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La oración que en defensa de’l pedo (pro crepitu ventris) compuso el doctissimo y célebre Don Miguel Martí

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Cierto afamado Orador
bien poco ha fue enviado
allá lexos, y ha quedado
por un grande Embaxador.
Ante una Dama potente,
y ciertas Señoras bellas
qual la Primera doncellas,
tiene que hacer de Eloquente.

Muy mesurado se llega
ante el Virginal congresso,
toma la Venia : y con sesso
su vista acia el suelo pega.
En el pone la rodilla
por guardar cortés estilo,
antes de soltar el hilo
de su habil tarabilla.

Hizo el Diablo aquí un enredo
qual suyo, al ir a abaxarse :
que fue á punto el escaparse
un terrible enorme pedo.
Desentiendese de esto,
y prosigue mesurado
con su Harenga el Enviado
serio, y formal el gesto.

Las Doncellas muy formales
hacen de honestas doncellas
y callan; mas una de ellas
no hace caso de modales.
A la risa le da entrada,
y hace burla desmedida:
con el gozo se descuida
de quedar avergonzada.

Assí fue que a la infelice
se la fue tambien un Pedo
en tiple, que decir puedo,
Valladolid claro dice.
El Orador que está alerta
interrumpe su Oracion,
y las dice en ocasion
que á su dicha le dió puerta:

Pean todas, Ninfas mias,
todas pean : ande el reo
que de no, gran riesgo veo :
dexense de cortesías.
Es dañoso lo contrario :
no lo tengan por desorden;
y yo harélo por mi orden
de Crepitante Emissario.

Esto oyendo la Doncella
sin crianza ni mantillas,
hizo un carmin sus mexillas,
y baxó la vista ella.
Rien todas en tal trance
que se caen : y deste modo
la Junta, el Legado, y todo
fin pusieron a este lance.

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