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Belarra (es decir, Iglesias) abre expediente disciplinario a Monedero por hablar de Irene Montero

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Esta mañana me he quedado atónito cuando, leyendo Catalunyapress, he descubierto que Podemos ha abierto un expediente disciplinario a Juan Carlos Monedero por criticar a Irene Montero www.catalunyapress.es/articulo/politica/2024-01-27/4696369-expediente-

En política (y en cualquier proyecto colectivo) hay básicamente tres tipos de persona cuando se trata de alzar la voz contra las injusticias y disfunciones internas. Están los que no se callan nunca porque piensan que, si un árbol crece torcido, sólo es posible enderezarlo cuando el tronco aún es tierno, de modo que tolerar abusos de poder y comportamientos arbitrarios solamente sirve para que se generalicen y acaben pudriendo todo. Y, si a nivel interno la jerarquía no les hace caso, los denuncian públicamente esperando sacarles los colores y forzarles así a virar el rumbo. Ese tipo de gente suele durar muy poco en política pero son los únicos que, si alguna vez lograsen ocupar puestos de poder, servirían para construir la sociedad que nos merecemos. Precisamente por mi admiración a este tipo de personas y mi deseo de parecerme a ellas, yo fui expulsado de Podemos en 2015 www.europapress.es/murcia/noticia-podemos-murcia-expulsa-consejero-mun

Luego están los que, sin ser vividores desoficiados que pretenden chupar indefinidamente de la política, jamás critican públicamente los desafueros de los líderes de sus partidos porque piensan que pueden persuadirles intra muros para que corrijan tales comportamientos, y que las críticas públicas solamente servirán para debilitar el proyecto. No se dan cuenta de que el votante (sobre todo el votante de izquierdas) no es estúpido, y que aunque intenten hacerle comulgar con ruedas de molino acabará despreciando el proyecto que en su día apoyó, porque no necesita que tal o cual figura le indique que un acto del partido está bien o mal para darse cuenta de su vileza o desacierto. El mejor ejemplo de este prototipo lo tenemos en Juan Carlos Monedero, siempre fiel a Iglesias por nefastas que fuesen sus decisiones y, a la vez, con un bagaje profesional que le permite vivir cómodamente de su trabajo y no necesitar mamandurrias de Podemos. Fidelidad incondicional no por interés, sino por convicción.

Y, finalmente, tenemos a los vividores desoficiados que tragarán lo que venga de aquellos que pueden darles un sueldo público y ayudarles a cumplir su sueño de llegar a la edad de jubilación viviendo a cuerpo de rey y sin haber cotizado un solo día de su vida. Les da igual lo irrelevante que se vuelva su partido siempre que aún quede un cargo reservado para ellos. Es el tipo de perfil que mejor medra en los partidos políticos, y lamentablemente Podemos no es una excepción.

En sus últimas entrevistas, Monedero ha criticado abiertamente lo que era obvio desde hace mucho tiempo. La configuración de Canal Red como un panfleto no ya brutalmente sectario, sino tedioso y aburrido hasta la extenuación, porque un medio donde todos dicen lo mismo y nadie discrepa no puede atraer a nadie. Porque una gran cadena con tertulianos pro PP y pro PSOE (y de vez en cuando alguno pro Sumar o pro PNV) dista mucho de ser un medio verdaderamente plural, pero indudablemente lo es mucho más que un medio donde sólo hay tertulianos de Podemos y te meten su discurso como una secta a sus adeptos. Sin la menor discrepancia, sin la menor autocrítica...siempre el mismo puré recalentado que acaba haciéndote vomitar. Para colmo, es difícil saber si Podemos marca el discurso a Canal Red o viceversa, es decir, si Canal Red es el altavoz de Podemos o Podemos es el brazo político del proyecto empresarial del Amado Líder (yo apuesto por esta última opción).

Para Iglesias, su esposa es la personificación de todas las virtudes. Pero España no es Iglesias. Yo diría que ni siquiera el 2% de España piensa como Iglesias (las últimas 3 encuestas que he visto dan a Podemos en torno al 1.7% de los votos a nivel nacional). El problema es que no queda nadie en Podemos para decírselo porque todos han sido purgados, y él vive en su burbuja. Por eso Monedero resaltaba en sus últimas declaraciones antes del expediente lo irracional de empecinarse en hacer ministra a Montero caiga quien caiga (qué lejos quedan los tiempos en que Iglesias aceptó dar un paso atrás a cambio de que hubiese gobierno de coalición) y lo absurdo de fusionar el futuro del partido con el futuro de su persona. En definitiva, Monedero decía algo tan evidente como que la deriva sectaria del partido, la erradicación de toda disidencia y la reducción del mismo al líder, su consorte y un exiguo círculo de aduladores y hooligans sólo puede llevar a su desaparición. Eso sí, por el cariño que evidentemente le sigue profesando a Iglesias, lo decía con un lenguaje exquisitamente respetuoso.

La respuesta ha sido, aparte de echarle de Canal Red, abrirle un expediente disciplinario en Podemos (quién iba a decir que la tolerancia a la crítica interna iba a acabar siendo menor en Podemos que en el PSOE, véase a Page). La cosa da bastante risa, porque el daño (más allá del sentimental) que le puede hacer a Monedero cualquier sanción que venga de las ruinas del partido es inexistente. Pero es un fiel reflejo de cómo Podemos ha tocado fondo, hasta el punto de purgar a los incondicionalmente fieles, a los que se han tirado lustros defendiendo cada cacicada de Iglesias por verdadera fe en el proyecto y una errónea idea de que guardando los trapos sucios en casa la gente no percibiría su hedor e Iglesias acabaría recapacitando. La defenestración (simbólica, pues como digo nada le pueden perjudicar) de Monedero mientras unos cuantos arribistas que llegaron mucho después de él buscando vivir de la política siguen chupando del partido, demuestra que a Podemos ya solamente le queda un objetivo: dar el acta de eurodiputada a Montero para que siga pagando el chalet junto a su marido. Yo creo que lo lograrán, pues con un 1.5% de los votos se puede conseguir un eurodiputado y las encuestas les sitúan por ahí. Tras ello, y una vez cobradas las últimas nóminas de los pocos diputados nacionales y autonómicos que quedan, ya sólo queda echar el cierre.

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