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La entrada del Imperio Turco en la Gran Guerra (I)

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En 1908, el partido de los Jóvenes Turcos (CUP)1 exigió al Sultán Abdul Hamid II la restauración de la Constitución de 1876, bajo la amenaza de sublevación militar. El Sultán cedió, pero a inicios de 1909 intentó apartarlos del poder. El CUP reaccionó deponiendo al Sultán y sustituyéndolo por Mehmed V.

Pese a su programa de reformas y de restauración del poder del Imperio, Turquía sufrió espantosas derrotas contra Italia (1912) y en la Primera Guerra Balcánica (1913), y perdió Libia y casi todas las posesiones europeas.

En Enero de 1913 el poder ejecutivo –bajo el poder nominal del Sultán- fue asumido por un Triunvirato conocido como “Los Tres Pashas2. Inicialmente, sus medidas de firmeza parecieron dar resultado con la victoria frente a Bulgaria en la Segunda Guerra Balcánica3 y, en Política Interior, implantaron un régimen de extremada crueldad frente a nacionalismos y opositores 4.

Pese a lo que dicen los historiadores musulmanes, árabes cristianos, y occidentales “antiimperialistas”, la entrada de Turquía en la guerra no fue por un engaño malicioso de la Alemania del Kaiser, combinado con hostilidad de los aliados, junto con el “comprensible rechazo” turco hacia la voracidad francobritánica.5 La auténtica razón fue la incapacidad del Imperio Otomano para resistir los nacionalismos6 griego, serbio, rumano, etc, junto con el deseo turco de resarcirse de las pérdidas territoriales sufridas en los 150 años anteriores.

En realidad, los turcos se encontraron en 1914 en la situación de la novia cortejada por los dos ricos del pueblo. Aunque su fuerza militar estaba debilitada (por la corrupción y la anquilosis de su Ejército) no era despreciable; y la localización estratégica, como puente entre Asia, Europa y África, hacían su entrada en la guerra –o al menos su neutralidad- importante para ambos bloques.

Recordemos que, desde finales del siglo XIX, el Imperio Otomano y el Alemán habían estrechado lazos políticos y económicos, que se vieron reforzados cuando, tras las derrotas de 1912 y 1913, el Gobierno turco solicitó el envío de una misión militar alemana para reorganizar las Fuerzas Armadas. En el verano de 1914 contaba ya con setenta especialistas, al mando del general Otto Liman von Sanders. Por lo tanto, cuando estalló la guerra, Turquía parecía estar más del lado de Alemania; tanto por sus previas relaciones, como por su temor al expansionismo ruso.

Pocos días después del asesinato de Sarajevo, Enver Pasha (verdadero hombre fuerte del Gabinete Turco) inició contactos con los alemanes para concertar una alianza militar. Parte de esta correspondencia (del 10 al 27 de Julio) fue interceptada por los británicos, y se encendieron las alarmas entre los ingleses; que intentaron garantizar, al menos, la neutralidad turca.

Pese a las reticencias de algunos diplomáticos alemanes (que creían que Alemania podía perder más que ganar en esta alianza) y, a petición turca, el 2 de Agosto Alemania y Turquía firmaron un pacto militar secreto; en teoría, Turquía debía entrar en guerra contra Rusia al día siguiente de la declaración de guerra entre Alemania y Rusia (que se había producido 24 horas antes…) pero no lo hizo 7. Ante la decepción germana, el Imperio Otomano se limitó a ordenar la movilización total de sus fuerzas… para proclamar su “neutralidad armada”.

Al día siguiente (3 de Agosto) el Gran Visir tranquilizaba al embajador ruso Mikhail von Giers y el Encargado de Negocios inglés Henry Beaumont (el embajador Mallet estaba fuera) asegurando la neutralidad turca. Justificó la movilización de sus tropas por la alarma ante su antiguo enemigo Bulgaria, aunque secretamente ya buscaba extender el pacto germano turco; lo que se consiguió con la adhesión de Austria-Hungría y de Bulgaria (5 y 6 de Agosto, respectivamente)

Mientras tanto, el Gobierno inglés, en voz de Winston Churchill, había anunciado que retendría dos acorazados modernos que, por encargo turco, se construían en los astilleros británicos, el Reşadiye y el Fatih Sultan Mehmed. Pese a que el Gobierno Británico ofreció pagarlos, era obvio el temor de los ingleses a que los barcos acabasen siendo usados contra ellos; y, por otro lado, su incautación (una acción ilegal, pues Turquía era oficialmente neutral) resultaba una forma de chantaje sobre Turquía, para que “fuese buena."

Aunque el comunicado oficial de la incautación de los acorazados fue enviada al Gobierno Turco el 3 de Agosto, en realidad Enver Pashá lo sabía desde el 29 de Julio… y trató de vender los barcos al Gobierno Alemán. Otra muestra de la doblez del Gobierno Turco de “Los Tres Pashas".

Turquía jugaba a dos bandas. Sí, lo mismo hacen todos los países cuando se trata de sí mismos. Pero, de ninguna manera, fue la débil nación que nos presentan los historiadores "correctos", como veremos.

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