin y al cabo algunas almas cándidas como la mia aspiramos a la libertad aunque ésta solo pueda llevarse acabo a través del pensamiento. Otros más audaces intentar pasar de la entelequia del pensamiento incorpóreo a la acción real, una salida del armario en toda regla desde todas las perspectivas posibles ya sea esta sexual, de identidad, de libertad de palabra, lo cual muchas veces choca con el buen desempeño de la sociedad en general, creando conflictos y tensiones que se podían haber evitado adaptandose a un código consensuado por todos.
Antaño regulado por las religiones hoy en dia el código es regulado por las ideologías. Ideologías que se me antojan instrumentales ya que no se atienen a ningún razonamiento lógico y si a un montón de efectos emocionales y donde pretenden hacer pasar por lo mismo actos que en si mismos están imbuidos en matices que difieren en cada caso o persona en particular dado que en unos u otros las motivaciones y el contexto pueden ser diferentes (vease ley del aborto). El estado trata por igual a una pareja que decide abortar por motivos económicos, que una pareja que aborta por sistema como método anticonceptivo. Para el criterio economicista en el plano de los recursos no hay diferencia entre un aborto y otro. Tampoco voy a defender aquí que se genere una especie de código que lo regule absolutamente todo, pero hay temas lo suficientemente delicados como para que sus señorías se tomen la molestia de legislar acorde los tiempos y a ver si una vez por todas dejan de tratarnos como a niños de cuna.
