Servicio público, negocio privado
La obra es gigantesca y la inversión inmensa. Hay que destacar que, aunque de ello se habla menos, es una obra pública, sufragada con dinero público, es decir por todos, sin entrar en pormenores de saber con qué porcentaje contribuyeron los andaluces, riojanos o vascos. Dominada la Cordillera y cuando aún suenan los ecos de la inauguración, ya surgen empresas privadas prestas a hacer la competencia a Renfe. Así da gusto. El Estado hace la inversión y ahora toca aprovecharse de ello para engrosar la cuenta de beneficios.