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Alvise y las violaciones fantasma en Mocejón: a propósito del Qanon español

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El 18 de agosto Alvise escribió un tweet donde afirmaba que, el día 5 del mismo mes, llegó un autobús con 50 africanos a Mocejón (localidad donde un niño de 10 años fue asesinado a puñaladas por un joven de nacionalidad española detenido hoy mismo). Según él, los africanos fueron alojados en un hotel y, desde entonces, el pueblo ha sufrido "violaciones, robos y ahora el asesinato de este niño de 10 años". Del relato de Alvise se deduce que eran inmigrantes ilegales a quienes el gobierno dio ese alojamiento temporal.

A cualquier persona con una mente mínimamente amueblada le rechinaría que, en tan sólo 12 días, un pueblo sin delincuencia se haya llenado de violaciones y robos por parte de un grupo de personas que, al estar alojadas en un hotel y por tanto plenamente localizadas, son fácilmente identificables y arrestables. Lo lógico es acudir a la prensa local para determinar si, entre el 5 y el 18 de agosto, hubo algún delito de esa índole en la zona. Y la prensa local nos dice que, como resultaba previsible, las violaciones de Alvise no existen: una vez más nuestro estafador de la información favorito ha mentido descaradamente para satanizar a la población inmigrante, presentarse como el paladín que los deportará y así ganar votos.

Alvise, cuyo canal de telegram centra su temática en la conspiranoia antivacunas y el odio racial, encontró la gallina de los huevos de oro en el asesinato de Mocejón. Sus continuos bulos sobre crímenes cometidos por inmigrantes, desmentidos una y otra vez por hechos tan obvios como que el delito nunca existió o el autor no era inmigrante, empezaban a volverse cansinos, y una acción tan atroz como asesinar a un crío de 10 años parecía contener los ingredientes precisos para revitalizar la fábrica de mentiras y atraer la atención de un público más amplio. Alvise se relamía pensando en la persecución salvaje del inmigrante acontecida en Reino Unido hace unos días y soñaba con ser su promotor en España (de hecho, los mensajes llamando a la violencia racial y poniendo a los británicos como ejemplo se reproducían sin cesar en su canal).

Por eso estos días el canal de telegram de Alvise se ha llenado de mensajes que imputaban el crimen a un magrebí y llamaban a organizar pogromos contra las personas de esta etnia. No fue sólo él, pues las principales cuentas tuiteras de la órbita ultraderechista, desde Cesar Vidal a otras vinculadas a Vox, incidían en el mismo mensaje (de hecho, Cesar Vidal me ha bloqueado tras colgarle la noticia que desmiente el bulo y confirma que el asesino era nacional español). En el colmo del patetismo, y tras la detención del asesino, Alvise anda inventándose ahora que los padres del chico tal vez sean inmigrantes rumanos, y que el asesinato pudo ser un rito de iniciación en los latin kings (la idea de un rumano dentro de los latin kings sólo puede caber en la mente enfermiza de Alvise).

Simultáneamente, Alvise difundía un nuevo bulo que acusaba al periodista Raul Solís de pedofilia con base en una foto falsificada www.elplural.com/sociedad/alvise-difunde-bulo-periodista-seguidores-pi

La pregunta es obvia ¿Cómo puede haber gente con la mente tan poco amueblada como para tragarse unas mentiras tan burdas, ilógicas y mal construidas? ¿Cómo puede nadie seguir a un tío que le miente sistemáticamente y, sobre todo, de una forma tan insultantemente zafia? ¿Cómo creer a alguien que considera tan imbécil a su oyente como para soltarle el bulo de las violaciones fantasma de Mocejón? El problema es, en gran medida, educativo. Si el Estado no se preocupa de formar la mente de sus ciudadanos en las etapas educativas obligatorias, cualquier engañabobos puede hacerle creer que Hillary Clinton practica rituales satánicos que implican la violación de niños en la trastienda de una pizzería, y que los demócratas tienen un plan maligno para meter chips en las vacunas del COVID y controlar las mentes de los estadounidenses mediante ellas. Eso es Qanon, y hay millones de estadounidenses que se lo tragan.

Los maestros estadounidenses de Alvise, Vox y compañía, son conscientes de que en un país como EEUU, donde la educación pública es desastrosa por falta de financiación, hay legiones de gente con un nivel cultural exiguo y un espíritu crítico atrofiado, que se tragarán cualquier basura, por delirante que sea, si quien se la presenta chilla y aspaventea mucho. Estos esbirros de Trump (que los financia y usa para captar el voto de la población más inculta) son los herederos de los gurúes evangélicos que, a comienzos e incluso mediados del siglo XX, iban por los pueblos de EEUU prometiendo la cura de toda enfermedad si los analfabetos lugareños participaban en sus estrambóticas misas y donaban el correspondiente óbolo. O de los mercachifles que, en esos mismos pueblos, vendían por 5 dólares brebajes curalotodo.

Alvise y demás escoria deben ser perseguidos legalmente y castigados por cada bulo que viole el honor de colectivos étnicos o religiosos. Solamente la vulneración del derecho fundamental al honor de los integrantes del colectivo justifica plenamente que, ante un atentado masivo contra el buen nombre de miles de personas en el marco de una estrategia que pretende presentarles como violadores, asesinos o ladrones, se impongan al autor sanciones millonarias (como la que la justicia norteamericana impuso a la Fox por defender las conspiranoias trumpistas sobre el falso pucherazo contra él). Pero no sólo eso: elaborar una estrategia propagandística idónea para provocar explosiones de odio y violencia susceptibles de causar lesiones o incluso la muerte de las personas difamadas, representa una amenaza injusta contra la vida y la seguridad de esas personas que merece un castigo independiente, bien mediante nuevas sanciones millonarias, bien incluso mediante cárcel (si bien en este caso debería acreditarse la reiteración en la difusión de bulos destinados a causar odio hacia estos colectivos, evidenciándose con ello la existencia de un plan doloso al más puro estilo goebbeliano). Alvise dirá que se cercena su libertad de expresión, pero no es cierto. Cuando das datos y no opiniones, no ejerces la libertad de expresión, sino la libertad de información, y en la libertad de información sólo queda amparada la información veraz, esto es, la información que responde fielmente a la realidad o que, aun siendo inexacta, se ha obtenido con el rigor y la diligencia en su verificación y contraste propios de un periodista fiel al código deontológico de la profesión (es decir, de fuentes objetivamente fiables).

¿Es suficiente con estas medidas? Falta la principal: amueblar la cabeza de nuestros jóvenes desde su infancia enseñándoles a tener una mente analítica, reflexiva y crítica, y otorgándoles los recursos culturales precisos para defenderse de los charlatanes vendecrecepelos milagrosos de nuestro tiempo. Para eso hay que invertir en educación y reducir la escandalosa ratio profesor-alumnos que actualmente sufre España (nótese que en Murcia, a la cabeza de España en fracaso escolar y a la cola en financiación educativa, Vox tiene más votos que en cualquier parte del país y el PP roza la mayoría absoluta). Por desgracia, parece que a la clase política no le interesa la inversión educativa, y no sólo por el gasto que implica, sino porque es muy difícil manipular a gente formada e informada. Pero es el único camino hacia la verdadera democracia, el control ciudadano de las instituciones y el pleno respeto a la dignidad y los derechos de cada persona. La alternativa es fomentar la existencia de rebaños humanos que, aparte de dejarse esquilar, pueden embestir si el pastor se lo manda, y causar desastres verdaderamente trágicos.

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