1- Actualmente, muchas familias africanas venden a sus hijos o hijas para conseguir (a través de las mafias, con la colaboración -a sabiendas o no- de las ONGs como OpenArms) que uno de sus hijos llegue a Europa, donde se supone que ganará dinero a espuertas y les ayudará. Ja-Ja.

2- O sea, Ciudad de Marte. Corresponde a la ciudad búlgara de Devnya. Como veremos, Lupicinus (un auténtico sinvergüenza, para quien lo de canalla es poco) albergaba lo que los clásicos llamaban “aviesas intenciones” al dirigirles hacia allí.

3- Algunas fuentes clásicas ven una astuta coordinación entre la marcha a Marcianópolis y la entrada de nuevos godos (la mayoría Greutungos, o sea, Ostrogodos) porque se dice que la marcha hacia la capital fue “inusualmente lenta”, como para dar opción a sus primos a pillar las entradas al Imperio vacías. Sin embargo, se sabe que los Tervingios que avanzaban penosamente hacia Marcianópolis llevaban a muchos ancianos, niños, enfermos -que por supuesto no podían abandonar- que iban muriendo por el camino… lo que cargaba las pilas de los supervivientes.

4- Algunas fuentes dicen que los godos, obligados a permanecer en el exterior de la ciudad, intentaron conseguir que los guardias de las puertas les permitieran entrar o, al menos, les facilitaran víveres. Al responder los guardias con insolencia, estalló una revuelta; los godos arrollaron a la guarnición y el combate se extendió al interior de la ciudad. Los notables godos que asistían al banquete, enterados del conflicto, intentaron unirse a los suyos. En la pelea con los romanos, murió Alavivo, pero Fritigerno logró huir con muchos de los suyos.

5- Resulta difícil comprender cómo unas tropas profesionales, aunque fueran inferiores en número, sufrieron una aplastante derrota ante fuerzas poco disciplinadas, y en un campamento lleno de ancianos, niños, mujeres, etc. Las fuentes romanas achacan la derrota de Marcianápolis a cobardía, -contando que Lupicinus huyó, abandonando a sus tropas- pero era una acusación muy frecuente tras la derrota y ejecución de algún general inútil. Posiblemente los godos no se fiaban de la invitación de Lupicinus, y habían ordenado a sus tropas estar al loro. En cuanto al propio Lupicinus, no se sabe si murió en la batalla, fue ejecutado, o murió en algún combate posterior.

6- Actual Edurne, en la Turquía Europea. Era la capital de la Tracia romana. Los godos no lograron tomarla debido a que no contaban con maquinaria de asedio.

7- Se dice que los godos pidieron ayuda a otras tribus, como los alanos o los hunos. Si bien parece probada la presencia de tropas de choque de ambos pueblos, parece más probable que se tratase de tropas mercenarias.

8.- Las dos últimas (una de ellas con un sacerdote cristiano) en la jornada de la Batalla de Adrianápolis.

9- Y aquí tenemos otro de los vicios que han infestado a la Humanidad y que siguen siendo muy actuales en nuestro país (Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias…): tratar de evitar por todos los medios que el aliado se lleve la victoria, incluso si corremos el riesgo de perder la batalla. Hay quien dice que los romanos recibieron informes falsos minusvalorando el poder del ejército godo. No se sabe si es cierto, pero según los últimos estudios, parece que los godos no contaban con una superioridad que les hubiera dado la victoria en circunstancias normales. O sea, que los romanos hubiesen debido vencer, aunque los informes fueran correctos.

10- Los romanos perdieron dos tercios de su ejército, y el emperador Valente murió en la batalla o durante la retirada. La batalla supuso el final de las legiones romanas, que demostraron ser vulnerables a la movilidad de las organizadas cargas de caballería de unos bárbaros que habían aprendido mucho de su contacto con Roma. En el futuro, se priorizaría el uso de destacamentos móviles de caballería a las estáticas formaciones de las legiones, y las armas pesadas arrojadizas (por entonces en Europa no se conocían los estribos, y el caballero no podía utilizar una lanza como ariete) sobre las formaciones defensivas de escudos.