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La amistad de la «L» y la «Z»

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—¡Buen día! ¿Qué tal?
—¡Buenos días! Aquí con los zagales.
—Vaya, ese acento… ¿Es usted...?
—Andaluza, señora. Yo soy andaluza.
—¡Ayyy! Esta «Z», muy de feria, siesta…
—¡Vaya!, es usted un poquito cortita, ¿no? ¿De dónde es usted con ese acento tan marcado?
—Soy catalana. ¿Pero por qué me dice eso?
—¡Pues mire usted, señora «L»! Le voy a explicar algo que seguro desconoce:
»En Andalucía hay un problema de clasismo con el habla andaluza; me refiero a que los andaluces deberían de corregir eso de tener un acento de pobres.
Se ve que el uso de esta pobre «Z» lleva a pensar en aquellos campesinos que recogen el algodón, ¡y a muncha honra!, mientras que la burguesa «L» nos recuerda a la industria textil que extrae el beneficio del algodón que recogen los rústicos pueblerinos.
»Estoy convencida de que si Andalucía fuera más rica mi valor aumentaría.
—Bueno… ¡La pela es la pela!, ¿podría hablar usted un poco más despacio?
—¿Y no sería mejor que escuchara usted un poquito más ligero?, ¡Vamos, digo yo!, ¡Qué hartita estoy de ser la última!
—A ver, no nos enojemos, que yo tenga una posición más adelantada en el abecedario no me da ningún privilegio ante usted, eso es una tontería y quien piense así es alguien muy injusto e ignorante, ya que a la hora de comunicar todas tenemos el mismo valor. ¡No seré yo quien me crea superior a nadie por ese motivo y me entristecería que nos enfadáramos por eso!
—¡Pues tiene razón! No vamos a consentir que cuatro zopencos incultos estropeen nuestra amistad. La invito a tomar un buen gazpacho fresquito.
—¡Oooh, muchas gracias! Me encanta.
—¡Ea, también nos vamos a tomar una cañas y esnucar unas gambas!
—¡Només faltaría! Y quiero que le quede claro una cosa, debemos ser muy respetuosos y sentirnos orgullosos de la gran riqueza lingüística que posee nuestro país; por desgracia, a menudo tristemente utilizada con fines políticos. A mí, personalmente, me abochorna algo tan lamentable como es el utilizar esta riqueza para enfrentarnos cuando debería ser protegida y fomentada como parte de nuestra cultura hispánica.
—¡Ojú! Cada vez me gusta más el soniquete de mi amiga la «L».

«Una de las más bellas cualidades de la verdadera amistad es entender y ser entendido».
SENECA

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