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El pueblo

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Hace unos comentarios le dije a un forista que la democracia es la página principal de Youtube cuando no entras con tu cuenta. No estoy en contra de nuestra democracia ahora que tanta gente ha votado mal, lo he estado desde que apoyo el voto censitario. Intentemos no pajerizar al hombre con el que discutimos porque se muy bien que aquí la mayoría de foristas no son fachas, aunque puedan coincidir con algún partido de ultraderecha por su forma de encarar varios problemas concretos. De igual manera, yo no soy de izquierdas, soy moderno y bonapartista. No tengo la culpa de que los “liberales” españoles le hayan regalado la modernidad a la izquierda. Es natural que, tal y como están las cosas al otro lado de la izquierda, un moderno encuentre más puntos en común con lo que dicen las personas de izquierdas. También comparto con la izquierda la absoluta falta de fe en el bon sauvage o la auto-organización orgánica de las sociedades. Eso para mi es infinitamente peor que una dictadura, porque es la dictadura doméstica e íntima de millones de petimetres. Y es el tipo de dictadura más implacable que existe, porque te controla desde que estás chupando de la teta: son las tribus comunistas primigenias, los pueblos de la España profunda, las comunas jipis, las sectas newage, los círculos de Podemos, las parejas dominantes, las familas ultrareligiosas del PIN parental, los pandilleros, las mafias, la quema de brujas a malsalva sin el discernimiento racional de expertos inquisidores, sin doctrina legal, ni juicios. Y el bon sauvage son millones de esos petimetres exigiendo que no les digamos cuanto vino pueden beber y otros tantos millones de miguelangelesrodriguez recocidos estrellando su coche contra las farolas.

Bajo las dictaduras de filósofos sabios al mando del Estado e instituciones burocratizadas las cosas pueden salir terriblemente mal, pero solo desde ellas se han hecho las cosas bien (o, por ejemplo, en el caso de la Inquisición, menos mal que en otros lugares). El inicio de nuestras democracias, y todo lo bueno que ha venido de ellas, ocurría cuando una élite alzada se hacía con el Estado e imponía un régimen republicano, a veces de forma violenta combatiendo contra reyes, religiosos y aristócratas, y nos decían: “¡Tomad pueblo vuestros derechos!”, y al pueblo no le quedaba otra que aceptarlos. El resto de avances en democracia se han conseguido desde imposiciones de los partidos impulsados por movimientos políticos de minorías, nunca con referéndums generales. Los derechos civiles de las mujeres, de los gays y del resto de animales no se habrían obtenido nunca con el voto directo de las mayorías. Cosas como la separación de poderes, una ocurrencia filosófica o los derechos humanos, unos dogmas metafísicos, nos han venido impuestos en esos momentos de eventual dictadura, y sus desarrollos posteriores ya en democracia, siempre durante la dictadura de un partido azuzado por minorías ruidosas. Nunca se habrían conseguido tales cosas preguntando al pueblo mediante referéndums, ni mucho menos se habrían conseguido las repúblicas modernas. Ni se van a debatir jamás los principios de estas interpelando al pueblo, porque todo el mundo tiene miedo al pueblo, y con razón: el pueblo son los contrarrevolucionarios de la Vendée, los voluntarios que seguian a los einsatzgruppen masacrando judios, los hutus apiolando a los tutsis de cualquier manera, es tu vecino que quiere que le mires el ordenador y le hagas un apaño gratis, el que no te va a hacer contrato en el bar porque “todos estamos ahogaos” pero te va a exigir que te deslomes poniendo copas, el que se acuesta siempre con las putas libres y empoderadas aunque sean menores de edad, es el mismo que, de existir la esclavitud no la cuestionaría, incluso aunque tuviera la mala suerte de caer víctima de ella.

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