Corrían los ochenta y la Policía Nacional conservaba algunos de los temibles vicios y corruptelas del franquismo. En aquel momento, la mafia policial de las joyerías actuaba con total impunidad. Algunas veces imputaban los robos que ellos organizaban a otros delincuentes, a los que probablemente hacían cantar con métodos poco ortodoxos, y de paso se colgaban medallas. Hasta que desapareció 'El Nani' y entró en escena Federico Venero. El joyero era confidente policial y cómplice de una red mafiosa que implicaba a agentes de Santander, Bilbao...