[...]nació en este equipo de profesionales una hipótesis acerca de la vacunación. En concreto, desgranaba el reconocido neurólogo que “cuando se puso la tercera dosis de recuerdo de la vacuna de Pfizer observamos un aumento proporcional llamativo de pacientes con infarto cerebral en nuestro hospital".
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Por tanto, ponía de relieve una “moraleja”, y es que “quizá es absurdo vacunar con la tercera dosis de recuerdo, que se ponía 10 meses después de la segunda dosis de la vacuna, a aquellas personas que ya han pasado el COVID”.
Una conclusión a la que añadía el neurólogo que “supone que un tercio de estas personas se vean en cierta medida perjudicadas por la vacuna ya que les va a activar el endotelio”. Al respecto, enfatizaba el especialista que “si te activan el endotelio puede pasar que si estás a punto de tener un infarto cerebral lo tengas, que si estás a punto de tener una miocarditis la tengas, o que si estás a punto de ser hipertenso te vuelvas hipertenso, porque el endotelio vale para todo esto”.
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Consideraba, por tanto, el jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Albacete que “lo que se hizo mal en la pandemia fue tener una visión holística y no individualizada”, incidiendo en que “es algo en contra de lo que nos enseñaron en la Facultad de Medicina y lo que yo enseño a mis alumnos cada día, y es que a cada paciente hay que hacerle un traje a su medida”. Recordaba la vacunación masiva que se realizó para reducir el número de contagios, advirtiendo que “se manejó igual a toda la población sin entrar en más discusiones de si eran personas hipertensas o no, de si eran diabéticos o no, o de su edad”.
Al respecto recordaba el doctor Segura que “se vacunó a todos los niños”, pero desvelaba la respuesta de los pediatras durante la pandemia a la pregunta que entonces se les hizo en sos primeros y terribles meses y es que “no había habido ni un solo caso en Albacete de niños que se haya muerto de COVID o que haya tenido que ingresar en el hospital por este motivo”. Entonces, “¿para qué vacunamos a los niños?”, se preguntaba el neurólogo, compartiendo que el principal argumento “era para proteger a las personas más mayores”, pero subrayaba que “una persona vacunada también puede contagiar el COVID, por lo que ese argumento no es válido”. Y es que, reconocía el doctor Segura que “probablemente todas estas cosas no se hicieron todo lo bien que debieron hacerse, seguramente porque se iba con prisa”.
Creo que está clara la aberración practicada sobre la población. Decir lo que ahora dice este doctor, en plena electric boogaloo vacunation, era tachado de negacionismo, anticiencia y no sé cuantas cosas más.
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Por tanto, ponía de relieve una “moraleja”, y es que “quizá es absurdo vacunar con la tercera dosis de recuerdo, que se ponía 10 meses después de la segunda dosis de la vacuna, a aquellas personas que ya han pasado el COVID”.
Una conclusión a la que añadía el neurólogo que “supone que un tercio de estas personas se vean en cierta medida perjudicadas por la vacuna ya que les va a activar el endotelio”. Al respecto, enfatizaba el especialista que “si te activan el endotelio puede pasar que si estás a punto de tener un infarto cerebral lo tengas, que si estás a punto de tener una miocarditis la tengas, o que si estás a punto de ser hipertenso te vuelvas hipertenso, porque el endotelio vale para todo esto”.
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Consideraba, por tanto, el jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Albacete que “lo que se hizo mal en la pandemia fue tener una visión holística y no individualizada”, incidiendo en que “es algo en contra de lo que nos enseñaron en la Facultad de Medicina y lo que yo enseño a mis alumnos cada día, y es que a cada paciente hay que hacerle un traje a su medida”. Recordaba la vacunación masiva que se realizó para reducir el número de contagios, advirtiendo que “se manejó igual a toda la población sin entrar en más discusiones de si eran personas hipertensas o no, de si eran diabéticos o no, o de su edad”.
Al respecto recordaba el doctor Segura que “se vacunó a todos los niños”, pero desvelaba la respuesta de los pediatras durante la pandemia a la pregunta que entonces se les hizo en sos primeros y terribles meses y es que “no había habido ni un solo caso en Albacete de niños que se haya muerto de COVID o que haya tenido que ingresar en el hospital por este motivo”. Entonces, “¿para qué vacunamos a los niños?”, se preguntaba el neurólogo, compartiendo que el principal argumento “era para proteger a las personas más mayores”, pero subrayaba que “una persona vacunada también puede contagiar el COVID, por lo que ese argumento no es válido”. Y es que, reconocía el doctor Segura que “probablemente todas estas cosas no se hicieron todo lo bien que debieron hacerse, seguramente porque se iba con prisa”.
Creo que está clara la aberración practicada sobre la población. Decir lo que ahora dice este doctor, en plena electric boogaloo vacunation, era tachado de negacionismo, anticiencia y no sé cuantas cosas más.