Durante muchos años, décadas incluso, las ricas socialdemocracias nórdicas fueron consideradas como el refugio perfecto para la inmigración. Sin que importara el origen, la raza, la religión, ni ninguna otra condición, la mayoría de estos países se construyeron con la llegada de centenares de miles de extranjeros. Sin embargo, desde hace algún tiempo, todo esto ha empezado a cambiar, especialmente en Dinamarca. Dinamarca es con diferencia el país de los nórdicos que ha adoptado un enfoque más radical en contra de la inmigración ilegal.