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Alberto Garzón y el Gran Maestre Pycelle

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Hay una escena de Juego de Tronos en la que Cersei (aún reina en la sombra) es informada de que el Septón Supremo (máxima autoridad religiosa de los Siete Reinos) ha sido pillado en un burdel de lujo por los seguidores del Gorrión Supremo (líder de la secta integrista que acabará teniendo un inmenso poder). Le han apaleado y humillado públicamente. El Gran Maestre Pycelle, personificación del servilismo y la hipocresía, le dice a Cersei que el ataque al Septón Supremo es intolerable, pues "lo que un hombre haga en su vida privada no es de la incumbencia de nadie". Obviamente, Pycelle se saltaba el voto de castidad con la misma habitualidad que el Septón Supremo.

Todo esto me vino a la mente cuando saltó la polémica sobre el trabajo aceptado por Alberto Garzón (y luego rechazado tras la oleada de indignación que provocó) en la consultora de Alfonso Alonso (ex líder del PP) y Pepe Blanco (ex ministro del PSOE). La consultora (de nombre Acento) es el mayor lobby de España y está plagada de ex altos cargos del bipartidismo. Garzón iba a ser el primer cargo de un partido "alternativo" en engrosar sus filas. La misión de la consultora es, obviamente, pastelear con las autoridades públicas para lograr que sus clientes (desde Marruecos a grandes multinacionales) logren sus objetivos económicos y estratégicos. De ahí que recluten a ex políticos con cargos de relevancia www.eleconomista.es/actualidad/noticias/12673417/02/24/que-es-acento-l De hecho, Pepe Blanco justificó su contratación para penetrar en las administraciones controladas por Sumar diariored.canalred.tv/actualidad/jose-blanco-estaba-interesado-en-garz

Para defenderse, Garzón comenzó insultando a la inteligencia de la gente. Afirmó que no le contrataban por ser ex ministro sino por sus grandes competencias como economista. Cualquiera que sepa lo más mínimo de empresa privada, sabe que una consultora de primer nivel nunca contrataría (a no ser como becario) a un chaval sin experiencia laboral de ningún tipo. Y Garzón no ha trabajado nunca, acabó su Master y empezó con la política. Es evidente que el contrato de oro que le han ofrecido nunca habría existido si no fuese un ex ministro y, al igual que tantos inútiles del PPSOE que cobran suculentas nóminas de Acento, fuese visto por Alonso y Blanco como una puerta de acceso a las administraciones en las que quieren influir.

Tras esta falacia, Garzón soltó las clásicas milongas de que la izquierda inquisitorial persigue y acusa a pobres víctimas como él que sólo quieren llevar un plato de comida a su casa, resaltando la importancia de separar vida pública y privada. Aunque no es tan obsceno como el argumento de su valía como economista, tampoco me sirve. Si de verdad crees en unos valores, los defiendes en tu vida pública y en tu vida privada. Y no por quedar bien, sino porque hacer lo contrario te da asco. Por ejemplo, yo tuve que dedicarme 12 años a una profesión (abogacía) que no me gustaba en absoluto, y sabe Dios que cada día maldecía mi suerte, y que me costó mucho aguantar hasta que por fin logré trabajar en la universidad a tiempo completo. Y aguanté porque, aunque el trabajo me parecía odioso, me dedicaba a algo que era acorde a mis valores: defender trabajadores frente a empresas. Y eso era lo que le daba algo de sentido y me permitía ir tirando. Si me hubiese tocado defender abusos laborales frente a las víctimas, no habría durado ni un día.

Vivimos en sociedades en las que, aunque pueda parecer un término arcaico, la lucha de clases está muy presente, con la especificidad de que en las últimas décadas la clase dominante ha sido mucho más consciente de ello que las clases populares. Una de las frases que más me repugnan es el famoso "estamos en el mismo barco" que, cuando hay un ERE o cualquier recorte, los prebostes empresariales suelen soltar a sus plantillas. No, estamos en barcos muy diferentes: tú en un yate y nosotros en una patera, y tú quieres robarnos parte de la gasolina de la patera para que tu yate vaya todavía más rápido. Y vas a hacer lo que sea para conseguirla, desde engañarnos hasta agredirnos si lo primero no funciona. Y quien colabore contigo en su vida privada, no puede decir que está con nosotros en la vida pública. De eso se trata.

Siempre digo que, al haber nacido en 1984, nunca he votado con orgullo en unas elecciones generales, porque las últimas en las que habría podido hacerlo (las de 1996) me pillaron demasiado pronto. Fueron las últimas a las que se presentó Anguita. Maestro que volvió a su puesto de maestro al acabar su carrera política. Persona humilde que mostraba una dignidad inmensa con su obrar y jamás cayó en el lujo hortera de los chalets con piscina, los trajes de marca y demás oropeles cuyo valor económico equivale a los salarios medios de cientos de españoles y cuyo valor para cualquier persona comprometida con la justicia social es nulo. Si estás con el pueblo debes vivir como un ciudadano medio. No "debajo de un puente", como dicen los hipócritas pijoprogres cuando les afean sus pijaditas, pero sí como el currante medio. Primero porque, si de verdad crees en la justicia social, debería dolerte malgastar cantidades ingentes de dinero mientras otros no llegan a fin de mes. Y segundo porque, si de verdad quieres conectar con tu electorado, debes demostrarles que realmente estás con ellos, que eres uno de ellos. Y eso no se demuestra así www.vanitatis.elconfidencial.com/noticias/2017-08-29/asi-fue-la-noche- ni así www.elmundo.es/loc/famosos/2019/12/23/5e00dfc8fdddffbab68b4763.html

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