La actuación de los funcionarios de la Agencia Tributaria fue desproporcionada. Cierto es que se trataba de retener el crédito que la boda suponía para la empresa de catering por sus deudas con Hacienda. Pero no todo vale para que la Agencia Tributaria alcance sus fines. La todopoderosa Agencia Tributaria tiene a su disposición medios más que suficientes para lograr el cobro de los impuestos sin tener que humillar a un deudor ante sus clientes y, de paso, arruinar a Maximiliano e Mónica, terceros ajenos a la deuda, la celebración de su boda con alrededor de 100 invitados».
Resultaba más fácil, cómodo y, sobre todo, espectacular, presentarse en la boda, denostando la fama del empresario que servía el catering y amedrentando a unos novios con «embargarles la boda» y paralizarla si no firmaban inmediatamente unos documentos, que no exhibieron en ningún momento ni siquiera a la Guardia Civil y que, se supone, eran las notificaciones de la diligencia de retención de créditos de 5 páginas cada una (documentos 6 y 7) con el prototípico lenguaje farragoso, confuso y de difícil comprensión incluso para los iniciados en la materia. Pretender que, en pleno banquete de celebración, los novios atiendan y entiendan lo que pretendían los funcionarios de la Agencia Tributaria es de una falta de empatía en grado sumo o, incluso, un abuso ante la situación de debilidad que para cualquier ciudadano puede suponer que aparezcan dos funcionarios del fisco con exigencias en un día tan señalado, con decenas o cientos de invitados a los que atender (…).
Lo triste es que esos seis mil euros los pagamos entre todos, y que los funcionarios responsables de tamaño desafuero duermen tan tranquilos. La administración debería exigir al responsable de ordenar o autorizar esa actuación el reembolso de esa indemnización, y exigir también responsabilidad disciplinaria a todos los intervinientes. De otro modo, ese deseo de que no se repitan casos similares será una vana ilusión. Muchas gracias por este blog y la cantidad de información que proporciona.
#0 Tengo entendido que las condenas no solo no las pagan los individuos culpables, sino que no los paga ni Hacienda, que los paga otro organismo.
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Resultaba más fácil, cómodo y, sobre todo, espectacular, presentarse en la boda, denostando la fama del empresario que servía el catering y amedrentando a unos novios con «embargarles la boda» y paralizarla si no firmaban inmediatamente unos documentos, que no exhibieron en ningún momento ni siquiera a la Guardia Civil y que, se supone, eran las notificaciones de la diligencia de retención de créditos de 5 páginas cada una (documentos 6 y 7) con el prototípico lenguaje farragoso, confuso y de difícil comprensión incluso para los iniciados en la materia. Pretender que, en pleno banquete de celebración, los novios atiendan y entiendan lo que pretendían los funcionarios de la Agencia Tributaria es de una falta de empatía en grado sumo o, incluso, un abuso ante la situación de debilidad que para cualquier ciudadano puede suponer que aparezcan dos funcionarios del fisco con exigencias en un día tan señalado, con decenas o cientos de invitados a los que atender (…).
Lo triste es que esos seis mil euros los pagamos entre todos, y que los funcionarios responsables de tamaño desafuero duermen tan tranquilos. La administración debería exigir al responsable de ordenar o autorizar esa actuación el reembolso de esa indemnización, y exigir también responsabilidad disciplinaria a todos los intervinientes. De otro modo, ese deseo de que no se repitan casos similares será una vana ilusión. Muchas gracias por este blog y la cantidad de información que proporciona.
#0 Tengo entendido que las condenas no solo no las pagan los individuos culpables, sino que no los paga ni Hacienda, que los paga otro organismo.