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Alejandro Magno y la muerte de su padre ¿culpable o inocente? (III)

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Tras la pequeña excursión al Orangeterapy, vamos a volver a la Macedonia clásica. Continuemos valorando quién pudo estar tras el asesinato de Filipo.

Además del príncipe Alejandro, otro nombre surge, por derecho propio, entre los sospechosos: el de Olimpia, de cuyo carácter peligroso hablan, y no paran, todas las fuentes antiguas.

¿Fue ella la organizadora del regicidio? ¿Pudo Alejandro matar a su padre por instigación o de acuerdo con Olimpia?

Como dije en el capítulo anterior, el carácter de Alejandro de Macedonia, durante toda su vida, no mostró tendencia a guardar las ofensas para tomar revancha posterior; las muertes que se le conocieron fueron producto de una discusión violenta (como en el caso de Kleitos el Negro), o bien forzado por la necesidad de evitar una traición o dejar "deudas de sangre".1

Olimpia sí era muy capaz de actuar vengativamente; ¿pudo haber contratado a unos asesinos para asesinar a Filipo? Hay que empezar diciendo que las sospechas sobre la culpabilidad de Olimpia no se acompañan de pruebas. Se cuenta la historia de que viajó a cubrir con oro el cadáver de Pausanias, pero no es probable: Olimpia era impulsiva, pero no tonta. Una demostración tan ostentosa de su participación en el regicidio hubiera desencadenado una venganza del Ejército contra la extranjera (y de hecho, si no murió antes, seguramente se debió a ser la madre de Alejandro).

Además, según algunos, estaba ocupándose de otra cosa: asesinar a Eurídice y su hijo, lo que -según las fuentes- hizo sin conocimiento de su hijo, que la reprendió ásperamente.

¿Pudo Olimpia estimular a su hijo para que hiciese matar a Filipo? No lo parece; al menos, no hay ninguna prueba de ello.2 De hecho, en el futuro Alejandro se resistiría, en varias ocasiones, a matar a quien le disgustaba a su madre (empezando por el regente Antípatro).

En mi opinión, el culpable más probable es Demóstenes [imagen], que hacía tiempo actuaba, no sólo por Atenas, sino también abundantemente estimulado por el oro persa (se encontraron tablillas de pagos persas a Demóstenes por sumas de dineros inmensas; al menos 300 talentos - equivalentes a unos 10 millones de euros actuales - que el orador cobró en nombre de Atenas, pero del que se apropió una buena parte). Nada hay que añadir sobre el odio de Demóstenes, personal y también profesional, contra Filipo: no cabe ninguna duda de que Demóstenes creía que su muerte favorecería a Atenas, era lo mejor que le podía pasar, y que el político ateniense era un individuo sin escrúpulos cuando se trataba de cumplir lo que creía su destino.

El que Demóstenes propusiera e hiciera aprobar un voto de agradecimiento a Pausanias no tiene valor probatorio: es evidente que pudo hacerlo impulsado por el odio y la alegría, aunque no tuviera nada que ver en el asesinato. Demóstenes consideraba a Alejandro un mozo fatuo e inhábil (pese a que su comportamiento en Queronea, y su forma de llevar las negociaciones en nombre de su padre, debiera haberle mejorado la percepción del asunto) y no pensaba que declarar tan públicamente su alegría fuese peligroso, pues contaba con derrotar a los macedonios fácilmente.

Lo que hace sospechar de Demóstenes, casi es una prueba definitiva, es que dio la noticia a sus conciudadanos en un plazo tan breve que hacía imposible que hubiese recibido la información por otro camino que no fuera sabiéndolo previamente o... habiendo preparado él el golpe.

La manera más rápida de comunicar información en la Grecia del siglo IV A. C. era mediante hogueras encendidas en cumbres montañosas con visibilidad de una a otra. Evidentemente, eso podía sólo servir para comunicar una noticia ya esperada. Y es la única manera por la que Demóstenes pudo haber sido informado de la muerte de su enemigo a tiempo para comunicarlo a los atenienses. Todas las demás formas, relevos, postas, etc, nunca hubieran sido suficientemente veloces. Y, evidentemente, si Demóstenes la esperaba, es porque había participado en ella, como instigador como mínimo.3

La teoría, a veces apuntada, de que los persas pudieron ser los que organizaron el asesinato, y Demóstenes sólo conociera el plan, y esperase su realización para sublevar Grecia, es mucho menos probable. Demóstenes era el agente de Persia en Atenas, y es inverosímil que el asesinato de Filipo fuese organizado por Persia sin pasar por sus manos.

Tras la muerte de Filipo, Demóstenes logró poner en pie una coalición antimacedonia con una rapidez que también hace sospechar que ya existía una conjura previa, sólo esperando el hecho puntual de la muerte del rey.

Mala suerte para ellos. Alejandro era aún más rápido y brillante en su respuesta militar, y en pocos meses se deshizo de sus oponentes internos, aseguró su autoridad sobre el Ejército, y marchó hacia Tebas.4 Los tebanos y atenienses, que habían consumido el tiempo en acciones de gracias a los dioses y en discursos patrióticos, se asustaron y pidieron la paz, mandando como parlamentarios a sus políticos menos antimacedonios y exiliando a Demóstenes y sus compinches.

Y Alejandro aceptó la sumisión de las ciudades griegas. Lo que ocurrió después, es otra cosa, que tal vez contemos en otro momento.

comentarios (3)
  1. Rob_Ben_Gebler
    Imagen: Estatua de Alejandro en la Skopjie actual

    1.- Durante una cena con abundante alcohol, Kleitos (que era uno de los generales veteranos, unos diez años mayor que Alejandro) se burló de él, y de los "jóvenes" del Ejército, diciendo que no le llegaban a Filipo y sus hombres ni para descalzar el zapato. Se entabló una discusión, llegaron a las manos, y Alejandro acabó matando a Kleitos. Las fuentes de referencia afirman que el rey, horrorizado por lo que había hecho, estuvo a punto de suicidarse, y durante varios días no probó bocado. En cuanto a las muertes por "deuda de sangre", ya he comentado en otras entradas que, en la antigua Macedonia (como en Persia) los familiares más cercanos de un asesinado tenían la obligación moral de vengar su muerte; por lo tanto, la costumbre era matar a los hermanos, padres e hijos del fallecido.

    2.- Ni pruebas ni acusaciones, más allá de las maledicencias de los círculos dirigentes de las ciudades griegas, sobre todo Atenas, siempre dispuestos a echar lodo sobre los odiados macedonios. De hecho, la muerte de un rey de Macedonia (incluso en los casos raros de fallecimiento natural) podía, y solía, desencadenar una serie de intrigas, alianzas y confabulaciones, que muchas veces desencadenaban un baño de sangre. Era absolutamente lógico que la muerte de Filipo trajese consigo tales rumores y acusaciones. Mucho más difícil de entender es que los historiadores actuales cedan a la tentación del “Qui prodest?”, sin más pruebas, para echar la sospecha sobre Alejandro, sin pensar en que para Alejandro, provocar el asesinato de su padre en ese momento, ante toda Grecia, era posiblemente el peor de los escenarios a elegir.

    3.- Demóstenes no supo aclarar cómo se había enterado tan pronto. Lo cuenta Esquines, el principal rival político de Demóstenes, a quien acusó de jugarse el destino de Atenas provocando, con el asesinato de Filipo, la respuesta de la poderosa Macedonia. Escribe Esquines que, "sólo una semana después de la muerte de su hija, Demóstenes se quitó el luto, se puso coronas de flores en la cabeza y ropajes blancos y anduvo por ahí haciendo indecentes muestras de alegría

    4.- La mayoría de la gente solo conoce las campañas de Alejandro, ya rey, a través de Asia hasta la India. Sin embargo, la versatilidad del talento guerrero del gran conquistador es asombrosa, tanto en campo abierto, como ante ciudades asediadas, o resolviendo problemas.

    Tras la muerte de su padre y la coronación de su rey, los consejeros que habían sido de su padre le aconsejaron que, ante la multiplicidad de los frentes (las ciudades griegas y las tropas tracias, ilirias, peonias, y en general todo el norte de los territorios sometidos por Filipo se habían sublevado, y la fidelidad del ejército de Atalo en Asia Menor era cuestionable) le aconsejaron no ponerse en campaña, y al menos negociar con el enemigo más poderoso, las ciudades griegas.

    Alejandro no hizo caso y afrontó el mayor peligro el primero. Poniéndose en camino al frente de la caballería, con la infantería siguiéndole varias jornadas detrás, recorrió a marchas forzadas hacia el Sur, hacia el ejército tesalio que le esperaba en el desfiladero entre los montes Ossa y Olimpo. Con una brillante inspiración, Alejandro decidió esculpir una escalera en la roca del Monte Ossa, en la ladera que quedaba oculta a la vista del contingente tesalio, cruzó con parte de su ejército, y asombró a los tesalios apareciendo a su espalda y rodeando el ejército enemigo, que no pudo sino rendirse.

    media
    2    k 46
  2. Rob_Ben_Gebler
    Respecto al odio que sentía Demóstenes contra Filipo, hay una anécdota que, correspondientemente aumentada por sus enemigos (sobre todo Esquines) justifica lo que llegó a convertirse en una obsesión.

    Supongo que todo el mundo conoce la historia de superación que nos contaban de niños sobre Demóstenes que, siendo tartamudo (disfémico), al perder sus bienes en manos de unos tutores posiblemente desleales, decidió entrenarse como orador colocando piedrecillas en la boca para vencer su dificultad. Sea o no cierto, su estilo era, para la oratoria de hoy en día, farragoso y plúmbeo, lo cual no quiere decir que no fuese efectivo. También las grabaciones de los discursos de Mussolini o Hitler, sus gestos, nos hacen reír, pero sin duda eran eficaces para el público de su época.

    Bueno, pues decíamos que Demóstenes se dedicó a la política. Para 351 a.J.C, momento en que "despega" definitivamente como político, la política ateniense ya no se basa en el antagonismo entre "democráticos" y "conservadores", sino en anti- y pro-macedonios. Ni unos ni otros se hacen ilusiones sobre la posibilidad de derrotar a Filipo por separado; pero mientras Esquines y los "pro" prefieren una alianza con Macedonia que les permita prosperar (y, quién sabe, quizás Filipo se rompa los piños con sus ilusiones imperiales), los "anti", con Demóstenes a la cabeza, son más de firmar la paz por el momento y, ya si eso, organizamos una alianza para darle una tunda a los macedonios. Por cierto que, en la compleja política griega de la época, Esquines y los suyos tampoco hacían ascos a una alianza de ciudades griegas... aunque más para negociar con los macedonios de igual a igual que para apearles del burro de la hegemonía macedonia.

    Bueno, pues así estaban las cosas cuando, en 346 a, J.C. Atenas, viéndose agobiada por las victorias macedonias, envió una delegación de doce (diez, según otros) representantes, de unos y otros influencers (incluyendo Demostenes, Esquines, y Filócrates, que dio nombre al tratado de paz que se firmó)

    Según Esquines, Demóstenes, durante el viaje a Pella fanfarroneó, diciendo cómo su oratoria abrumaría al rústico y patán rey de Macedonia.

    El caso es que, cuando le tocó hablar, siempre según Esquines, balbuceó y apenas logró articular alguna palabra. Algunas fuentes incluso afirman que se desmayó. Y aseguran que Filipo le escuchó (o esperó pacientemente a que pudiese decir algo) con simpatía, e incluso le consoló en su ridículo. Según los anti- Demóstenes, este episodio bochornoso, junto con la condescendencia de Filipo, convirtió su animadversión contra Filipo en una verdadera obsesión.

    Aunque es obvio que Esquines aprovecha para machacar a Demóstenes, ciertamente el papel de éste debió rozar (por la parte de fuera) el ridículo, porque el resto de los enviados (incluido Demóstenes) pasan como muy por encima sobre este episodio y no responden a Esquines.

    El caso es que se firmó la Paz de Filócrates, que según quién la interprete puede ser la última oportunidad de Atenas para la paz honorable, o una más de las arteras maniobras de Filipo para engañar a los atenienses.

    No nos toca decidir ésto ahora
    0    k 17
  3. Cyberloaf
    Filipo y Alejandro son un binómio, como Amilcar y Anibal.

    Apuestas que necesitan dos vidas para cobrarse, padres que formaron ejércitos con los que sus hijos la liaron parda. Los FAGA de la época que apostaban al muy largo plazo.

    P.D. Mi pseudónimo lo cogí de su tio, Asdrúbal.
    0    k 20
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