Ése camarero que trabaja hasta los domingos poniéndote copas en un bar que en el que no coincidirás con tu ex, cobrando las horas extras en palmaditas en la espalda y con vacaciones prorrateadas entre contrato y contrato, ése, es el que se merece la medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, y no ésta zángana chupacóptera del estado cuyo logro más grande conseguido en su vida por motu-propio, es levantarse de la cama cada mañana para seguir chupando de nuestros impuestos.